Luis Román integró el radicalismo a nivel local y fue candidato por el ARI. Actualmente forma parte de la Asamblea Ambiental “Concorvida”. Aseguró que es muy difícil llevar la pelea al terreno político porque la política está “muy desprestigiada”. En consecuencia, un asambleísta que se mete en política “desvirtúa todo y deja de ser creíble”. Pero, aunque parezca contradictorio, Román aseguró que ese es el terreno donde van a encontrar las soluciones para los problemas del medio ambiente.
El descrédito de la política cruza a lo largo y a lo ancho la epidermis social. Lo más probable es que el presidente de una comisión vecinal, en vez de ser representante de sus vecinos, termine convirtiéndose en el referente al servicio de tal o cual político. “Pasa a ser el puntero del gobernante”, dijo Román.
Una experiencia muy parecida vivió el asambleísta en el radicalismo. “Cuando uno va a militar a un partido, tiene que ir a militar a una determinada línea con un determinado dirigente, que lo llamamos ‘cabezones’, y trabajar para ese dirigente, quien va a determinar quien va y en que puesto”, explicó. En el radicalismo no predominan las ideas sino los “doctores”. En consecuencia: “si vos querés ser dirigente y no tenés ‘chapa’, y no te alineas detrás de un ‘doctor’, no sos nadie”.
Pero también son conscientes de que si no tienen un anclaje institucional, las construcciones en el llano pueden erosionarse y terminar disolviéndose como un castillo en la arena. “Si Botnia no funcionara o comienza a funcionar, nuestro movimiento a lo mejor ya no tiene razón de ser a pesar del problema ambiental que tiene Concordia”. No obstante, dijo que sería muy bueno que un intendente o un concejal “llevara las banderas de la Asamblea”.
Antes de que la Asamblea revea su postura, los ciudadanos deberían rever la concepción que tienen hoy de “la política”. “El político tiene que servir a la comunidad, no servirse de la comunidad. Hoy un tipo quiere llegar para acceder a los privilegios que da la política”, dijo Román.
Antecedentes decepcionantes
En 1991, al Concejo Deliberante llegó Agustín Cortés, perteneciente al “Moveco” (Movimiento Vecinal Concordiense). Pero en 1995, cuando intentó renovar su mandato, perdió la banca.
“Todos por Concordia” irrumpió en la escena en 2003, cuando en forma sorpresiva reunió 12.000 votos y quedó en segundo lugar en la elección general. No obstante, los dos integrantes de la lista que arribaron al Concejo, Marcos Wdowiak y Roberto Chabrillón, no estuvieron a la altura de las expectativas: Wdowiak se peleó con el candidato a intendente, Armando Saliva, levantó las manos cuando el Ejecutivo más lo requería y su esposa -más allá de que sus antecedentes la avalen o no- asumió como jueza de Faltas y el trabajo legislativo de Chabrillón -amén de ausentarse permanentemente durante las sesiones- fue paupérrimo.
Durante las elecciones pasadas, Todo Por Concordia tuvo que rendir examen ante las urnas. Esta vez, optaron por sumarse al PRO, el movimiento liderado por Mauricio Macri. Pero sólo obtuvo 3.800 sufragios y se quedaron sin ediles.
En búsqueda de una “patriada”
Una de las críticas más certeras a los radicales, quienes sólo suelen asomarse a los conflictos sociales cuando restan pocos meses para una elección, es que “para trabajar en política, hay que trabajar todos los días del año”. Quien la pronunció fue el ex-concejal Eduardo Miranda, quien desde el Frepaso integró la Alianza con la UCR en el Concejo durante 1999-2003. La candidatura le fue propuesta luego de integrar hace ocho o nueve años algunos movimientos ciudadanos que pudieron echar por tierra la verificación técnica vehicular, la contribución por mejoras del gas natural y el aumento del costo del carnet de conducir. “Fue una patriada muy grande, los vecinos impedimos un negocio millonario del poder, fundamentalmente el de la contribución por mejoras. Calculá que era $ 580 de capital por contribuyente a nivel provincial. Eran unos cuantos millones de dólares”, sostuvo.
Pero no lograron el mismo nivel de adhesión cuando se opusieron a la empresa de TV por cable a fines de 2003. La prestadora del servicio comenzó a instalar “decoders” para evitar el robo de la señal pero aumentaba el costo en función de la cantidad de aparatos que requiriese un hogar. “Fue una forma encubierta de aumentar el abono”, dijo Miranda. El edil aseguró que “fue gente pero a medida que pasó el tiempo, quedamos cuatro o cinco; la gente prefirió quedarse en su casa y no acompañar en esta patriada”. Lo mismo sucedió cuando el municipio sancionó una readecuación de la tasa inmobiliaria. “Acá (su casa) vino un aumento del 249 %”.
Por lo tanto, dedujo que “es muy difícil construir cuando la gente tiene un grado de indiferencia o apatía muy grande”. De todas maneras, dijo que “la solución de los problemas de Concordia debiera pasar por un movimiento vecinal”.
En caso de que se pudiese conformar una coalición política de tinte vecinal, debería ocuparse del monitoreo del funcionamiento del municipio y de un sinnúmero de problemas: las falencias del entubamiento del arroyo Concordia, las obras públicas que realiza la Cafesg sin autorización del Concejo Deliberante. “Hay 50, 60 o 70 temas para ir trabajando en un período de seis meses”, expresó.
Como ejemplo de militancia ciudadana, reveló que desde que dejó la concejalía no dejó de preocuparse por las cuestiones de índole pública. “En todos los medios vengo diciendo las cosas buenas que se han hecho y las malas. Lamentablemente son más las malas. He presentado en el Concejo Deliberante aproximadamente 40 proyectos”, detalló.
Una coalición vecinal, a criterio del ex-concejal, debería estar formada por hombres y mujeres que den “probada demostración de honestidad y de trabajar por el bien común, por la comunidad”. Y no descartó que, en algún momento, surja un movimiento “en contra de” pero, a su vez, que sirva de plataforma para ofrecer una propuesta. “En política los hechos no se dan de la noche a la mañana; vamos a tener que pasar muchos años de aprendizaje”, expresó.
Para el pueblo lo que es del pueblo
La expresión más genuina de la deflagración popular del turbulento diciembre de 2001 fueron las asambleas que surgieron en todo el país. Concordia no fue la excepción y la Plaza Rural fue epicentro de la confluencia de vecinos que traían diversas inquietudes y representaban intereses distintos. Pero la asamblea se fue desmembrando y diluyendo con el correr de los meses.
Rubén Salamone fue uno de los representantes más conocidos de la asamblea de la Plaza Rural. Actualmente trabaja la parroquia San Francisco en proyectos sociales que incluyen a adolescentes de los barrios Constitución, Fátima I y II, Capricornio…“El tema electoral no es nada difícil. Tratar de formar una vecinal, buscar los candidatos, hacer una lista, poner a fulanito y buscar la concejalía”. Pero la cuestión pasa por elegir a los “verdaderos” representantes del pueblo. “En la mayoría de los casos, uno se encuentra con que nadie representa a nadie o sólo a su bolsillo, los intereses familiares o personales”, sostuvo.
Al igual que un sembrador que confía en el sacrificio diario, sostuvo que los frutos sólo se cosecharan después una ardua labor. “Si uno tiene pensado participar en una cuestión electoral, tiene que haber un terreno muy fortalecido, donde uno haya trabajado, haya sembrado muchas cosas: conciencia, solidaridad, compañerismo. No tiene que ver únicamente con el tema de los votos”, señaló.
Y tiene claro cual es el camino equivocado que corrompe hasta el tuétano cualquier movimiento que pretenda la autonomía de la ciudadanía: el clientelismo. “Tenemos que dejar de depender del tema de la bolsita, que lo único que hace es ganar votos aprovechándose de la buena voluntad de la gente”, indicó.
Para Salamone, el panorama en los barrios está claro. “Las cloacas rotas, las calles destrozadas, la gente con sus ranchitos que se caen a pedazos, los chicos mal comidos, las escuelas que se vienen derrumbando: esto es lo que somos”, dijo. Lo que resta es saber lo que se quiere ser. Y para ello es fundamental, en vez de dejar que dos o tres decidan, “que la gente pelee, plantee, discuta, se rebele y se meta en los lugares donde se tiene que meter”.
También sostuvo que este período que se abre tras las últimas elecciones “se van a empezar a ver cosas diferentes”. Señaló que hay una generación de jóvenes en camino que rechazan “todo lo que tiene que ver con la política, están asqueados”, y que en los próximos períodos “van a dar el cambio”.
Por último, dijo que se iba a sumar al grupo de gente que quizás no conoce pero que está trabajando en el campo social con una visión de cambio. “Queremos cambiar la historia y estamos hartos de la misma situación”, expresó.