El programa entrerriano, una de las experiencias presentadas en el seminario, apunta a dar una concepción integral de la educación sexual, mediante talleres, investigaciones de campo y trabajo en las aulas con los alumnos.
«Uno de los obstáculos es que los docentes no se sienten capacitados», dijo a LA NACION la coordinadora del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, Mirta Marina, al describir las actitudes de muchos maestros frente a la necesidad de aplicar estos contenidos en las aulas.
Dijo que en Chubut, por ejemplo, los responsables del programa manifestaron su inquietud por las reacciones de los padres, que tenían miedo de lo que los docentes podían enseñar a sus hijos.
«Aunque no estemos obligados a pedir permiso, sigue siendo necesario encontrar coincidencias con los padres», afirmó la coordinadora.
Incipiente y verde
En mayo último, el gobierno nacional fijó los lineamientos para la educación sexual en todas las escuelas públicas y privadas del país. Pese a experiencias aisladas iniciadas en algunas provincias, la coordinadora Marina afirmó que el desarrollo es todavía incipiente y sigue siendo «muy verde».
En el encuentro se presentó el proyecto Jóvenes Guías, desarrollado en Santa Cruz, que forma a jóvenes voluntarios en la realización de actividades, campañas y talleres para los niños.
«Los chicos nos preguntaban por qué no llegamos antes. Eso muestra la necesidad del programa», dijo Marina, y señaló que padres y madres adolescentes involucrados en el proyecto se beneficiaron con las enseñanzas que no recibieron cuando cursaron el secundario.
«El trabajo en red con el sector de la salud es la llave de la prevención», dijo Marina. Y afirmó: «La escuela no tiene que distribuir preservativos, sino explicar la importancia y la legitimidad de su uso».
La difusión de los métodos anticonceptivos y la indicación oficial de enseñar que «el preservativo es el único método existente para prevenir el virus del sida», suscitó en junio último fuertes críticas de la Iglesia y de sectores de la enseñanza privada. Al analizar la controversia, la coordinadora nacional dijo que se procura establecer un piso común entre las instituciones que comparten ciertos valores de respeto y de derecho a la educación. «Si las escuelas católicas o los padres quieren presentar otros métodos de prevención, son libres de hacerlo, pero es el derecho del niño saber», explicó.
«El peligro es tener un niño que escucha dos discursos diferentes entre la casa y la escuela», señaló la profesora Marina, pues considera indispensable «un necesario consenso» con las familias.