El Indec arrojó algunos datos acerca de la fuerte desaceleración de demanda en supermercados. La facturación sumó 87.265 millones de pesos en el primer cuatrimestre, con un aumento nominal de 27,6 por ciento respecto del mismo período del año pasado. La cifra posibilita inferir que, con una inflación de alrededor del 40 por ciento interanual, los grandes centros de compra minorista registraron una importante caída en la cantidad de productos vendidos. El rubro alimentos, pese a que fue uno de los que experimentó el mayor alza de precios en los últimos meses, anotó uno de los peores desempeños en materia de facturación, con una suba del 23,5 por ciento, cifra inferior respecto del promedio.
Los medianos y pequeños comerciantes son los que más sufren la recesión y la disparada inflacionaria. “En Rosario el cierre de locales de escala mediana y baja fue masivo. En lo que va del año ya se contabilizan 1.500 establecimientos que dejaron de funcionar por el desplome de la actividad”, dijo a este diario Claudio Boada, director de la Unión de Usuarios y Consumidores. En la cuenta están incluidos almacenes barriales, pero también locales gastronómicos (como pizzerías) y de indumentaria, entre otros.
Boada aseguró que el parate del mercado interno fue muy fuerte y se observó en todos los rubros y regiones. Mencionó que en centros comerciales de zonas acomodadas como Pilar la caída del consumo también fue notable. “Los vendedores de los shopping te dicen que ahora la gente pasea pero compra poco”, detalló. Precisó además que el turismo fue otra de las actividades con importante desaceleración. “En localidades turísticas como Areco los hoteles estaban acostumbrados a trabajar los fines de semana con un 80 y hasta 90 por ciento de capacidad instalada. Pero ahora tienen dificultades para alquilar tres habitaciones”, aseguró.
El fuerte retroceso del consumo en los últimos meses no sólo afectó a los pequeños sino que modificó los planes de negocios de las grandes multinacionales que concentran la actividad de la comercialización minorista en el país. Por caso, el grupo Cencosud, que maneja los establecimientos Super VEA, Jumbo, Disco y Easy, avanza en el cierre de distintas sucursales y desafectación del personal. Uno de los casos más incipientes es el del Disco de la avenida Directorio al 1200. La empresa intervino en el proceso de elección de delegados y los trabajadores aseguran que el próximo paso sería el cierre de la sucursal, en la que trabajan casi 80 empleados en tareas de cajeros, repositores y del personal de limpieza. En marzo de este año ya había cerrado el Disco de la avenida Las Heras y Austria, generando el despido de toda la plantilla sin reubicarla en otros locales de la propia firma.
En lo que va de 2016, se registró el cierre de más de media docena de sucursales de las grandes cadenas en la Ciudad de Buenos Aires. La intención de estos grupos es aprovechar las tensiones del mercado laboral de los últimos meses para desafectar al personal con mucha cantidad de años de antigüedad, al tiempo de reemplazar locales de mayor tamaño por sucursales pequeñas con empleados en condición de elevada flexibilización laboral. Los gremios denuncian que en los últimos meses se incrementaron casos de locales con balanzas para pesar mercadería y cajeros sin asistencia constante de trabajadores, el cierre de bocas de venta asistidas (por caso para electrónicos), empleados con tareas múltiples y la contratación de trabajadores tercerizados de jornada reducida por seis meses.