Los tres Reyes Magos no necesitaron de sus camellos para llenar de colorido las calles céntricas rosarinas y despertar el espíritu de Oriente.
Pero todo se vio interrumpido cuando apareció la policía local advertida por un llamado que señalaba a los sujetos como protagonistas de un hecho delictivo y que utilizaban los regalos como una estrategia para esconder cosas robadas.
La denunciante era una mujer que al terminar de eternizar el momento revisó al poco tiempo su bolsillo y no estaba su celular.
Fue entonces cuando apuntó hacia los Reyes, quienes sorprendidos por la acusación la negaron y sólo se entregaron ante la presencia de los oficiales.
Melchor, Gaspar y Baltasar no estaban equivocados: un policía les pidió que se apoyaran contra la pared y al revisarlos no encontró nada.
La mujer cometió un error que poco les importó a los tres Reyes, puesto que continuaron con su camino y con la tradición de entregar los regalos y hacer felices a los rosarinos.
