Andrea Ramírez, vive cerca del paso a nivel de calle Salta pero hace una semana y media que tuvo que evacuarse al anexo de la escuela Comercio Nº 1 ubicado por calle 3 de Febrero. “A lo primero venía linda la comida pero ahora es para perro. Los chicos ven que viene el hombre de la comida y ya se meten para adentro, no quieren saber nada”, dijo. “Hacían un guiso un poco mejor. Ahora ya es un agua con sal; un fideo todo ‘mazacoteado’ es horrible”, dice Andrea, y enseña un plato de arroz de la noche anterior que alguien masticó apenas una parte.
Yanina Espíndola dejó su casa de madera ubicada en Néstor Garat y Lamadrid, barrio Villa Busti. También se evacuó junto a sus hijos a la escuela de Comercio. Al referirse a la comida, dijo: “la leche es un agua. Encima los chicos míos ‘cazaron’ llagas, empezó la bebé y terminó el más grande”.
En tanto, Andrea pidió que les traigan los elementos para cocinar. “Yo perdí la cocina pero tengo un vecino acá que me presta la cocina”, dijo. “La comida ya no se puede comer más. Te voy a decir la verdad: sacamos para los perros que están acá arriba del techo cuidándonos nuestras casas”, agregó.
Andrea no tuvo tiempo de retirar varios muebles. “Perdimos cocina, mesa, silla, aparado, cama, ropero”, detalló. “Golfarb nos mintió; yo se lo dije en la cara al intendente que nos mintió porque el dijo el pico máximo es de 13 (mts.) y el lunes cuando me levante tenía toda el agua adentro”, dijo la vecina. El agua llega a su casa cuando la altura llega a los 14 mts. Por su parte, Yanina dijo: “no tenía casi nada y lo poquito que tenía lo perdí todo. Principalmente las camas de ellos, las zapatillas, ropa, colchones, hasta las frazadas”, indicó.
Consultadas sobre el anuncio de un plan de viviendas para erradicar a las familias que habitan cotas inundables, Andrea dijo: “si nos dan nos vamos sí pero ahora queremos, cuando baje el agua, que nos bajen todas las cosas que nosotros perdimos”. La vivienda es de material. “Yo voy y me paro en la esquina y es llorar y llorar al ver que mis cosas están ahí adentro bajo el agua”, expresó. Yanina también aseguró que se iría de tener la oportunidad. Es que tiene un “ranchito” y, encima, es prestado. “Contenta de la vida si me dan otra casa para estar tranquila con mis hijos”, indicó.
Comida de invierno
Juan José vive en calle Carriego, en el barrio Puerto. Su casa está por debajo de la cota 14. “Cuando llega a 12,50 (mts.) ya estamos saliendo”, explicó. Sergio Gómez vive en Chacabuco y Pasaje Libertad, barrio Tiro Federal. En realidad, no debería haberse inundado porque esa zona está cubierta por la Defensa Sur. “Llegamos acá porque, con la lluvia, no dio abasto la bomba y nuestra casa se inundó con el agua cloacal”, explicó. Ambos se alojaron junto a sus familias en la escuela Nº 42 Belgrano. Trece familias ocupan igual número de aulas mientras que las clases finalizaron y los alumnos cursan los recuperatorios en el salón de actos.
Nuevamente las quejas apuntan a la comida. “Más que nada por el estado y el calor por ahí complica un poco el sistema de cómo llega acá. Más que nada se los puede ver en los chicos porque empiezan con vómitos, diarreas”, dijo Sergio, quien de todas maneras aclaró no estar disconforme sino agradecido por la asistencia alimenticia. “Un día vino el chorizo en mal estado. No queremos decir que todos los días viene en mal estado”, agregó Juan José. “Con 30 y pico de grados de calor no se puede estar dándole a las tres de la tarde a los chicos una comida pesada con lentejas. Es comida de invierno”, agregó.
La otra queja es el estado del agua de la red. “El estado no es óptimo para tomar. Se la ve no de color clara”, dijo Sergio. No obstante, siguen bebiendo de la canilla. “No queda otra”, acotó el vecino del Tiro. “Acá vino una gente de la Cafesg y se le plantó ese tema. Tomamos del agua y la gente de la Asistencia Pública, los médicos y todo eso tienen mayor trabajo y genera mucho gasto, el medicamento para los chicos, para nosotros. Pedimos que al menos nos provean agua para tomar”, explicó Sergio.
Por su parte, Juan José muestra una cicatriz en un antebrazo y relata como fue que se confió en el relato de un efectivo de Prefectura que conocía, quien le había asegurado se quede tranquilo porque el agua no iba a superar los 12,40 mts. “A los 20 minutos me encontré con él en la misma esquina y estaba sorprendido porque le largaron agua. Me dice: ‘yo ya no sé que pensar porque nos dicen esto y ahora tenemos esta agua’”, detalló, y manifestó su desconfianza de los datos que pasaba la CTM a Prefectura.
“Fui levantando los muebles al extremo de que tuve que subir cosas arriba del techo y me he caído porque pise mal tanto el brazo como una parte del pecho que caí arriba de una especie de galería, de un travesaño, porque sino caía de cabeza”, dijo el vecino del barrio Puerto.
“Perdí una galería de 18 por 2,40 (mts.) con chapas de fibrocemento”, indicó Juan José. Su casa mira de frente al Parque Mitre y la parte de atrás a un baldío. El agua proveniente del río y del arroyo circula libremente sin obstáculos. “Arrastran una especie de troncos grande que vinieron, vencieron los palos y rompieron la galería”, explicó. También deshizo parte de la churrasquera y afectó un dúplex que había construido uno de sus hijos en el fondo. “Nos rompimos el alma toda una vida para tener lo que tenemos. Los políticos hablan pero cuando bajan las aguas quedamos llorando porque se nos rompe todo”, señaló el vecino del Puerto.
