Por supuesto, cuando uno se refiere a la complicidad clerical, se está refiriendo a las Cúpulas superiores, ya que en su mismo seno, hubo miembros de la Iglesia que pagaron con sus propias vidas por el solo hecho de ponerse del lado de los más necesitados. Además, y principalmente hay, que decir que la llamada «Doctrina del Exterminio», fue inculcada a los militares por la propia Iglesia. Los sucesivos presidentes de la Comisión Episcopal, Antonio Caggiano y Adolfo Tortolo, fueron al mismo tiempo titulares del Vicariato Castrense que luego se convirtió en Obispado. Tanto es así que, en las dos décadas que precedieron al golpe, ambos invitaron a la Organización Integrista Ciudad Católica a predicar a los cuadros de las tres armas en sus propias unidades, la máxima que TODO estaba permitido en el combate por Dios y la Patria.
A pedido del Vicario Castrense, Monseñor Tortolo, se predicaba en los ámbitos militares que el Estado no debía fijarse límites legales ni morales para justificar las torturas y demás hechos aberrantes. El Arzobispo de Córdoba (que luego sería ungido Cardenal), Raúl Fransisco Primatesta, íntimo amigo de Luciano Benjamín Menéndez (apodado «El cachorro»), desayunaban juntos. Primatesta anticipaba en sus homilía a la sociedad, que el remedio sería duro, porque «la mano izquierda de Dios paternal, puede ser pesada».
Mientras el Comandante de Operaciones Navales, informó a la Plana Mayor de la Armada, que muchos prisioneros serían arrojados al mar desde aviones, el aviador Silingo confesó que ese método había sido aprobado por la jerarquía eclesiástica. Ya la conducción había asistido a la asunción presidencial de Videla, y los obispos de cada provincia acompañaron a los respectivos interventores militares. Monseñor Bonamín proclamaba que “los militares eran soldados de Cristo dispuestos a sacrificarse para dar la vida imitando a Cristo».
El Arzobispo de la Plata, Monseñor Antonio Plaza, era capellán general de la Policía con el grado de Comisario (un sueldo más). Los detenidos, desaparecidos, torturados y sometidos a simulacros de fusilamiento lo reconocieron en juicios posteriores cuando acompañaban al tristemente célebre Ramón Camps, Jefe de la Policía de la Pcia. de Bs.As. en sus visitas a las sesiones de torturas. El sacerdote Emilio Graselli, Secretario Gral. del Vicariato Castrense, mantenía una estrecha relación con los marinos torturadores de la ESMA y debajo de la sotana «calzaba» un arma.
La designación de Martínez de Hoz como Ministro de Economía, es una huella profunda de la complicidad eclesiástica con la dictadura. Como miembro de la Acción Católica del Estado (ACDE) tenía un nexo directo con el Episcopado, que creó esa unidad para «evangelizar» el mundo de los negocios bajo la guía de un sacerdote.
ACDE editaba una revista, «Empresa», donde aterrizó Alberto Emilio Solanet Estrada, presidente de la Corporación de Abogados Católicos y de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, para defender a cualquier funcionario de la dictadura, incluso eclesiástico (!Vade Retro!)
Como embajador en los EEUU fue designado Mario Amadeo, fundador de la Unión Federal Demócrata Cristiana, quien fue el inspirador de un decreto que dio por muertos a los detenidos desaparecidos. Sobran las palabras…
Nosotros también como entrerrianos, además de Tortolo, contribuimos con el sacerdote Cristian Von Wernich, como confesor de los condenados, para arrancarles confesiones de delación de sus compañeros. Hasta el obispo Justo Oscar laguna fue procesado por falso testimonio sobre el asesinato de su «colega» Carlos Ponce de León, y también el ya nombrado Cardenal Primatesta en Córdoba, por la entrega a familia de militares «estériles» de hijos de detenidos-desaparecidos que los grupos de tareas llevaban a la Casa Cuna de Córdoba. Lamentablemente estos tres «soldados de Cristo» fallecieron antes de que terminaran sus causas penales.
El sacerdote Eduardo de la Serna era muy amigo de «Rafy» Braun Cantilo, que a su vez era amigo del Subsecretario de Agricultura, Jorge Zorreigueta, que fue invitado por su hija Máxima a leer un mensaje bíblico de paz , en la ceremonia de casamiento con el entonces Príncipe de Holanda. El problema fue que el Gobierno de Holanda sabía que en la Revista Criterio, Zorreguieta justificaba la dictadura e inmediatamente fue desinvitado.
Por último, la Iglesia Católica reconoció más tarde que la dictadura militar, desaparecía, torturaba y asesinaba ciudadanos cualesquiera sea su situación personal. El episcopado confirmó ante la Justicia que sabía lo que había hecho la dictadura, pero que nunca denunció. Eso se supo luego de un diálogo secreto con el dictador Jorge Rafael Videla el 10 de abril de 1978. Tanto el Episcopado, como el Vaticano guardaron un silencio cómplice.
Todas las religiones tienen derecho a existir. Así como en oriente tienen a Buda, los Judíos a Yavhe y Abraham, los Musulmanes tiene a Alá y Mahoma, y los Cristianos tienen a Dios y Jesús. La pregunta es: ¿Todas estas en su recorrido en la Historia Universal, se han atrevido a tanto desde sus inicios, como la Católica Apostólica Romana?.
Nota: En los últimos años el viento de cola del Derecho internacional ha puesto la mirada hacia los sujetos no «estatales» que forman parte del funcionamiento de las dictaduras, ampliando los alcances de la responsabilidades, hasta alcanzar a todo vestigio de complicidad en todos los planos sin los cuales los gobiernos autoritarios no podrían sostenerse. La frase memorable de la CONADEP en la voz de Ernesto Sábato, resonó como una sentencia inapelable :»Señores Jueces», !!NUNCA MÁS!!!