Los Pueblos Crucificados

La injusticia y su materialización más explícita: la pobreza, no es una cuestión estadística. Más bien los hechos políticos cotidianos confirman que los pobres de este mundo no interesan prácticamente a nadie, que no interesan a los pueblos que viven en la abundancia y que, ciertamente, no interesan a quienes tienen algún tipo de poder; pobres son los que tienen en su contra a todos los poderes de este mundo. Tienen en su contra a las oligarquías y empresas multinacionales, a los buitres del norte, a los caranchos locales y a los traidores de ayer y de siempre.

Y la verdadera grieta está en nuestro corazón, en la insensibilidad y en nuestra hipocresía política tanto como cristiana. Un gobierno peronista que no interpela el poder cipayo e imperial en favor de sus hermanos, una Iglesia que desconoce a Jesús; que prefiere el crucifijo de madera y unos golpes en el pecho una vez por año para semana santa.

La verdadera política nos enseñó Perón es la Justicia social; y es imposible sin denunciar la causalidad de la pobreza, causalidad más que obvia: el neoliberalismo, la oligarquía financiera, el capitalismo despótico con su fábrica de pobres, con su amparo judicial, con sus traficantes de discursos devenidos en periodistas mercenarios. No hacerlo, nos vuelve cómplices.

El cura mártir Ellacuria afirmaba: nadie tiene derecho a lo superfluo, cuando a la mayoría le falta lo necesario. ¡En un país que genera alimento para cuatrocientos millones de personas!

Más allá de las disputas electorales, la cuestión de fondo es despertar la política de este sueño de inhumanidad, y volver justamentente a la política la tarea fundamental para la liberación.

La pobreza-muerte en aumento, el salario que no alcanza, los ricos más ricos, la justicia cada vez más injusta, y la mentira guiaonando la realidad cotidiana son los verdaderosnproblemas a resolver para la próxima gestión. Y como cristianos y militantes debemos irrumpir en las calles, para interpelar las urnas y el sentido de futuro colectivo. Lo que está en juego no es la economía per-se; más bien nuestro destino ético, nuestra praxis, el sentido comunitario de nuestras vidas. La patria-matria que nos habita nos lo exige. La memoria de la sangre nos lo exige. Y en mas o en menos es lo que afirma Francisco cuando nos llama a volver a la conciencia de patria.

La esperanza y la justicia son patrimonio del pueblo, y su ocupación fundamental ha sido siempre empujar la historia. Este tiempo es de lucha y de empujar para que los que nos representen, representen nuestro destino de justicia, igualdad, libertad y trabajo digno.

Ocupemos la calle, las plazas, las redes… para ser escuchados hay que hacerse escuchar. Y hacerse escuchar parafraseando a Evita es comprometerse: «Cada uno debe empezar a dar de sí todo lo que pueda dar, y aún más. Solo así construiremos la Argentina que deseamos, no para nosotros, sino para los que vendrán después, para nuestros hijos, para los argentinos de mañana». No depende de nuestros votos, depende de nuestras luchas y sueños…

Que esta Pascua sea de liberación y compromiso.

Los abrazo infinitamente, y que Dios bendigas nuestras luchas.

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