TODO TRUCHO : LAS PRUEBAS DEL FISCAL ARIAS
Luego que el fiscal José Arias decidiera, con las pruebas en la mano, la urgente detención de los funcionarios policiales, Juan Ifran (Oficial) y el suboficial, José López, el jefe de policía, Marcelo Den Dauw, en vez de tomar represalias contra esos policías que empañan la institución, salió con tapones de punta contra la justicia y el propio fiscal, aunque sin nombrarlo. En otras palabras avaló el atentado contra la libertad y la mentira, cometido por sus subalternos.
El episodio tuvo lugar en la seccional tercera de policía cuando una joven mujer de apellido Cano denuncia un robo y ofrece las características del ladrón. En rigor, un conocido amigo de lo ajeno.
A partir de aquí, la policía detiene al sujeto, convoca a esta denunciante a firmar un acta y afirmar que efectivamente ese celular que le habían robado era ese que le devolvían en ese acto.
A renglón seguido, los policías elaboran otra acta que supuestamente hacen firmar a dos testigos presenciales confirmando estos que estaban presentes al momento de la detención y que la fuerza de seguridad le secuestraba en ese acto el celular.
Todo esto llega a manos del fiscal que decide la prisión del supuesto delincuente. A partir de allí, la defensa de Pais (Alexis, alias 'Bote'), el abogado Sarli y en conocimiento de la falsedad del hecho se presenta y solicita medidas de prueba para demostrar la inocencia de su defendido.
El fiscal primero descubre que en las llamadas que registra ese celular aparecía uno de los policías, López lo que le resulta extraño ya que eso le ofrecía la hipótesis de una supuesta connivencia de la policía con el ladrón o que ese celular no se lo secuestraron a quien él había decidió mandar preso.
Llama entonces a la supuesta víctima del robo y esta niega que ese sea su celular y cuenta que en realidad la policía le pidió, para agilizar el trámite de detención, que firme un acta (o sea la prueba trucha que la policía ofreció al fiscal).
Seguidamente Arias llama a los testigos que supuestamente habían estado al momento de la detención del tal Pais. Esos testigos eran un hombre y una mujer. Ambos niegan ante el fiscal haber sido parte de ese episodio.
LOS POLICIAS EN VEZ DE INVESTIGAR, INVENTAN PEREJILES
Lo que este episodio deja en claro, es cómo funciona el sistema. La policía necesita quedar bien frente a la sociedad para lo cual se muestra deteniendo a los autores de hechos delictivos. Luego como en este caso, la justicia observa que hizo detener a una persona que no tiene culpa de ese hecho del que fue acusado y debe liberarlo.
A partir de allí comienza a funcionar el truchisimo argumento de “entran por una puerta y salen por la otra”. ¿ a quién culpa la sociedad en ese caso? A la justicia, obvio, con esta afirmación : “la policía hace lo que puede, pero con esta justicia… que querés”. Así de simple y de terror.
Lo que en realidad sucede es que, en vez de hacer el trabajo de investigación como corresponde, la policía, muchas veces y como en este caso, engancha a un perejil (que puede o no tener antecedentes), en este caso sí los tiene (de hecho el autor de esta nota ha sido víctima de este mismo grupo familiar), pero no hace su trabajo (investigar) como corresponde.
El fiscal que en este caso SI hizo su trabajo y bien, es vituperado por la policía y vapuleado por una parte de la sociedad a la que no le importa la verdad de los hechos, solo la violencia contra aquellos a los que estigmatiza y tiene como culpables de todo.
AQUÍ LA INTERPELACION ES TAMBIÉN PARA URRIBARRI
En un sistema democrático, la policía no se maneja por si misma, el jefe es el ministro de gobierno y, en este caso, el ministro es Mauro Urribarri.
Urribarri es el principal responsable de este tipo de brutalidades que no terminan aquí. Como jefe de esa institución, que parece estar volviendo a los años 90, debiera preguntar a jueces y fiscales para que le cuenten que de cada 10 personas que ingresan a la policía como supuestos autores de delitos, 8 denuncian apremios. Esa es la proporción, que lo sepa él y que lo sepa la sociedad.
Los apremios contados a DIARIOJUNIO por funcionarios judiciales, son “Submarinos” o sea meterles la cabeza dentro de un tacho con agua o el “seco” que es ponerle una bolsa de naylon y ahogarlo ; los bastonazos en la espalda (para que no queden marchas) o igual, los golpes en la planta de los pies. Métodos utilizados en los años 90 cuando la pobreza aumentaba en la misma proporción que los delitos.
Volver a los años 90 significa perseguir jóvenes con caras de expediente y acusarlos de hechos que no cometen como hizo Jorge Busti con el supuesto “Chacal” al que acusó falsamente de haber sido el autor del secuestro de una niña Fernanda Aguirre que aún hoy permanece desaparecida.
Ese supuesto chacal era uno de esos perejiles y ladronzuelos a los que la policía acudía cada vez que necesitaba salir del paso frente a una sociedad reclamante. Era carne de cañón, cada vez que necesitaban un culpable ahí estaba él y tantos otros.
Ese chacal terminó “ahorcado” en su celda a pesar de que no tenía ninguna posibilidad de suicidarse de esa manera.