Algo similar ocurre con el estado de la rutas y caminos del departamento. La ruta Nº 1 que une a Chajarí con San Jaime de la Frontera está en lamentables condiciones. A pesar que personal de la Zonal XIII de Vialidad hace lo que puede, en realidad esta ruta debe ser enripiada nuevamente en su totalidad, pero según indicó el jefe de la Zonal, Arturo Alvarez, no hay presupuesto para ello.
El estado de la ruta Nº 2 que une Santa Ana con Feliciano, en tanto, presenta también dificultades a pesar que está pavimentada. No son pocos los tramos en los que se debería hacer un urgente bacheo y marcado, además de un tramo de 6 kilómetros que está totalmente destrozado y en el que el asfalto es sólo un recuerdo. Alvarez dijo que posiblemente este tramo sea repavimentado, aunque en realidad habría que repavimentar toda la ruta.
En tanto otros caminos internos están también en condiciones que complican la transitabilidad. Aquí, a las lluvias debemos sumar el tonelaje de los camiones que no siempre guardan relación con la cantidad de ejes. Caminos de ripio con evidentes signos de deterioro, otros de tierra poco menos que arruinados, alcantarillas que no soportan el peso de los vehículos, son algunos de los inconvenientes.
Pero hay más, ya que la citricultura también se ve afectada por las lluvias, al no poder trabajar correctamente en lo que a la cosecha se refiere. Al no poder sacar la fruta, ésta cae de la planta y se pierde, asimismo, el exceso de humedad termina arruinando el citrus, ocasionando pérdidas indiscutibles.
También se perjudican los trabajadores de la fruta, ya que al no poder cosechar no cobran, por lo que su situación no es menos alarmante.
Finalmente, esto se nota en los comercios, porque si la gente no trabaja y por ende no cobra, tampoco tiene para gastar.