¿La resignación por Malvinas y otras soberanías? ¿Los 30 mil millones de reservas que se perdieron o los 55 mil millones que se fugaron? ¿La deuda a 100 años? ¿Los 70 mil millones del correo? ¿Las decenas de cuentas en Panamá? ¿Los 43 gendarmes que desbarrancaron en Salta o los 44 submarinistas del Ara San Juan? ¿La grieta que no cierra? ¿El imperio de lo ahistórico y lo aideológico? ¿La exclusiva lógica de los negocios como media de todo?…
No, ¿no?… En realidad lo que rompe las bolas son esos tres aires acondicionados casi sin uso colgados como adornos en las paredes a pesar de los 38 grados. Las tarifas y los impuestos que te sofocan más que el calor y la humedad. Que tu “bro” se quedó sin trabajo y volvió a lo de mamá, pero a la vieja ya no le alcanza y parece que todos van a necesitar un poco de vos. El codificador que tuviste que devolver a la empresa de cable y ahora te convences que sos feliz sólo mirando Netflix. La cuota del auto que se duplicó y estás sangrando por algo que ya casi no podés usar. Que el dólar es libre pero inaccesible y que tu plata no vale nada y ya hiciste las cuentas y no te vas a ir de vacaciones… otra vez. Que te rompes laburando sólo para ir detrás de la liebre y que no se te pierda. ¿Es eso, no? … Es el deterioro de tus ingresos que no para y parece que nunca va a parar.
-¡Es la economía, estúpido!
"¡Es la economía, estúpido!" además de ser el lema de la campaña de Bill Clinton para triunfar en su carrera presidencial contra Bush padre –quien venía envalentonado por su “exitosa” “Tormenta del Desierto” contra Irak- se transformó en la síntesis más tajante de la incidencia de factores como crecimiento, inflación o empleo a la hora de votar. Cualquier verso se va al pasto si la moneda no circula. Si los sueños y expectativas se diluyen como un billete de 500 pesos en el supermercado.
- A la mañana no se vende nada, pero a la tarde, por suerte, afloja un poco- es la humorada resignada que suele hacer el gerente de una importante firma local.
En esta sociedad de consumo, en este mundo capitalista (llámenme anticuado si quieren) el único objetivo que no cambia y no pasa de moda es el de ganar dinero. Podés estar a favor o en contra del aborto, de si matamos por la espalda o electrocutamos delincuentes, de si somos derechos humanos o si somos humanos y derechos, si haces de tu culo un pito o viceversa… El imperante del dinero, su acumulación y lo que podemos hacer con él, nos atraviesa a todos los que vivimos en la sociedad de consumo.
Ese anhelo, ese desvelo, tan simple, tan mediocre, tan banal y tan común a todos: La guita.
Por realidad o por sensación: ¡Es la economía, estúpidos!
Los “arrepentidos del macrismo” son aquellos que están padeciendo la crisis económica – que hoy ya no es una sensación ni una “campaña del miedo”- hasta el punto que preocupa y se torna insoportable. Es la heladera vacía la que vuelve tránsfuga la simpatía por “el empresario rico que no necesita robar”. Porque resultó que el único programa real de esta gestión es profundizar la redistribución del ingreso en contra de los sectores medios y bajos.
Asi que deberíamos ahorrarnos todas las demás chácharas ideológicas. Dejar de chicanear al vecino con asuntos complicados que requieren de esfuerzos intelectuales engorrosos, de superar prejuicios adquiridos desde la más temprana edad. Insistir con chocar la cabeza contra la pared. Sólo hay que intentar explicar que al final de este túnel que propone esta plutocracia gobernante la mitad no verá la luz ni llegará a esa tierra prometida que vaya uno a saber si existe.
Hay gente con la que nunca habrá mucho en común, más que el universo de cosas que hacen a las cuestiones de los pesos y centavos.
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