El informe, fechado el 29 de septiembre de 2010 y elaborado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollos Sustentable de la Nación, da cuenta de que el “Programa de Vigilancia Ambiental en el Río Uruguay en la zona de Gualeguaychú-Botnia” permitió “caracterizar los procesos que gobiernan la mayoría de los principales ecosistemas y que condicionan o limitan la capacidad para dispersar los contaminantes” derivados de la empresa pastera “y la identificación de los momentos y lugares críticos donde los impactos son observados”.
En ese sentido, añade que entre “los daños más significativos detectados después de la puesta en marcha” de la planta figuran los “numerosos eventos de contaminación atmosférica con materia en suspensión, los óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre” y, en especial, “el sulfuro de hidrógeno”, que era detectable en el período preoperacional y que entró “10-40 kilómetros en territorio argentino” produciendo eventos “recurrentes malolientes que se han venido registrando”.
Además, establece que en la zona de influencia del río Uruguay y por los vertidos se registraron “aumentos significativos de la abundancia de zooplancton y cianobacterias” en relación con otros sitios “río arriba y con los resultados preoperacionales” y también sostiene que “la formación de espuma con cianobacterias” del 4 de febrero de 2009 “fue de tal magnitud que no tiene precedentes”. En ese sentido, advierten que “varias señales claras apuntan a la planta Botnia”, incluyendo “la presencia de fibras de maderas de eucalipto, concentraciones de sodio y halógenos orgánicos absorbibles”.
En otro tramo, el documento señala que existen “alteraciones registradas sin precedentes de la biota, tales como anomalías morfológicas en rotíferos”, y advierte sobre la reducción de “lípidos en las almejas transplantadas agua abajo” de la empresa y que “los pulsos en las concentraciones de hierro detectados en la solución de partículas y sedimentos” superaron “tres veces por encima” a los valores normales y además registraron un “aumento de dioxinas y furanos en los sedimentos superficiales y sedimentos núcleos” que indican “niveles de acumulación 22 veces superiores a los valores preoperacionales”.
Finalmente, el texto destaca que las pruebas deben ser evaluadas en el marco del período operativo “relativamente corto de la planta de pulpa”, al tiempo que advierte sobre “los impactos más irreversibles asociados a los efectos acumulativos y su posible intensificación debido a la reducción de afluencia de agua según lo previsto por el clima regional”.