La Reforma Constitucional debe ser un proceso amplio y generoso donde el consenso tenga un lugar primordial

En este sentido, ya en marzo de 2005, en la carta abierta al gobernador, habíamos hablado de avanzar seriamente en temas que ayudasen a estrechar las relación entre la política y la sociedad civil. Y entendemos que bajo ciertas condiciones, la Reforma de la Constitución puede ser uno de ellos. Pero para esto, el consenso debe ser la herramienta primaria con la cual hay que trabajar. Y ese consenso debe ir mucho más allá de la política partidaria, debe extenderse a los distintos estamentos de la sociedad entrerriana: sectores de la cultura; de la producción; del trabajo; de las organizaciones sindicales; educativos; religiosos; entre otros.
Lo que debiera marcarse a fuego en toda la sociedad entrerriana es que esta no debe ser la reforma de los políticos, debe ser la reforma de la sociedad entrerriana. Y bajo ningún punto de vista puede ser una Constitución para tres o cuatro años; debe ser la carta magna para varias décadas y erigirse en patrimonio de todos. No debemos olvidar que la Constitución es la ley que le da poder a los que no tienen poder y esa es la raíz filosófica que nos debe orientar a la hora de delinear la nueva carta fundamental.
Por todo esto, si hay una voluntad real de mejorar la calidad de nuestras instituciones ¿por qué no consensuamos en convocar a los hombres y mujeres que están más preparados, con los mayores antecedentes y acordamos una lista única con los mejores constituyentes que la provincia puede brindar?. De esta manera estaríamos poniendo al servicio de la Constitución y de la provincia a nuestros mejores hombres y mujeres.
Es una oportunidad inmejorable para demostrar madurez ciudadana de cara al país, ya que estaríamos evidenciando que somos capaces de despojarnos de criterios partidarios en beneficio de una Constitución para todos; contrastando con los procesos políticos que se repiten en la Argentina, cada vez más lejos de los problemas de la gente y cada vez más teñidos de oportunismo y de intereses personales.
Ya no hay tiempo para los egoísmos, ni para las ventajas políticas coyunturales. Debemos mirar para adelante imbuidos de un fuerte compromiso social y político para hacer las cosas con verdadera transparencia, en conjunto y con el consenso de todos los actores. Es la hora de los renunciamientos. Debemos dar paso definitivamente a un proceso maduro que reinaugure el debate y la discusión pero con la altura y la responsabilidad que el momento merece. Ojalá todos podamos entenderlo y avanzar hacia un mañana con bases sólidas, donde la nueva Constitución sea un orgullo de los entrerrianos, que a su vez se desvivan por cumplirla y honrarla.

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