La controversia acerca de la estación transformadora “Río Uruguay” aún continúa. La preocupación de vecinos al lugar se profundiza en la medida en que las obras siguen adelante. He tenido la oportunidad de charlar con algunos de ellos sobre el tema: “No estamos en contra de la estación transformadora; queremos que se haga en otro lugar”, me han dicho. Las razones que esgrimen para exigir este cambio es simple: “Creemos que los campos electromagnéticos que producirá esta estación son riesgosos para la salud y la vida de la población que vive cerca del lugar y de todo el que de alguna manera se exponga a esos campos, como por ejemplo los alumnos y maestros de la Escuela ‘San Martín’ que está a menos de 40 metros de allí. No queremos que se corran riesgos que se pueden evitar”
En nuestro país hay un antecedente categórico: Poco tiempo atrás, la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata obligó a Edesur y al ENRE a suspender las obras de la estación transformadora “Sobral” de la localidad de Ezpeleta, partido de Quilmes, puesto que los vecinos de ese lugar decidieron denunciar a la empresa dada la cantidad de casos de cáncer que se estaban registrando. La Cámara admitió que el debate científico no está cerrado pero que, prima facie, el nivel de los campos electromagnéticos pone en riesgo la salud de la población.
Ese fallo expresa con acierto que “se están efectuando activamente nuevas investigaciones frente a la posibilidad de que existan efectos nocivos sobre la salud por la exposición a largo plazo a niveles inferiores a los permitidos”, dado que son diversas las conclusiones a los que los científicos están arribando.
Desde la Cooperativa Eléctrica de Concordia se ha dicho que la Universidad de Buenos Aires garantizaría, a través de un informe, la instalación de la estación transformadora porque no habría riesgo alguno para la salud. Sin embargo, desconozco que ese informe se haya dado a publicidad, como así también quiénes son los profesionales y/o científicos que lo firman.
Sí, en cambio, he tenido acceso, a través de Internet, a una investigación realizada por la Tte. Coronel María Elena Falcón Aguiar y por el Dr. Carlos Barceló Pérez del Instituto Superior de Medicina Militar de La Habana, Cuba. Ambos investigaron acerca de La asociación del cáncer con los campos electromagnéticos y en sus conclusiones dicen que “los grupos –de investigación- expuestos a más intensos CEM –campos electromagnéticos- cuentan con una probabilidad de incidencia de cáncer más elevada que aquellos que viven en territorios con bajos niveles de exposición a éstos”. A conclusiones semejantes llegan, por ejemplo, el investigador ruso V. P. Korobkova (1974), el ingeniero alemán Egon Eckert y, en 1979, la epidemióloga norteamericana Nancy Whertheimer, “quien provocó un escándalo al evidenciar que la mayoría de los hogares de Denver donde residían niños afectados de cáncer estaban expuestos a fuertes campos electromagnéticos provenientes de los transformadores y líneas primarias del tendido eléctrico callejero.”
En recientes declaraciones, el señor Marcelo Pérez, de la Cooperativa Eléctrica de Concordia, afirma que la preocupación de los vecinos fue inducida por las autoridades municipales. Honestamente, no tengo la misma impresión. Sí, en cambio, me parece estar frente a personas con una sincera inquietud acerca de la peligrosidad de la estación transformadora “Río Uruguay”.
Quizás su propuesta (“queremos que se haga en otro lugar”) requiera un poco más de inversión porque el cableado será más extenso. Pero, ¿qué inversión puede llegar a ser más importante que la salud y la vida de la población? Es una gran oportunidad para que las autoridades, que en su momento autorizaron esta obra, revean esa medida; y también es una gran oportunidad, en definitiva, para que nuevamente se pongan en práctica principios cooperativistas irrenunciables.