La mañana del 9 de octubre, Sebastián Pelayo fue condenado a 13 años de prisión por abuso sexual y llevado de manera transitoria a la Jefatura Departamental Policial mientras aguardaba el traslado a la Unidad Penal. Menos de una hora después de ser encerrado, el hombre se quitó la vida utilizando los cordones de sus zapatillas y un cinturón. “A mí me llama la atención que en el 99 por ciento de los casos no se decreta la prisión preventiva a una persona cuando es condenada en primera instancia, sino, hasta que el fallo quede firme”, destacó Briceño. “Pero este muchacho es de apellido Pelayo y forma parte de una familia estigmatizada”, aclaró. “Si hubiera sido otra persona, estoy seguro de que no le hubieran dictado la preventiva”, sentenció.
Sobre la manera en la que el hombre se quitó la vida, Briceño remarcó que esta fue siempre una causa "plagada de defectos" y con una pésima investigación. Así mismo, consideró que al gran error que tuvo el tribunal, se le sumó otro mucho más severo por parte de quienes debían estar a su cuidado. “Es increíble que a una persona que acaban de condenar la trasladen y alojen en una pocilga, sin ningún tipo de guardia ni control y sin observar ninguna medida mínima de seguridad”, afirmó y añadió que no sabe qué cámaras son las que van a investigar para esclarecer el suicidio ya que “tengo entendido que las cámaras apuntan al pasillo, a las rejas y no al interior de la celda. No sé de qué manera podrían servir”, sugirió.
Finalmente, el abogado defensor reitrró que la prisión preventiva se utiliza en última instancia y este no era el caso. "Sebastián pasó 4 años cumpliendo con todas las reglas y sin verse involucrado en nada”, exolicó. “Pero cuando te la quieren dibujar lo hacen, digas lo que digas y Pelayo es una familia estigmatizada. Estoy seguro de que si era otra persona, no se la hubieran dictado", concluyó