Ayer y tras un largo debate, la Cámara de Diputados dio media sanción a la Ley de anticoncepción quirúrgica, más conocida como la que permite vasectomías y ligaduras de trompas de Falopio. Habrá que ver ahora si los senadores se animan a ponerle el moño a esta vieja cuenta pendiente de la democracia, superando el miedo reverencial a los sectores más reaccionarios de la sociedad encabezados por la iglesia católica.
Como ha ocurrido tantas veces, la iglesia salió a oponerse con tapones de punta y con dos objetivos básicos: provocar temor reverencial entre aquellos que, con responsabilidad institucional, siguen creyendo que “si se portan bien…, con la curia”, no irán al infierno y asustar a los fieles que carecen de información.
Como era de prever, entre los más acérrimos opositores (temerosos del infierno, no es para menos) figuran seguidores de Luís Patti, de Rodríguez Saa y ex integrantes del aparato duhaldista y de su confesional mujer.
El arzobispo de La Plata Héctor Aguer, claro exponente de la década menemista y ligado a negocios financieros nonc santos, salio presto a batir el parche y alertando “que el proyecto tiene como fin controlar la población de los países en vía de desarrollo”.
El mismo argumento que se utilizó en Brasil cuando se debatió este tema. En aquel país y como siempre ha ocurrido, fue la ciencia la encargada de poner las cosas en su lugar.
El argumento quedó desbaratado luego de un trabajo científico de investigación demográfica que demostró que las mujeres más pobres y negras eran las que más abortos se hacían y con más riesgos de perder la vida por la precariedad de los métodos.
Es decir, los pobres se encargaban por si mismos y mal de ese supuesto control de natalidad. Se les cayó la hipótesis tan temida. No había en ese caso fuerzas del mal que pergeñaran el control.
Para los que no han hecho un seguimiento del tema, es dable decir que no es poco lo que se aprobó, permite democratizar un método que está legalizado de hecho, solo que quienes pueden acceder a él son personas con recursos, no los pobres, los pobres como siempre son rehenes. Si los senadores se animaran a completar la sanción, mujeres y hombres podrán decidir libremente sobre su sexualidad y recurrir, sin orden judicial a los hospitales públicos y solicitar ligaduras o vasectomías y, de ese modo, ser iguales a otros ciudadanos. Una vez más, la democracia sería igualadora social
Aunque en muchas provincias argentinas este método está legalizado, en Entre Ríos y por la misma razón (la Iglesia), que en otros lugares, no tenemos esa suerte. Aquí, por la presión del arzobispo de Paraná, Mario Maulión, sobre el gobernador Jorge Busti, el tema quedó archivado pese a que varios legisladores oficialistas habían manifestado su decisión de votar a favor de esa ley. De hecho en la Cámara de Diputados el proyecto fue aprobado por una holgada mayoría. Se trabó en senadores. Justamente horas antes de la sesión en la que la cámara alta trataría ese tema, trascendió la reunión de Maulión y Busti. Esos hechos tuvieron lugar alrededor del mes de diciembre de 2004. Por aquellos días y temeroso de desatar la ira de alguna cruz, Busti declaró con posterioridad a la media sanción en diputados, que esa ley no formaba parte de su proyecto de gobierno y que, si prosperaba (en senadores) la iba a vetar.
Es que, nuestro gobernador debe tener razones para temerle al infierno.
Probablemente esa sea la principal motivación por la que en su prolífica historia de gobernante se ha encargado especialmente de mostrarse bondadoso con la curia.
Con subsidios millonarios y alineamiento permanente debe estar entre los elegidos.
Si Dios decidiera cielo o infierno por la cantidad de placas con nuestros nombres colocadas en, por ejemplo la Catedral de Concordia, Busti, sin dudas, sería coadjutor de Pedro y nosotros infieles e impíos.
Mientras tanto, pero ya como un dato menor, casi intrascendente, para nuestros prelados y gobernantes, cada vez habrá más “niñas madres” como la de 12 años internada en el hospital Masvernat en terapia y con su vida en peligro y seguirán multiplicándose los casos de madres (como la toba rosarina) que ya no daba más luego de parir 11 hijos.
Total, ya se sabe, la sociedad debe dormir tranquila, para esos hijos de madres pobres que, descarriados, no se eduquen y pretendan andar por la vida sin trabajo y sin suerte, están nuestras cárceles.
¿Curioso, no?, pero uno escucha tan seguido de boca de los fieles orgánicos, eso de que ¡¡ es tan misteriosa la vida!! que es imposible no preguntarse si en tanto dogma no hay una sutil tomada de pelo. Es que, en estos casos no hay ningún misterio, siempre es igual, los pobres siguen siendo pobres, los hijos de los pobres reproducen la pobreza, son siempre ellos (no los chorros de guante blanco) los que justifican la existencia de una justicia implacable y de un periodismo mordaz que los convierte en tapa cuando son atrapados por alguna acción delictiva.
En fin desde siempre las cárceles están llenas de pobres y desde siempre también son las madres de las clases más desprotegidas las que no paran de dar hijos, prescindiendo incluso, en muchos casos, de su propia voluntad. ¿Cuál es el misterio entonces?