Desde la sanción de la ley que habilita el voto optativo desde los 16 años en noviembre del año pasado se ha generado una hermosa expectativa por parte de los sectores juveniles incluidos en el sistema electoral, y en la sociedad en general. El profundo debate previo y el amplio consenso que obtuvo la medida a lo largo del arco político funcionaron como punto de partida para la promoción de nuevas formas de participación ciudadana por parte de la juventud. Desde los centros de estudiantes (reconocidos en nuestra provincia por ley hace sólo unos días), asociaciones civiles y agrupaciones políticas se desarrollaron programas y actividades tendientes a informar y abrir los canales de participación para discutir la temática.
Atrás quedaron, en sólo un par de meses, los debates sobre la formación intelectual, compromiso político o preparación cívica de los chicos, para abrir camino a nuevos debates sobre la participación política y, sobre todo, la forma de abordar e interpelar la voz del nuevo “representado”. Esta medida ha sido una de las mayores ampliaciones de derechos electorales en nuestro país, y como tal ha calado hondo en los diversos sectores políticos. En esta nueva etapa los jóvenes de 16 y 17 años han logrado de forma definitiva que su voz sea escuchada, que su espacio de participación esté garantizado.
Como gobierno inclusivo y promotor de derechos, el paso necesario para el reconocimiento de la participación juvenil ha sido tomado. Se han igualado, en lo que a derechos ciudadanos respecta, las oportunidades para este sector de la juventud.
Esta nueva etapa trasciende los fines electorales de cualquier sector y deberá ser, indefectiblemente, consolidada a partir de políticas públicas y medidas concretas enfocadas a esa franja abordando al chico como sujeto de derecho, en este caso ciudadano. La integración política debe ser acompañada por la elaboración de herramientas que aseguren la integración social.
La juventud, en definitiva, cumple con el rol de motorizar los procesos de transformación en un sistema democrático. En este caso, donde se reconoce un derecho que hace mucho debería haber sido plasmado, pero lo impedían dos problemas: por un lado la política como herramienta transformadora estaba desprestigiada y esto, recae directamente en el segundo, que es generar una escasa seducción de la misma en las nuevas generaciones.
Hoy los lineamientos sociales vuelven a ser conducidos por la política, y esta ley es una victoria generacional que seguramente será reafirmada en los comicios de octubre.
Es, sin lugar a dudas, la victoria de la Politica.