Las reinvenciones solo suelen tratarse de permanencias

En estos días se pudo conocer un caso de violencia de género. Una vez más la lucha tiene nombre de mujer, nombre y apellido. Sabemos quién es, cuántos años tiene, dónde y cómo vive. Qué publica en sus redes, cuántos seguidores tiene. Si es madre, si trabaja, si es buena hija, si sale los fines de semana, si va a bailar…etc., etc, etc.

Pero no se pretende entrar en el caso particular, del que ya se ocupan las noticias y los periodistas. El tema es analizar como el patriarcado se reinventa, para permanecer.  

¿Por qué tanto saber de ella y tan poco de ellos? No importa cómo se llama, lo que importa es que es mujer. No importa cómo vive, cómo se viste, qué edad tiene. Lo que importa es que fue violentada. Lo que importa es que es mujer.

El patriarcado fue teniendo distintas conceptualizaciones que construyen cosmovisiones muy amplias y profundas, que se repiten con el solo objetivo de disciplinar a la mujer. Por ejemplo, se habló cientos de veces de “animalada” cuando una mujer abortaba o abandonaba sus hijos. Pero nunca se hizo referencia, de la misma forma, a los varones que muchas veces obligaban a abortar a sus parejas (cosa que jamás se puso en tela de juicio ante el debate por la ley del aborto, las mujeres tienen derecho a decidir sobre sus cuerpos y muchísimas veces tuvieron que abortar en contra de su voluntad, por largo tiempo, sin opción a decidir) y, ¿abandonar? estaba totalmente naturalizado, si el varón no se hacía “cargo” es esperable, si la mujer no se hacía “cargo” es repudiable. Así se construyen las cosmovisiones.

Otros ejemplos: la “reina del hogar”, con su costado humorístico “en casa ella lleva los pantalones”. Si se repiensan estas frases tan escuchadas, tan sarcásticamente pronunciadas, se puede observar cómo se “ubicaba a la mujer en el lugar que le corresponde”, con seudoternura o con seudohumor; la mujer en la vida privada, adentro de la casa, el varón atendiendo la cosa pública, en el campo de la toma de decisiones. En relación directa a esto se puede vincular lo que por estos días se discute en la CGT (Confederación General del Trabajo), si habrá o no cupo femenino o si las secretarías serán compartidas en cuanto a género; el sindicalismo todavía es campo de dominio masculino. Aunque la revolución industrial, allá por el S XIX comenzaría con las tejedoras en las fábricas textiles.

Cientos de ejemplos se pueden citar, pero es oportuno detenerse en la reinvención que circula por estos días dado el caso de violencia de género de la ciudad de Concordia (y uno casi simultaneo con igual denominación en Santa Fe).

Cada aspecto del patriarcado y el machismo que construye, es parte de su propia reinvención. La más reciente es la idea de “manada” que surge de la autodenominación de un grupo de varones que en 2016 violaron a una joven de 18 años en España, mediáticamente conocidos como “La Manada”. El caso fue muy controversial y terminó condenando a 9 años de prisión a cinco hombres, considerando que la víctima tuvo una actitud sumisa y pasiva, lo que acotó los años de condena, presuponiendo que no hubo violencia.

Se lee en los titulares periodísticos “violación en manada” y así la sociedad elabora la idea de animalidad, de irracionalidad, son “pobres” seres biológicos que no pueden dominar sus instintos.

¡No, señoras y señores! No existe una sola especie animal que viole en manada. No hay una sola especie que ataque, y mate a la hembra solo por placer y menos en grupo. Eso solo lo hacen los varones de la especie humana: racionales, educados, pensantes construidos en el marco del patriarcado que se resiste a dejar su poder, con el que domina, posee, intimida, violenta y mata.

No son una manada, son machos humanos que se creen con poder y autoridad. No son irracionales, son varones que saben lo que hacen y saben que lo pueden hacer. No son enfermos, ni locos, ni adictos, son producto del patriarcado.

La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), considerada también como la carta internacional de los derechos de las mujeres, fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979, adquiere rango constitucional en nuestro país, desde la reforma de 1994, cuando fue incorporada al Art. 75 inc. 22.

Por su parte la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, sancionada por aclamación en Belén Do Pará (Brasil) en 1994, es el primer tratado internacional dedicado exclusivamente al derecho de todas las mujeres a vivir libres de violencia.

En Argentina rige desde 2009 la Ley Nº 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales que tipifica en su Art. 4to Inc. 3. la violencia sexual como: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.

Pero aun así hubo en los últimos tiempos, en Argentina, una mujer muerta cada 30 hs y, a veces cada 23 hs.  ¿Violadas? No se puede saber cuántas, porque muchas no denuncian, otras no saben siquiera que están siendo violadas, porque la naturalización del machismo dominante sexual es tal que la mujer solo opta por el silencio.

Afirma Dora Barrancos [2] que la violación es un comportamiento de enorme brutalidad, pero es una manifestación claramente de las ínfulas patriarcales que están en el depósito de esas subjetividades masculinas. Es decir, no es producto de la naturaleza de la especie, ni del orden biológico de las cosas, es el resultado de un constructo cultural donde una y otra vez el poder del patriarcado se reinventa en discursos sociales, para mantenerse vivo y vigente.

Entonces no es por joven, no es por provocar, no es por la vida que decide vivir, es por ser mujer y no importa su nombre porque hay miles que día a día engrosan la lista.

Lic. Verónica López

 

[1] Rita Segato. Escritora, antropóloga y activista feminista argentina

[2] Dora Barrancos. Investigadorasociólogahistoriadoraeducadora y feminista argentina.

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