Desde la recuperación de la democracia, en l983, los dos partidos tradicionales de la provincia – la UCR y el PJ – se han repartido el ejercicio del poder, con una muy escasa participación de otras fuerzas que han pretendido aparecer como alternativas a este bipartidismo que no ha arrojado muchos beneficios para Entre Ríos.
En todos estos años, por derecha, izquierda o centroizquierda, variados han sido los intentos de meter una cuña entre esas fuerzas mayoritarias, sin resultados apreciables o al menos, duraderos.
A que se debe esta situación? Es que los entrerrianos son todos peronistas o radicales? No hay lugar para un pensamiento alternativo a los mismos?.Estas preguntas adquieren un cuestionamiento mayor si consideramos que los gobiernos de estos dos signos políticos no han sido exitosos como para concentrar el favor de la población. Por el contrario, tanto Sergio Montiel como Jorge Busti, que son quienes han hegemonizado la política entrerriana en todos estos años de democracia, han llevado a la provincia a una situación de atraso mayor que la que existía en los finales de la dictadura.
El Partido Intransigente en los inicios de la democracia, el Modin de Aldo Rico y la UCD de la familia Alsogaray en los años duros del neoliberalismo, el Frepaso en el ocaso del menemismo y la Concertación Entrerriana en los últimos años, muestran todas las dificultades que representa pretender terciar en la disputa entre los dos partidos mayoritarios.
Si bien todas estas experiencias tuvieron sus propias características y surgieron en momentos históricos diferentes, es posible encontrar rasgos comunes que explican sus fracasos y en algunos casos su desaparición.
No es aventurado señalar que el error principal de estas experiencias ha sido siempre pretender abreviar los tiempos de construcción política y pretender acceder a espacios de gobierno de la mano de los partidos mayoritarios, a los cuales, precisamente, pretendían alternativizar. Es cierto que la decisión de tomar estos “atajos” no en todos los casos respondió a los mismos fines, pero lo cierto es que, el pretender dar respuestas inmediatistas en las coyunturas electorales les impidió luego poder modificar los rumbos adoptados.
En el caso del Partido Intransigente, se consideró como fundamental detener la posibilidad de acceso al gobierno de Eduardo Angeloz, quien expresaba abiertamente las posiciones del neoliberalismo y terminaron aliándose con Menem en 1989. De haber mantenido su independencia política, quizás no hubiera sido necesario el nacimiento del Frente Grande años después, que vino a ocupar el lugar que el P.I. había dejado vacante.
De la decisión adoptada en esa coyuntura, el P.I. no logró recuperarse, en parte por la desilusión de muchos de sus adherentes y en parte por la cooptación que hizo el peronismo de muchos de sus dirigentes, engolosinados por la cercanía al poder más que por propias convicciones. En nuestra provincia el P.I. logró mantenerse y hoy cuenta con un senador provincial –Julio Majul – integrando la Concertación Entrerriana.
Diferente fue el caso del MODIN quien también ensayó una política de alianza con el peronismo, pero no como parte de una estrategia política, sino como un mero negocio económico de su líder, Aldo Rico, en la provincia de Buenos Aires y que tuvo su correlato en la provincia. Esta decisión llevó a la desaparición total de esta fuerza tanto a nivel nacional como provincial.
El caso de la UCD creada por Alvaro Alsogaray tiene sus propios matices. Quizá sea esta la única experiencia en que una alianza electoral y la posterior desaparición del partido estuvieron plenamente justificadas. Esto fue así porque la política llevada a cabo por el menemismo y por el bustismo en nuestra provincia expresaban cabalmente los postulados y puntos de vista de la UCD, lo que hacía innecesaria su existencia dado los numerosos espacios de poder logrado por sus dirigentes y los lineamientos políticos llevados adelante durante casi toda la década.
Puede entenderse entonces que no es posible que las fuerzas alternativas establezcan algún tipo de relación con las fuerzas mayoritarias? Creo que esto depende exclusivamente de la forma en que se haya construido esta fuerza alternativa, de la firmeza y cohesión de sus cuadros dirigentes y de la existencia de espacios de debate interno que les permita asumir una táctica electoral con amplio consenso interno y que, una vez logrado los objetivos propuestos o habiendo fracasado los mismos, sea capaz de lograr una retirada ordenada.
Ejemplo de esto en nuestra provincia ha sido La Red de Participación Popular, comandada por el ex diputado nacional Federico Soñez. Desde una posición que pretende representar al progresismo de centroizquierda, no tuvo empacho en realizar una alianza electoral con la UCR para, inmediatamente después de las elecciones formar su propio bloque con la diputación provincial que obtuvieran en la misma.
Si bien este tipo de políticas pueden ser caracterizadas de oportunistas, ya que estas alianzas son efectuadas al sólo efecto de lograr algún espacio parlamentario, muestra que, con fines mas loables que los señalados, es posible establecer relaciones de interés mutuo con alguna de las fuerzas mayoritarias y no desaparecer en el intento.
En nuestra provincia, la hegemonía cada vez mas teñida de autoritarismo que ejerce el bustismo, hace imperiosa la construcción de una alternativa real que pueda sumar a importantes sectores de la sociedad entrerriana detrás de un programa democrático, popular y de amplia participación. Será responsabilidad de la dirigencia política encontrar los caminos para lograrlo. Mientras tanto, muchos siguen esperando.