La lluvia puede ser consuelo de corazones dolientes, animadora de amores bucólicos o apasionados, musa de artistas, inspiradora para actividades hogareñas, una incitación a dormir hasta que el cielorraso se desprenda…. Pero por estos lares, en estos días, la lluvia es mensajera de nuevas malas… la lluvia como diluvio trae enormes cantidades de agua que corroe como acetona y lava el maquillaje de la ciudad. Las calles sin asfalto se tornan imposibles, la tierra se hace barro, los surcos se vuelven grietas y el hilo de mierda de los arroyos ahora desborda su antes soslayado cauce y se vuelca como un inodoro rebalsado. La lluvia remueve la basura de las calles y nos recuerda que además del mono debemos ser parientes del chancho.
A la tristeza, a la angustia y a la fealdad se les suma la desesperación y la impotencia de volver a perderlo todo.
Esta desaforada lluvia es una visita cruel que desnuda lo que las postales no muestran y nuestros ojos se acostumbran a ignorar. La lluvia inclemente descubre las heridas de la sociedad, las hace más visibles.
– Con la lluvia si hay pobreza que se note.
Esta lluvia deja sin verano y sin expectativa a los medios y sin hogar a los pobres más pobres de los pobres. Deja sin trabajo a muchos que le ponían esperanzas y emprendimiento a la temporada estival. Estas lluvias espantan al turismo y al consumo. Barre con las changas y los rebusques de tantos. Esta lluvia hace correr como prófugos a una parte de la ciudad y pone a la otra en cámara lenta. Una ciudad desespera, la otra bosteza apatía…El rito del mate y las tortas fritas deja de ser tal para convertirse casi en el exclusivo alimento de una dieta de hambre.
-La calle mojada, la caja seca.
…
Yo estaba ganado por un sentimiento de cólera, un día de esos en que uno anda enojado por algo que no entiende bien y le echa la culpa a cualquiera. Esa mañana que te puedes quedar en la cama y descubres que no hay yerba ni leche y tienes que salir a la calle, a la intemperie, con lluvia como baldazos de agua y medio puteando y la rodilla que duele por la humedad y, peor, cuando vas a mitad de camino te acordas que el gringo abre más tarde los domingos y la puta que lo parió… hasta que como una epifanía:
-¡Pero claro, si cuando llueve el gringo siempre hace tortas fritas para vender!
El gringo empezó a hacer tortas fritas los días de lluvia. “Antes hacia la diferencia ahora es para salvar los números”, dice. Lo cierto es que vende a lo pavote.
El gringo, a quien no sé si cambiarle de tema cada vez que repite que se robaron todo o mandarlo a la mierda…. El gringo putea porque Amado Boudou está fuera de prisión y repite lo del PBI y lo de la máquina de hacer plata y la balanza de pesar plata y todo se le mezcla con todo y toda su indignación y bronca se aprietan en un puño y las desata en una lapidaria conclusión: “son todos iguales”… Lo dice como una verdad evidente mientras en la tele la voz en off del locutor hace su relato sobre imágenes de máquinas imprimiendo papel moneda.
Me he alejado de mucha gente por esta cosa de la grieta. Me fui a buscar la comodidad de quienes piensan como yo. He vivido con la sangre en el ojo por mucho tiempo… reprochando y bardeando y lo único que logré fue hacer catarsis personal y que mis interlocutores se volvieran acorazados, más necios y susceptibles.
En lo del gringo había cola de gente esperando que salieran las tortas fritas. Yo pase por un costado porque iba por otras cosas. Le pregunté cómo pintaba y me dijo “re bien”, que tenía casi 140 docenas vendidas, que se había levantado ese domingo a la madrugada para amasar…. “Igual no es vida. Mucho laburo, loco”. Y me dijo que lamentaba que hubiera otra gente en tan mala situación, que sabía que su suerte era la desgracia de otros.
Tal vez podría haberlo chicaneado. Tirarle un chascarrillo ácido y volver a casa con la satisfacción de haberme cobrado una cuentita. El gringo es buen tipo, metedor y honesto. A pesar de las diferencias y la confusión, el gringo y yo estamos enganchados en el mismo carro sólo que cada uno ve diferente la dirección desde donde vienen los azotes. Vivimos en el mismo registro social y compartimos anhelos e intereses parecidos, entre los cuales, que nuestro trabajo sea un medio para vivir y no un fin para sobrevivir, por ejemplo.
A pesar de que yo disfrutaba del ocio dominguero y él de la buena estrella compartimos la misma tristeza por la misma lluvia.
… Si alguna vez observaste la pobreza en los días de lluvia, la lluvia no puede gustarte sin que te sientas un poco miserable.