Tanto testigos como imputados, reconocen que los hechos ocurrieron luego que las jóvenes víctimas salieran de una pista de baile llamada “La Movida”, aproximadamente a las 4 de la madrugada.
A pocas cuadras de esa bailanta fueron interceptados por los efectivos policiales y golpeados brutalmente, de acuerdo al testimonio de las víctimas, quienes también aseguraron que, ya en ese momento, dos de ellos fueron colocados en el baúl del móvil 300, un falcon de la comisaría 4ta.
Posteriormente fueron llevados a una dependencia policial (los policías dicen que era la 4ta.), las víctimas dicen que fue a la Departamental.
Es de destacar que, en el expediente, uno de los funcionarios de la comisaría 4ta. de apellido Cassatti, en rigor quien había quedado a cargo de la comisaría luego que el oficial Giménez partiera de recorrida, asegura que a esa comisaría no ingresó ningún detenido esa noche.
Llamativamente, en los testimonios de todos los implicados, cada vez que se refieren a Cassatti, dijeron que “vive durmiendo” y que, obviamente, esa noche también “descansaba”.
Más allá de este detalle (para nada pequeño) que falta dilucidar, lo cierto es que, los hayan llevado a la 4ta. o a la departamental, la golpiza existió. Según los policías porque los jóvenes intentaron escaparse, según las víctimas porque “los policías estaban muy violentos”.
Esos relatos, hablan de “submarino” (les introducían la cabeza en el agua); patadas, trompadas y palazos cuyo resultado fue, la cabeza rota, la sangre que fluía y, en el caso de Balbuena, la fenomenal paliza llevó a que sus compañeros dijeran que lo creyeron muerto. Para afirmar tal cosa, dieron como dato no solo la paliza que observaban desde la celda, sino que, al finalizar esa paliza, uno de los policías le puso la mano en el cuello (al parecer para observar si aún tenía pulso) y porque escucharon exclamar a los policías: “¡que hicimos!” para, a renglón seguido agregar “¿y ahora, que hacemos?” fue allí, según estos testimonios que surgió la idea de llevarlos al descampado.
Vieron desde la celda como lo llevaron a Balbuena arrastrando hasta el baúl del móvil, el mismo lugar (baúl) al que luego colocaron a Morales.
Los policías en tanto, contaron que en la celda escucharon gritos y dieron a entender que los presos se habían golpeado entre ellos, por acusaciones mutuas. Según ese relato poco creíble, uno de los 3 estaba sin fuerza y sangrando. Cuando fueron a la celda para sacarlo y lavarlo (por la sangre) los otros dos se quisieron escapar y fue allí que se trenzaron en lucha, (Giménez y Leiva) hasta que los presos quedaron reducidos.
Luego de escuchar cada uno de los testimonios, tanto de las víctimas como la de los policías, resulta muy evidente que, cuando los jóvenes llegaron al arroyo Ayuí no solo estaban absolutamente reducidos, sino prácticamente inconcientes por la golpiza recibida antes, no se sabe si, en dependencia de la comisaría 4ta. o en la departamental de policía.
Los policías, obviamente no lo contaron así, sin embargo el relato del oficial Giménez dejó enormes dudas pues contó que, al llegar al arroyo Ayuí, él debió luchar solo contra dos de los detenidos, uno de los cuales, habría sido Balbuena que, al decir de todos los testimonios de las víctimas ya estaba prácticamente muerto. Es más, hasta los mismos policías reconocen que, cuando partieron hacia la zona del arroyo, uno de ellos (sin decir quién) estaba mal herido. Otro dato difícil de creer es el relato de Leiva, sobre una supuesta feroz lucha con uno de los detenidos que, se supo, se trataba de Rodríguez, un chico que apenas supera los 50 kg. de peso y 1,60 de altura, contextura que, choca con la del corpulento suboficial.
AMPLIAREMOS : En otra nota publicaremos los testimonios