En efecto, una persona que había concurrido al Hospital San Martín a hacerse el estudio del VIH recibió el aciago resultado en el consultorio del médico: el primer estudio le había dado positivo y el confirmatorio también. Al consultarle al médico sobre si existía alguna posibilidad de que el estudio esté equivocado, la respuesta del médico fue negativa.
Como se sabe, para determinar si una persona tiene el VIH se realizan dos estudios. El primero se llama Elisa y detecta alguna anomalía en la sangre, la presencia de algún anticuerpo “raro” (puede ser de VIH pero también puede ser angina o infección urinaria). Como no es exacto, si el Elisa da positivo, para confirmar la infección por VIH se debe hacer un segundo estudio específico que se llama Western Blot.
Si este segundo estudio da positivo, el médico comunica ahora sí la situación al paciente, y comienza el tratamiento. Eso fue lo que le pasó a esta persona en particular. Pero el paciente decidió hacerse otro estudio en el laboratorio del Hospital para convencerse de su nueva situación, y el resultado dio indefinido. Ante esa nueva situación, el médico ordenó otro estudio en un laboratorio privado, que dio resultado negativo, al igual que otro estudio más, de acuerdo a lo informado por El Diario.
Ante esa situación, el paciente decidió accionar judicialmente contra el hospital para que se investigue el hecho pero los abogados le advirtieron que, vista la jurisprudencia, en la mayoría de los casos los jueces fallan a favor de los médicos. Además, la hoja donde figuraban los resultados positivos tenía una nota al pie en la que constaba: “El presente estudio no constituye diagnóstico y debe complementarse con otros estudios”, frase que puede interpretarse como un paraguas para amortiguar una eventual equivocación.
Hoy se sospecha que hubo una confusión con las muestras de sangre, y que el paciente que estaba infectado no se enteró, al menos en esa oportunidad, de su enfermedad.