Llorarlo sería poco: ¿Qué hicimos entonces?

Está claro que si realmente se pretende un recambio generacional que permita la institucionalización e profundización del Modelo, y que además promueva la diversificación de los espacios de participación, es indefectiblemente necesario, urgente y prioritario, generar una política de formación intensiva de cuadros en todos los sectores de la militancia política. Esto no puede hacerse –por más que se fuerce, se promueva y se publicite desde el Estado Nacional- si no hay dirigentes abocados e interesados en que esta tarea se realice.

La muerte de Néstor Kirchner movilizó a una incalculable cantidad de adolescentes y jóvenes a la acción política. En Concordia, como en el resto del País se vivió con una efervescencia tal, que cuando quiso conformarse le mesa local de conducción de la agrupación nacional “La Cámpora” a la primera convocatoria en el partido justicialista concurrieron cerca de 170 jóvenes y otros tantos abarrotaron con preguntas y mensajes el sitio oficial de esta agrupación en Facebook. Una situación muy similar se vivió con el fenómeno “Kolina”

La respuesta, simiesca de algunos dirigencia locales, fue –por un lado- competir por “el sello” de La Cámpora y de Kolina, como si se tratara de un mero contenedor de gente, y ver quien se quedaba con la convocatoria que la muerte de Néstor había significado. Por supuesto, nadie se hizo cargo de semejante actitud mundana. En tanto desde otro sector la apuesta fue hacerle el vacío a dichos espacios, llegando incluso a retirar a sus jóvenes integrantes de las mismas.
Se dieron situaciones que iban desde lo irrisorio hasta lo deprimente. Cuando se pretendía hablar de formación política, las opciones no superaban las de llamar a dirigentes con mucha trayectoria para contar sus experiencias. Lejos se estuvo siempre de hablar del peronismo y su doctrina, y mucho más lejos de sus distintas tendencias. Cooke y Jauretche, Evita y el propio Perón fueron totalmente prescindibles para esa extraña metodología de formación de cuadros, y claramente ni siquiera se propuso nunca haces tal cosa.

En fin, de más está decir que era más de lo mismo de la viejas y simiescas practicas aparatistas, donde no existía un interés genuino de formar cuadros, y prepararlos para la participación política, sino de mover a los pibes de acá para allá con la banderita de La Cámpora, de Kolina, o de la agrupación que fuera. Claro que había quienes se acercaban y quienes participaban por ese interés genuino, pero había más de los otros.
De los que “Estaban en la chiquita” y otros tantos que no estuvieron en la chiquita ni en ninguna otra porque directamente no estuvieron, y a un año de la gran convocatoria que explotaba por todos lados, de pibes que se querían sumar a un espacio joven para militar en el peronismo; la ecuación matemática nos dice que de una convocatoria de ese tipo debiéramos esperar, por lo menos diez veces más de los resultados que hoy se pueden ver. Pero aunque así debiera ser, no lo es.

Muchos de los pibes que se fueron, expresaron su apoyo y necesidad de militar con el voto en estas elecciones. Algunos otros se sumaron a otras agrupaciones, y los que se habían peleado por “el paquete” se replegaron a las respectivas agrupaciones de las que provenían.

Los únicos que perdieron fueron los chicos que, o se volvieron a sus casas, o quedaron para repartir volantes y llevar banderas. ¿Dónde estaba la dirigencia kirchnerista?
De los demás partidos ni siquiera eso se puede decir, directamente no hubo el más mínimo interés no solo en formar cuadros, sino que los que se animaban a opinar eran ridiculizados por dinosaurios que ya de por sí solos son la viva expresión de la ridiculez. E inclusive el PRO, el partido de Mauricio Macri, que había armado una rama juvenil para las legislativas 2009, vio una sensible reducción en ese espacio, y si no fue así, hicieron todo lo posible para que no se notara.

Pero volviendo a los que fueron bendecidos por la mística que bien había ganado Néstor Kirchner, y que con su muerte inundó las filas del Frente para la Victoria. ¿Cuánto les pudo haber costado a los dirigentes locales y regionales del PJ, invertir tiempo y saliva, a lo sumo unas monedas para los libros, en formar a esa ferviente adolescencia, en los ideales sobre los que se edifica el Modelo Nacional y Popular?
No es cuestión de generalizar, hay algunos pocos que lo han hecho, y que no son precisamente los que contaban con más recursos para hacerlo.

No. ante la oportunidad, primaron los intereses personales antes que los del conjunto.
Hoy se puede empezar de vuelta, aunque ya no son tantos los que se acercarán ni con tanta efervescencia. Claro está que en esta ecuación los únicos que ganan son los que ya están y que no se quieren ir de su pequeña o no tan pequeña porción de poder.

Por estas horas, en las que comenzarán seguramente a conocerse declaraciones de dirigentes del peronismo local, sería bueno que comentaran que han hecho para apuntalar y fomentar el recambio generacional de la política en la región y en la provincia.
¿A donde están las escuelas de cuadros? ¿o es que a caso entienden que el único papel de la juventud es el de repartir volantes en la Costanera?
Tal vez hoy, alguno de los noticiosos de TV tenga la elocuencia de pasar el discurso de Hugo Chávez, aquel que pronunció en el aeropuerto de la Fuerza Aérea Argentina el primer mandatario Venezolano, cuando vino a participar del velatorio del ex presidente, que era además Secretario General de la Unasur, entidad que comenzó a forjar desde su presidencia y continuó después de cumplido su mandato.

En ese discurso Chaves diría una frase de hondo sentir en el pueblo sudamericano: “Llorarlo sería poco, hay que imitarlo” dijo Chávez. La frase se asemeja mucho al pedido que él Che Guevara le hiciera a sus hijos en la memorable carta que escribe antes de irse al Congo: “Si muero no llores por mí, haz lo que yo hacía y seguiré viviendo en ti”

Por esa razón, porque creo que sería en vano recordar los meritos de Kirchner en este aniversario de su muerte –los demás medios se encargarán de ello-, si no nos ocupamos primero de ayudar a que germine la más importante de sus semillas, la que logró sembrar en el corazón del campo popular y de la juventud; la semilla de la participación, de la militancia; es que no encuentro mejor homenaje, que este reclamo y esta autocrítica a toda la sociedad, pero particularmente al peronismo y dentro de este con mayor razón el kirchnerismo, y los dirigentes que han sido electos por esta fuerza.
Sin ello, sin ese recambio generacional, para el cual es imprescindible la formación de cuadros, será imposible consolidar el Modelo Nacional y Popular, y por tanto se estará contribuyendo a su declive.

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