«Había que sobrevivir al tsunami kirchnerista, y lo pasamos», se consuelan en el comité nacional. A los radicales no les molestan tanto los 11 puntos sino que el socialista Hermes Binner los haya superado por 5 puntos, que le alcanzaron para relegarlos otra vez al tercer puesto.
Pero la cuestión que encendió la alarma en un partido que presume todos los días de ser «el único con representación territorial en todo el país» además del PJ, fue la pérdida de gobernaciones e intendencias que sufrieron a lo largo del año electoral.
En 2011, el radicalismo perdió su bastión, Río Negro (la gobernaba desde 1983) y también Catamarca (en sus manos desde 1991). Tampoco pudo recuperar Mendoza ni Chaco (que había perdido en 2007), y se esfumaron sus esperanzas en Córdoba, Santa Cruz, Entre Ríos y La Pampa, donde en las legislativas de 2009 había vencido o quedado muy cerca del kirchnerismo.
La única provincia que hoy gobierna la UCR es Corrientes (el gobernador Ricardo Colombi sigue en el partido, a pesar de sus guiños al gobierno nacional) porque Santiago del Estero la perdió apenas la ganó: el gobernador Gerardo Zamora es un kirchnerista de primera hora y el único radical K que sobrevive.
Y en Santa Fe ganan desde 2007 en alianza con Binner, pero la gobernación quedará otra vez para el socialismo, con un clima tenso después de competir con ellos en la Nación.
Para un partido que en el gobierno de Raúl Alfonsín manejaba ocho distritos (entre ellos las poderosas Buenos Aires, Córdoba y Capital Federal) y durante la Alianza comandó siete, eso no es consuelo.
En las intendencias pasó un fenómeno similar. De las «600 intendencias» que Alfonsín promocionaba en su spot publicitario, la UCR perdió entre 50 y 100 (todavía falta terminar el relevamiento) según cifras del Foro de Intendentes y Concejales Radicales, que preside el intendente de Mendoza, Víctor Fayad. Como contrapartida, le arrebataron Córdoba y Neuquén a dos aliados del kirchnerismo.
«Tenemos que trabajar para recuperar ciudades importantes que perdimos, como Río Gallegos o Catamarca, pero sobre todo reconstruir un proyecto nacional y provincial, que se asienten sobre la base de sustentación, que son las intendencias», dijo Fayad a La Nacion.
El peso que la UCR asigna hoy a sus gobiernos locales es tan grande que la discusión que viene en el partido será entre la liga de intendentes, que encabezan Fayd y el cordobés Ramón Mestre (hijo) y la conducción actual, dominada por el alfonsinismo y centrada en el Movimiento de Renovación Nacional (Morena).
Ese fue el grupo que resistió dentro de la UCR mientras el 80% de las gobernaciones e intendencias propias se convertían en «radicales K», un movimiento por fuera del partido que en 2007 llevó a la consagración de Julio Cobos como compañero de fórmula de Cristina Kirchner.
«Hace dos años ganamos, ahora perdimos, pero tenemos el capital político y humano adentro de la UCR», lo comparó con esos tiempos Gerardo Morales, presidente del partido en ese momento.
«La política no es matemática. Varias veces nos quisieron dar certificado de defunción. Lo único importante es que volvamos a ser un partido de cara a la sociedad», opinó Mario Barletta, intendente de Santa Fe y candidato a presidir la UCR.
Mientras tanto, hoy la UCR gobierna 8 capitales provinciales (Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Neuquén, Ushuaia, Resistencia, Jujuy y Viedma), además de las provincias de Corrientes y Santa Fe (aliada del socialismo) y medio millar de ciudades y pueblos.
Ellos dirán si es una muestra del poder que van a recuperar o del que todavía les queda por perder.