El tema no es menor, los galpones del puerto siempre fueron un espacio en disputa y nunca se pudieron concretar los proyectos que se pergeñaron, al menos nunca totalmente. De hecho ese deseado espacio público generó tantos dimes y diretes y denuncias de las más variadas que el caso llegó a los tribunales de Concordia.
Ahora, existe la posibilidad de concretar un proyecto turístico de magnitud que puede convertir a ese lugar en un fenomenal negocio del que podrían participar no uno sino varias empresas de la gastronomía y similares.
Se asegura incluso que por lo menos para uno de los galpones estarían previstos dos restaurantes y un bar.
Por ahora al proyecto lo tienen bajo siete llaves y no sueltan prenda. Debe decirse que con la cantidad de denuncias que existen sobre los negocios en la obra pública y a sabiendas que Marizza es uno de los antiguos privilegiados del Estado no quedaría mal y hasta sería festejado que, por fin, se den señales a la sociedad de que, al menos se intentan políticas diferenciales.
