El fiscal Fernando Lombardi, en su alegato de apertura y tras referirse a las circunstancias del hecho, las pruebas colectadas en la instrucción de la causa, afirmó que el Ministerio Público probará la responsabilidad de los imputados. “Ferrer fue ultimado en un local de pequeñas dimensiones, donde no pudo defenderse del vil ataque. El Ministerio Público esta convencido que de esta situación hay un responsable directo que despreció la vida por dinero”.
La querella, representada por Sebastián Arrechea y Félix Pérez, adhirió a los dichos del fiscal, pero agregó: “Esta parte querellante demostrará que la conducta de Picazzo se encuadra en la conducta tipificada por crimis causae”, aduciendo que Picazzo sabía que iba ser reconocido y por eso disparó contra Ferrer.
En primer lugar el tribunal llamó a Martín Parada, quien socorrió a la víctima. Parada dijo que vio a un joven esperando en una Yamaha Crypton roja sobre calle San Lorenzo; luego escuchó un disparo y vio salir huyendo a otro joven, al que no le vio la cara, del negocio de Ferrer. Al instante salió Ferrer pidiendo ayuda y él lo llevó para adentro del local y llamó luego a la policía. Advirtió este testigo que la caja registradora estaba abierta y con un solo billete.
Matías Exequiel Wetzel, amigo de Picazzo, intentó desdecirse de la primera declaración ante la Fiscalía, aduciendo que Picazzo no había estado en el lavadero para buscar acompañantes y luego dirigirse al kiosco de Ferrer. Adujo que había declarado eso porque policías de Investigaciones lo obligaron a hacerlo. El fiscal le recordó que él le había preguntado en su declaración si había sido presionado para declarar y que él (Wetzel) dijo que Carlos Fister –supuestamente padrastro de Laureano Picazzo- le dijo que si declaraban a favor de Laureano, tendrían “merca gratis por un mes”.
Según la crónica de La Calle, le recordó el fiscal a Wetzel, que él mismo había realizado una denuncia contra Fister por una actitud amenazante, oportunidad en que le dijo que (Fister) sabía que “lo habían mandado al frente a Laureano” y que, minutos después, aparecieron la madre y la tía a insultarlos y que les habían dicho que iban a caer “uno por uno”.
Reconoció Wetzel que al declarar en Fiscalía, no se sentía presionado por estar declarando. Dijo finalmente que los policías lo presionaron porque le decían que manifestara que lo había visto a Laureano. Ante sus contradicciones, se le exhibió un video donde da datos precisos de la ubicación de la moto de Picazzo cuando llegó al lavadero. El presidente del tribunal, Alberto Seró, ordenó la inmediata detención de Matías Wetzel ante las contradicciones en las que incurrió.
El testigo Martín Guiguet concordó con Wetzel en que ese mediodía tomaron una camioneta del lavadero y que fueron a la casa de Picazzo, donde levantaron a Garín, al propio Picazzo y “al Colorado” –un menor ya desvinculado de la causa en razón de su edad-, desde donde fueron a un lugar a vender una grasera, luego a comprar cocaína en una vivienda de calle Lacava, posteriormente al barrio Cantera 25 a buscar un arma de las tres que habían llevado días antes a la casa de una tía de Picazzo “para hacer un kiosco”, como pretendía éste.
Agregó que luego pasaron por la distribuidora de Delorenzi y que Picazzo había manifestado su intención de asaltar la distribuidora, que había vomitado por la ventanilla e insultado al policía de guardia. Relató que a la tarde llegó Picazzo al lavadero y lo invitó a que lo acompañara pero que él se negó, y que le pidió a Debrabandere que atendiera a Picazzo y que ambos se fueron juntos.
Cristian González, Franco Romay y Gastón Maristain coincidieron en sus declaraciones en cuanto a que conocían a Debrabandere y que eran amigos de Picazzo, que consumían estupefacientes, que se reunían en lo de Picazzo a tomar vino y que Picazzo se movilizaba habitualmente en la motocicleta Yamaha Crypton de su madre, que había sido ocultada luego del hecho. Coincidieron en que disponían de armas: dos revólveres calibre 32 y un 22.
