¿Los políticos son todos iguales?

Desde el advenimiento de la democracia en el año 83', hasta el día de hoy, los 90' y la última década han sido los períodos más sospechados. Decenas y hasta centenares de políticos ostentando riquezas de origen legal incomprobable han generado en la sociedad un sentimiento de desconfianza en todos los actores políticos, por eso creo que es válido aclarar, en mi opinión que  no son todos iguales, que ha habido y siguen existiendo personas que asumen que la política es la profesión del compromiso y la entrega.

No puedo dejar de pensar en Don Arturo Illia, cuyo inventario al dejar la presidencia contaba con unos pocos trajes, un par de camisas y alguna que otra chuchería, ni automóvil tenía, lo había vendido, y como si fuera poco rechazó la jubilación que le correspondía, terminando sus últimos años sumido en la más honorable de las pobrezas, la material.

Tampoco puedo dejar de mencionar a Don Raúl Ricardo Alfonsín, un hombre extraordinario que enfrentó un período democrático endeble pero que gracias a su valiente y honesta forma de proceder nos garantizó que lo normal fueran los procesos democráticos, y no los actos de corrupción.

Alfonsín no tuvo ninguna causa, ni siquiera sospechas de haberse quedado con algún vuelto de la obra pública, ni de las cajas de asistencia social que se repartían en todo el país. Y a esto es muy importante recalcarlo porque los próximos dos períodos presidenciales quedarán en la memoria colectiva, junto a decenas de libros de prestigiosos periodistas de investigación que denunciaron estafas y robos al Estado desde mega causas hasta material de escritorio de oficinas públicas.

Y por último la historia más reciente nos vuelve a pegar en la cara, haciendo que aquellos años oscuros parecieran el robo de un botón.

Lamentablemente junto a estos escandalosos casos de corrupción, los involucrados, hoy en su mayoría imputados y de a poco algunos condenados, han utilizado también millonarios recursos del Estado para hacerle creer a la gente que todo lo que decía de ellos era una farsa. La maquinaria de la corrupción compró a algunos con las dádivas de lo profanado y a otros los compró con la propaganda.

El desafío de hoy, de cara al futuro, es volver a esas prácticas ejemplares de la política para poder educar una nueva generación de jóvenes políticos que ensalcen la actividad de servir al prójimo con el mayor de los valores: La honestidad.

 

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