“Mejor que decir es hacer. Mejor que prometer es realizar” o “la única verdad es la realidad” solían ser verdades que parecían de pedregullo, pero que hoy son inservibles. Tenemos un gobierno que cumplió poco y nada de lo que prometió, hizo casi todo lo que dijo que no iba a hacer y llegaría a octubre con chances de volver a ser elegido.
Ahora que parece que los melones se acomodaron en el carro y ya sabemos entre quienes se van a dirimir las próximas elecciones nacionales, los medios dominantes hablan de una mejora en la imagen del gobierno neoliberal a raíz de la estabilidad del dólar y el freno a la corrida cambiaria. Fuera de la agenda quedarían los cierres de comercios y fábricas. No existe la gente en condición de calle, ni la economía real en recesión, tampoco el desempleo más alto en los últimos trece años, la precarización del empleo, la paralización de la industria y la construcción y mucho menos la mitad de los niños en la pobreza y los viejos en el abandono…
¿Realmente que el dólar cueste 44 y no 46 va a decidir a una persona votar por 4 años de neoliberalismo?
Uno se niega a concebir semejante terquedad, pero dicen que el voto es emocional y ya lo dijo el mentor de toda esta locura amarilla, Jaime Duran Barba, en su espeluznante libro El Arte de Ganar: “El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado y sembrando el odio al candidato ajeno.”
Es lo que estamos viendo desde los medios hegemónicos, los que imponen el relato, con más virulencia que nunca y en tanto más cerca estén las elecciones más fundamentalistas se pondrán para intentar mantener en el gobierno al partido del poder real. El partido bancado por el FMI, la embajada de EEUU y las elites más poderosas del país vinculadas al capital extranjero.
Si de sembrar el odio hablan, ahí vemos como han expuesto al extravagante hijo del candidato Alberto Fernández para tiro al blanco de pacatos y prejuiciosos. Y si de polarizar se trata, el gobierno del unicato no permite que crezca ningún otro árbol bajo su sombra y es lo que ha hecho boicoteando a los demás candidatos de la derecha hacia donde temen que podrían fugarse parte de sus votos (Al inefable economista Espert le “mexicanearon” a su vice que era quien le aportaba a la fórmula un partido –UNIR- con estructura nacional reconocida por la justicia electoral. En tanto, al ex soldado de Malvinas, conservador ultraderechista, José Gómez Centurión no se le permitió inscribir su lista en la categoría de diputados y senadores nacionales en la provincia de Buenos Aires por “inexplicables defectos formales” según denunciaron con mucho tufo a boicot desde el sector perjudicado). Son épocas de lápiz de punta fina donde cualquier detalle puede sumar o puede restar.
La pregunta es si, más allá de la “rosca”, la realidad prevalecerá sobre lo emocional.
En 2015 el partido neoliberal se impuso vendiendo ilusiones, pero sobre terreno virgen. Sólo tenía para dar promesas encantadoras, tips para vivir mejor y ciertas bondades de la ciudad más rica del país (Capital Federal) y una gestión de grandes logros deportivos en uno de los clubes de fútbol de mayor relevancia en el país.
Ahora, imponer el relato sobre tierra arrasada será dar un paso tan grande como el del hombre en la luna.
Decía que está muy en boga la idea – que sostienen muchos intelectuales y periodistas- de que el voto es un acto emocional. Aunque –agregaría- una cuestión de piel también… porque para saber qué odian los que odian hay que también poder ver qué es lo que anhelan: El partido neoliberal representa el desagrado hacia lo popular, el sueño de una argentina europeizada, New Age, blanca, actora de reparto en el teatro occidental y dama de compañía para el primer mundo. La contracara del mestizaje criollo, la identidad latinoamericana, el aluvión zoológico, la insolencia peronista… La vieja antinomia civilización o barbarie trasciende las capas sociales y cualquier doña de barrio austero sueña con su París…
- Y posiblemente vote por su París.
Dejen que le ponga prudencia al optimismo. Deberíamos ser cautos. El gobierno de la rancia mortadela neoliberal ha demostrado habilidad para manejar en la opinión púbica estas cosas con una inescrupolosidad asombrosa. Mintiendo de manera alevosa y sin precedentes. Haciendo gala de un cinismo atroz. No necesitan explicar nada a nadie. Sólo deben sostener a muerte su relato basado en la anti política, negar hasta el cansancio las acusaciones, eludir el debate de ideas, proyectar sus propias miserias e inmundicias en el sector opositor y mantenerse bajo el resguardo de la “camarilla” mediática, judicial y económica que los sostiene.
Lo real es que, si bien el “duranbarbismo” empezó a saborear el amargo de la derrota, aún no ha perdido en las finales decisivas. No sé ustedes, pero yo no puedo dormir tranquilo todavía.