El 5 de mayo, directivos de la escuela denunciaron la desaparición de 13 máquinas destinadas a los alumnos. La causa fue caratulada como hurto. Pasaron dos semanas y hoy la policía, luego de recibir instrucciones de la fiscalía de turno, actuó. Efectivos de la Comisaría 7º y de Toxicología llevó a cabo dos allanamientos en la jurisdicción de la comisaría mencionada. En las viviendas allanadas residen alumnos de la escuela. “Se encuentran severamente comprometidos en el ilícitos ya que habrían actuado en complicidad para sustraer las máquinas y vender la mayoría de ellas”, expresó Vittori.
Un menor de 16 años, alumno de la institución y colaborador de la técnica contratada por la escuela para la puesta en marcha del programa, fue quien removió los obstáculos para acceder a las máquinas. “Conocía cada una de las claves y códigos que se implementaban en las máquinas”, dijo Vittori. En la Jefatura razonaron que el menor estuvo en contacto el tiempo suficiente con las netbooks como para llevar a cabo el procedimiento.
Asimismo, los investigadores estiman que desconectó la alarma de una ventana para poder ingresar por la misma para llevar a cabo la sustracción. “Pudo vender algunas de ellas y quedarse con tres”, expresó el comisario. Las tres máquinas fueron recuperadas por la Policía y quedaron a disposición de la Justicia.
Además, en el domicilio de otro de los alumnos se incautó una netbook más. Al ver a los policías en esa casa, una señora se acercó de manera espontánea e hizo entrega de una de las máquinas. La mujer manifestó que la adquirió “por la suma de $ 50 a una persona que no supo identificar”.
En estas horas, Vittori sostuvo que los investigadores siguen trabajando en la búsqueda de las ocho netbooks que faltan. “Las tareas de investigación han dado sus frutos así que seguramente en horas más vamos a tener nuevos secuestros y otros resultados favorables a la investigación”, señaló.
El recorrido siguen los investigadores respecto al paradero de las máquinas que faltan es la venta a un reducidor que a su vez las comercializó clandestinamente. “Se está tratando de localizar a los tenedores, cosa que no resulta nada sencilla porque ha pasado por más de dos manos desde que se sustrajeron”, indicó el comisario.
Una de las ventajas de seguridad de los procesadores que se entregan en las escuelas es que, si se sustraen, los delincuentes no pueden utilizarlas al desconocer el código que las habilita. No obstante, el mecanismo falló dado que el alumno sabía los códigos de acceso. “Si se habilita la clave para hacer uso de la máquina, la máquina funciona bien”, explicó.
