Las opciones electorales para el año que viene

El jueves 2 se terminaron de definir las candidaturas para el proceso electoral en marcha, que desemboca en las elecciones provinciales del 18 de marzo. Se trata de un proceso inédito en varios aspectos, si se lo compara con lo ocurrido en los últimos años.
En el plano político institucional habrá dos grandes novedades. La primera ocurrirá en apenas poco más de un mes: el domingo 17 de diciembre se estrenará el sistema de internas abiertas y simultáneas para la selección de candidatos.
Lo que en principio debería haber constituido un avance de reforma política, derivó en una trampa montada por el oficialismo para minar la competencia interna en el PJ. En la práctica, motivó la fractura del principal partido político de Entre Ríos.
La ley que instaura las elecciones primarias es de autoría de un cuadro político de mucho peso en el bustismo, el recientemente designado —contra viento y marea— vocal del Superior Tribunal de Justicia, Emilio Eduardo Aroldo Castrillón. Cuando era legislador, redactó un sistema que recorta la participación de las minorías y permite que afiliados a un partido puedan votar en la interna de otro y, por estas razones, ha sido cuestionada en su constitucionalidad.
La prueba de que la nueva legislación no aumenta la participación sino que la restringe es que sólo la UCR elegirá sus candidatos provinciales por este sistema. El resto lleva lista única, y la salvedad de que el PJ dividido dirime su interna en la general de marzo refuerza el carácter tramposo de la normativa que votó, vale recordarlo, todo el PJ unido.
La segunda novedad institucional es la decisión del gobernador Busti de convocar a elecciones provinciales en forma anticipada y separada de las nacionales. Fue una decisión táctica, que buscó restarle tiempo al armado electoral de sus adversarios (particularmente a los internos) que proyectaban votar gobernador e intendentes en octubre, junto con las presidenciales. Además, Busti pretendió evitar que su principal enemigo interno, el candidato a gobernador Julio Solanas, pueda verse nutrido de un eventual acompañamiento del presidente Kirchner, un mal que se relativiza con el desdoblamiento electoral que evita pegar boletas.
Para todo esto, la provincia deberá gastar 3,5 millones de pesos, según informó el Gobierno. La oposición estimó un costo cinco veces superior.
Pero las novedades son muchas también en el plano de las ofertas electorales. La principal ya se ha dicho: por primera vez el PJ presenta una seria división en Entre Ríos. El 99 por ciento de los candidatos que van en las listas de Solanas por afuera del PJ no expresan otra cosa que justicialismo. Se trata en su inmensa mayoría de dirigentes de una dilatada trayectoria en las filas del PJ, que ni siquiera asumen este momento como una salida de su partido y que no pueden seducir sino a votantes justicialistas.
Este quiebre en modo alguno puede compararse con el protagonizado en 2003 por Emilio Martínez Garbino, que se fue del PJ para confluir con socialistas, radicales, aristas e intransigentes. En 2007 habrá dos listas justicialistas que dirimirán la interna en la general de marzo.
Esta escena inédita en Entre Ríos se vuelve particularmente complicada para el PJ oficial si se toma en cuenta que el candidato a gobernador Sergio Urribarri —él mismo lo dice en sus discursos— no lidera ni pretende hacerlo, sino que ocupa ese lugar simplemente porque no fue posible reformar la Constitución Provincial para habilitar la reelección de Busti, por lejos el dirigente político más importante de la provincia, que no ha dado lugar al surgimiento de nuevos liderazgos.
El PJ con su caudal electoral repartido en dos candidatos es lo que alienta las chances de recuperación de la UCR, que a pesar de De la Rúa, Montiel y los Bonos Federales sigue siendo el principal partido de la oposición, con una estructura que cubre todo el territorio entrerriano. Los más optimistas sueñan con volver al gobierno provincial: dicen que alcanza con mantener el caudal de votos de 2003, del 34,3 % y no prestan mucha atención a que el punto de partida es el 21,7 % de 2005, las dos veces con Sergio Varisco como cabeza de lista.
El caso de Varisco es un buen ejemplo. A pesar de su objetivo retroceso en imagen pública, se nombra hoy como uno de los aspirantes a la intendencia con más chances. Ocurre que esas chances no provienen de méritos propios sino de defectos ajenos, empezando por los que exhibe la propia gestión de Solanas al frente del municipio y terminando en el caudal electoral del PJ que estará repartido entre Raúl Solanas y el candidato del bustismo que saldrá de la interna de diciembre entre siete aspirantes. Vale recordar que en 1999, Varisco le ganó la intendencia a Solanas por apenas 1.022 votos. Ahora, el candidato no es Julio, sino su hermano Raúl (que, como Urribarri en el bustismo, nada lidera) y los votos del bustismo (que nunca alcanzaron para vencer al solanismo en Paraná) no lo acompañarán en esta general.
Claro que, primero, Varisco deberá vencer en diciembre a Fabián Rogel, que se esperanza con revertir el revés de la interna cerrada de la UCR del pasado domingo con el voto de los independientes.
En cualquier caso, el riesgo de retroceso más evidente para el PJ se presenta en las numerosas intendencias donde no ha ganado por un amplio margen.

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