A partir de la década del ´30 del siglo pasado, es por todos conocidos el inicio de la etapa ininterrumpida y alternada de “Golpes de Estado” apoyados por los sectores dominantes y reaccionarios, instalando constante y sonante una práctica política excluyente de los sectores mayoritarios ó como se dice comúnmente populares de nuestro país. Pensemos en los dieciocho años de proscripción de todo lo que se relacionara con el peronismo, como también en las persecuciones, encarcelamientos de dirigentes y militantes sociales y políticos de diferentes banderías políticas.
Es interesante observar como la derecha se aggiorna o se metarmofosea en su discurso, en especial a partir de la implementación de gobiernos democráticos y constitucionales. En lo concreto, resulta que ahora los sectores de derecha se apropiaron del término democracia –aunque se pueda argumentar que para dicho enfoque ideológico está vacío de contenido-, como los nuevos “paladines” destronando a los sectores llamados progresistas de nuestro país.
Ahora bien, nuestro objetivo recala en pensar, que pasa con aquellos funcionarios públicos que participaron o ejercieron su “profesión y/o cargo políticos” durante la última dictadura cívica – militar.
Si se nos permite, utilizando el análisis que realiza Dardo Scavino, dónde utiliza los conceptos de moral y ética, en el cual utiliza la interpretación platónica de los términos. En breve, la moral la asocia a la obligación que cada ciudadano tiene en el papel que desempeña en la sociedad; en cambio, la ética la relaciona con el compromiso que el individuo asigna a dicho rol para con su comunidad. Y aquí nos detenemos para pensar en ambos conceptos de aquellos funcionarios públicos y dirigentes políticos de la Provincia de Entre Ríos que ejercieron funciones durante un gobierno anti-constitucional. ¿Qué moral les corresponde o correspondió? ¿Y su ética?. ¿La “obligación” y el “compromiso” para con quién?. Si bien ambos términos encierran en última instancia, el bien común; pareciera que ni moral ni éticamente cumplieron con ello. Obviamente, pueden argumentar que otra cosa no podían hacer, sino….¿de que iban a vivir?, que no apretaban el gatillo, que no realizaron torturas, etc. Ahora bien, su-pongamos que dicho argumento sea válido. No obstante, su validez radica en una “impronta” individualista, un “sálvese quien pueda” que poco y nada tiene que ver con la ética que aboga por la voluntad general como también por el bienestar común….
¿Y, los principios?. Interesante cuestión pero de difícil análisis. Hoy día, los principios se han desvanecido no solo en la dirigencia política (aunque algunos puedan tomar de manera natural en afirmar que nunca la tuvieron), sino en la sociedad misma, cosa que resulta desmoralizante, ya no en el sentido platónico, sino en el sentido de desolación, de soledad que genera. Y aquí si estamos ante un desafío innegable, dado que nos encontramos atomizados. Y la derecha lo sabe. Ahora bien, seguramente hablar de derechos humanos, de tolerancia, de diversidad está de moda, o como se dice, es fashion para muchos, como también oportuno. Pero nada se dice de la desigualdad social, del concepto tan en desuso que es el de “pueblo” o de “clase social”. Obsérvese que en ningún discurso mediático aparece el término equidad, solo el de distribución, como afirmando que existen dos capitalismos, el “bueno” –distributivo- y el “salvaje”.
Pero no perdamos el hilo conductor que queremos resaltar. Dónde quedaron la moral, la ética y los principios para estos funcionarios que algunos permanecen en sus puestos o en distintos pero ejerciendo parte del poder. Tal vez, alguien nos objete de ingenuos por pensar en una aparente “inocencia”. Pero nada de ello expresamos aquí. Lo que queremos poner en el tapete es la impronta (si es que la hay) de si los derechos humanos recalan en la subjetividad de los argentinos en su universalidad y de los entrerrianos en su particularidad. Porque, para finalizar aquellos que en su momento compartieron ideológicamente con militares, y aquellos que ocuparon cargos y poder de decisión en esos tiempos, hay que pensar que no se mata solo apretando un gatillo, sino también se mata de diversas formas tomando decisiones en diferentes poderes del estado, que nos conciernen a todos. Finalizando decimos que la Derecha continua realizando hechos aberrantes tal cual hicieron en la época nefasta, pero disfrazándose de democráticos y sin realizar actos de tortura, ubicándose en espacios estratégicos donde deciden nuestra formas de pensar, vivir, comunicarnos, educarnos etc. Por ello esta en la sociedad, o sea en cada uno de nosotros, en responsabilizar o responsabilizarnos que papel jugamos es esta democracia.