Galeano comenzó señalando: “esta es la tercera reunión que tenemos. Ellos nos dijeron que esperan respuestas de Paraná, que esperan que la burocracia sea un poco más ágil”. Los docentes reclaman la inspección de arquitectos dependientes de la provincia, entre ellos, el arquitecto Moisés Hassán, encargado de la regional Noreste de Arquitectura en la ciudad. “Queremos que hagan una recorrida y den un diagnóstico de que es lo que hay que hacer”, agregó.
“Queremos saber si hay riesgos de derrumbe y en que zonas. Si tiene peligro, hay que aislarlo, porque todos conocemos como son los chicos. Les decís ‘no vayas allá’, y es como decirles que vayan a jugar ahí”, explicó.
Mientras tanto, los docentes han decidido, de común acuerdo con los padres de los alumnos, no comenzar el ciclo lectivo. “Le expusimos los peligros, los llevamos a recorrer la escuela y estamos de acuerdo en que no están dadas las condiciones para comenzar”. Por lo pronto, hoy los docentes no han tomado los recuperatorios.
Cuando el personal docente retornó el 14 de febrero del período vacacional, se encontraron con un panorama preocupante. Grietas en la paredes y un alerón de material desprendido de la estructura.
“Aún no hubo inspecciones de gente entendida en el tema. El viernes vino la directora de EGB 1 y 2 de Paraná perteneciente al Consejo General de Educación y corroboró lo que se está diciendo”, agregó.
Grietas alarmantes
Ante la falta de respuestas, las docentes decidieron, por su cuenta, pedir el asesoramiento de un arquitecto particular. “Y los estudios que ha hecho demuestran que el alerón de la parte suroeste tiene peligro inminente de derrumbe”, dijo Galeano.
La docente comparó a alerón a una continuación de la estructura hacia el patio, como si fuera el “porche” de una casa. “Esta pegado a la pared. Está construido de cemento, chapa, del mismo material de la escuela. Como está pegado a la pared, puede arrastrar parte de la misma”.
Pero lo más preocupante es un posible socavamiento de los cimientos que “ha provocado un deslizamiento del terreno”. Según el informe, los cimientos pueden haber cedido porque el terreno “no estaba bien compactado o estaba mal relleno”.
Los signos visibles de la falla en la estructura son rajaduras en el interior de las aulas. “Nos decía que la forma de la rajadura implica que la viga que está por debajo del piso ha cedido hacia abajo”, indicó la docente.
Las rajaduras aparecieron en la época estival, cuando no hay movimiento en el interior del edificio, factor que acentúa los interrogantes cuando se inicien las clases. “Estamos hablando de una pared que soporta un piso arriba con nueve aulas con 30 chicos cada uno diariamente, tanto en turno mañana como en turno tarde. Son 270 alumnos haciendo presión sobre toda esa estructura y no sabemos si está en condiciones de soportar esa presión, por cuanto tiempo”, se interrogó Galeano.
En mayo próximo, la escuela “J.J. Valle” cumplirá seis años. Pero los problemas edilicios comenzaron a poco de inaugurarse. “Ya en el segundo año se hicieron algunas ‘llaves’ en esas aulas de atrás porque se notaba el movimiento del terreno y comenzaron a aparecer algunas grietas. Se hizo una ‘lavada de cara”, recordó la docente.
Hay dos factores más que dificultan aún más la situación. “En la zona que estamos, no tenemos servicio de ambulancias. Vos llamás a una ambulancia y es muy difícil que pueda llegar. Generalmente no hay ambulancias en la zona”, precisó la docente.
Respecto de los seguros que deberían ofrecer cobertura ante cualquier accidente, Galeano explicó que la póliza no cubre a los edificios que no están en óptimas condiciones. “El seguro no se va a hacer cargo si nosotros nos exponemos a un riesgo que ya era conocido”, indicó.
Mientras tanto, el personal se mantiene en estado de asamblea permanente.
Problemas de seguridad
A la escuela 74 concurren, distribuidos a la mañana y a la tarde, 800 alumnos, 600 de EGB 1 y 2 y 200 de EGB 3. Además, por la noche funciona la escuela de adultos Nº 35 “Almirante Brown”.
Al problema de la infraestructura se le suma la falta de seguridad en la que está inmersa la escuela. Rodeada por el barrio “Fátima II”, uno de los barrios más pobres de la periferia, la escuela es víctima de numerosos hechos vandálicos. Hace algunos años, un profesor de Educación Física recibió un balazo en un pie, cuando fue asaltado para quitarle sus zapatillas.
“Sin ir más lejos, anoche entraron en la sala de jardín. No sólo que roban sino que destrozan. En el aula de jardín estaba todo el material desparramado, habían defecado dentro del aula. Lo que nos duele es que el 80 % de ese material sale de nuestro bolsillo. Un pequeña parte viene del gobierno”, indicó Galeano.
El año pasado sustrajeron 72 parasoles de aluminio, sospechan los docentes, para vender el material a los recicladores. “Quedaron las ventanas de vidrio a la intemperie”, dijo.
En la escalera de descanso, esta misma mañana, encontraron vidrios esparcidos entre los escalones. “Suponemos que han tirado piedras y han caído los vidrios para adentro. ¿Que pasaba si en vez de ocurrir eso un día domingo, sucedía cuando íbamos subiendo las escaleras con los chicos?”, se preguntó esta maestra.