Las leyes más importantes sufrieron enormes presiones corporativas

La Ley de Medios fue uno de los casos más evidentes. El momento cumbre lo tomó al Grupo Clarín sin su hombre permeable en el gobierno: Alberto Fernández había renunciado en julio de 2008. La presión, entonces, adquirió formas diversas. Una de ellas, tal vez la más simbólica, caricaturesca y aceitosa, fue el alquiler de dos suites en el Hotel Savoy, a metros del Congreso de la Nación, por donde pasaron, según dicen las crónicas de aquellos días, legisladores como Francisco de Narváez y Alfredo Atanasof, atendidos por dos directivos del grupo. La diputada Elisa Carrió no dijo nada sobre el asunto.
Los días calientes de la Resolución 125 mostraron otros matices. El lobby de los ruralistas fue anunciado y televisado. Llegaron al Congreso y fueron atendidos por legisladores de todos los sectores. Cada uno, a su modo, hizo notar qué interés defendía. Y eso que los sujetos de esa política eran bien distintos. Tan diferentes, que un sector de la Federación Agraria Argentina negoció la segmentación de las retenciones con el oficialismo, una discusión que se sintetizó en el abrazo de Agustín Rossi y Eduardo Buzzi cuando el proyecto fue aprobado en Diputados. También hubo fuertes presiones de las grandes compañías agropecuarias y de los pools de siembra. Pero estos eligieron jugar a la sombra. Muchos legisladores los escucharon.
Los bancos extendieron sus tentáculos hasta donde pudieron durante la estatización de las AFJP. Y no se escucharon quejas. La Iglesia sacó a la calle argumentos llenos de polvo, cuando la discusión fue la ley de matrimonio igualitario, que emparejó en derechos a las parejas homosexuales con las heterosexuales.
Más cerca en el tiempo, la ley de protección a los glaciares también expuso distintos costados sobre la misma cuestión. Hubo negociación entre los legisladores: Daniel Filmus y Miguel Bonasso, como representantes de un sector del Frente para la Victoria y de Proyecto Sur, tardaron meses en consensuar un proyecto. Hubo llamados y discusiones. Un grupo de ambientalistas convencidos trabajó para hacerles ver su punto de vista a los legisladores. Las grandes empresas, como siempre, prefirieron el trabajo de presión, las reuniones no blanqueadas en público, y una enorme inyección de dinero para publicitar los beneficios de la polémica minería a cielo abierto. Fue tan fuerte la jugada que un grupo de intelectuales advirtió: “En los últimos días se registró una notable avanzada de la Cámara Empresarial de Minería, que realizó grandes solicitadas en diarios, así como llamativas visitas a los despachos de senadores, presionando por un rechazo y/o modificación de la ley.” Que fue aprobada, contra todos los pronósticos.
Dos proyectos, aún en etapa de debate, también sirven para mostrar cómo pelean los músculos del poder: el proyecto para que las empresas repartan ganancias, como se hace en muchos otros países, por ejemplo en México y Brasil. Y el que intenta regular un mercado filoso como es el de empresas de medicina prepaga. En los dos casos, se juega fuerte en los despachos del Congreso. Hasta el límite.

Antecedentes

La Resolución 125.

Hubo presiones de todo

tipo: televisadas y a las

sombras.

Ley de Medios. Directivos del Grupo Clarín recibieron a legisladores en dos habitaciones del Hotel Savoy.

Estatización de las AFJP. Los bancos presionaron para no perder uno de sus negocios más rentables.

Matrimonio igualitario. La Iglesia católica y las Iglesias evangélicas sacaron a la calle su presión.

Protección de glaciares. La Cámara de las empresas mineras jugó fuerte en el Congreso y en los medios.

Hoy se debate una ley para repartir las ganancias de las empresas, y otra para regular a las de medicina prepaga.

Fuente: Argentino

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