No hay todavía estudios del último año que puedan medir cuán graves son las tasas de repitencia pero las estimaciones más moderadas dan cuenta de que entre un 30 a un 40 % de la matrícula de las escuelas secundarias está compuesta por alumnos que no pudieron promocionar de un año a otro.
Hay, sí, un estudio comparativo de lo que ocurrió entre 2001 y 2002 en el nivel III de la educación general básica (EGB III), que incluye lo que antes se conocía como séptimo grado (ahora séptimo año) y primero y segundo años de la secundaria (8º y 9º, en la nueva estructura) y que revela una tendencia inquietante: de los 21.384 alumnos que se matricularon en 7º año en 2000, llegaron a 9º año en 2002 sólo 19.117. Un 10,6 % abandonó antes de concluir la escuela, y esa situación tiene dos explicaciones posibles, la no promoción (es decir los chicos que no logran pasar de un año a otro sin rendir materias) y la repitencia.
En Entre Ríos, un 20 % de los alumnos de EGB III no promociona, y un 10 % repite, con picos del 14,7 % en 8º año, y el cálculo que existe es que la mitad de los que deben ir a recuperatorios no se presenta a los exámenes, con lo cual los números de la repitencia crecen geométricamente.
La directora de Nivel Medio Polimodal del Consejo General de Educación (CGE), Silvia Encinas, dice que la responsabilidad central por el elevado crecimiento de los índices de repitencia en las escuelas estatales tiene que ver con una expulsión de alumnos repitentes desde las escuelas privadas, aún cuando éstas tengan subvención oficial. Encinas asegura que los establecimientos no estatales aplican filtros para la permanencia de alumnos que no promocionan, y que por eso mismo les dan “el pase” a las escuelas públicas que por norma están obligadas a dejar una “reserva” del 15 % de la matrícula para alumnos que no hayan promocionado.
“Las escuelas privadas resolvieron no recibir o no continuar con sus repitentes, y por eso automáticamente les dan el pase a una escuela pública. Esto es así por disposiciones que toman esas instituciones que, por su propia estructura, se manejan con criterios diferentes. Esto lo que ha producido es una explosión en las escuelas publicas, y nos ha obligado a disponer desdoblamiento de cursos para dar acogida a los alumnos que se incorporan”, señaló Encinas.
Desde las escuelas privadas recogen el guante y devuelven la gentileza: sostienen que se ven “obligados” a no recibir alumnos repitentes por cuanto ello obligaría a crear nuevas divisiones, con la consecuente designación de más docentes en planta. Pero se encuentran con un escollo de tipo financiero: no consiguen que el Estado les reconozca presupuestariamente los nuevos cargos, y por eso hoy la hipótesis que maneja la Junta de Educación Católica da cuenta de que al menos un 40 % de la planta docente de los institutos privados percibe salarios pagados con fondos que las propias escuelas consiguen.
Es decir, los 66 millones de pesos que este año el Estado destinará a subvencionar escuelas privadas servirá sólo para cubrir los salarios del 60 % de los docentes de esos institutos.