El escenario donde se originó lo que derivó en la inexplicable golpiza fue el tristemente célebre boliche “El Estudio”, ubicado en calles Urquiza y Magnasco, donde se ha dado cuenta de anteriores situaciones de violencia. Nadie sabe quien, inclusive no existe denuncia del propietario del local, rompió un vidrio en la madrugada del domingo 8.
Algunos menores consultados por este matutino, que estuvieron esa madrugada en el lugar, comentaron que, en realidad, el vidrio parecía estar “astillado, pero alguien, en una pelea dentro del local, le tiró a otro con una mesa y le dio al vidrio”.
Lo cierto es que dos menores fueron acusados de palabra por “un policía y un patovica”, según consta en la denuncia, de haber roto el vidrio de “El Estudio”.
En la misma presentación se relata que ambos cruzaron, alrededor de las 5 de la mañana por la vereda de dicho local, “y en circunstancias que ya estaban terminando de cruzar para dirigirse a sus respectivos domicilios, escucharon un ruido como que se había roto algún vidrio, se dieron vuelta y continuaron caminando, sin saber realmente qué había ocurrido, y cuando se encontraban a una cuadra de distancia (uno de los menores, en 25 de Mayo y España abordando un remís y el otro en Urquiza y Chacabuco) fueron imprevistamente detenidos por un agente de policía quien los trasladó caminando, sin problemas, a la esquina de Urquiza y España, donde se hallaba el custodio del boliche, comúnmente denominados “Patovica”, aparentemente también miembro de la policía”.
Según lo denunciado por los padres, en base al testimonio de sus hijos, “el policía y el patovica les decían ‘ustedes rompieron el vidrio’, en presencia de varios testigos, comenzaron a golpearlos con bastante violencia, al menor lo tiraron al piso, y a ambos, también en forma muy violenta les colocaron esposas, y luego, golpeándolos los introdujeron en un móvil policial”.
El relato de la denuncia presentada en fiscalía es escalofriante en cuanto a los detalles sobre lo que debieron padecer los dos menores. “Dentro del patrullero había tres policías, y continuaron golpeándolos, y una vez que llegaron a dicha Jefatura Departamental, los llevaron tirándoles fuertemente de los cabellos, prácticamente a la rastra, hasta el patio interior de la misma”.
Los menores llevan en sus cuerpos las marcas de la violencia
De acuerdo a lo denunciado, “una vez en ese lugar, les retiraron las esposas y los hicieron dar vuelta contra la pared, o sea mirando a la misma, apoyar los brazos en alto en dicha pared y estar con las piernas abiertas, les pidieron los datos personales (circunstancia que repitieron varias veces) y volvieron a golpearlos, principalmente en la espalda, con un elemento de goma, tipo varilla, o algo parecido, que no pudieron identificar por estar precisamente mirando a la pared, al mismo tiempo que los insultaban con epítetos como ‘son unos hijos de p…’, ‘pendejos de m…’, etc, etc, incluso uno de ellos llegó a decirles que si hacían la denuncia en el futuro lo iban a pasar peor”.
Pero la pesadilla no terminaba aún para los menores. “Allí, además de la fuerte golpiza, de que continuaban tirándoles con fuerza los cabellos y de los insultos en alta voz, también le ‘chumbaban’ un perro para que les mordiera las piernas, y este perro, al que llamaban ‘Sargento’, obedecía dichas órdenes, porque se les venía encima, con claras intenciones de morderlos”.
Los menores terminaron con secuelas en distintas partes del cuerpo. Según la denuncia, lo ocurrido en el patio de la Jefatura “duró aproximadamente una hora, o algo más, intervinieron entre diez y doce policías, mientras algunos pegaban los restantes se reían y/o ‘chumbaban’ el perro y/o proferían insultos, y cada tanto se cambiaban los roles. Es decir, prácticamente todos los integrantes de la guardia participaron del hecho”.
En la presentación judicial, se mencionan algunos de los nombres que los menores recuerdan haber escuchado durante el incidente, porque “la mayoría se nombraban por el grado que tenía cada uno o por apodos”.
Como si esto fuera poco, los padres denunciaron ante el fiscal que “el médico de Policía, …, que los revisó en la Jefatura Departamental, en un primer momento no les constató lesión alguna a los menores, según acta médica que no pudimos observar, y que luego ante nuestra exigencia de que los vuelva a revisar, sí constató las lesiones que los menores habían sufrido como consecuencia de los golpes recibidos por los policías…”
Los padres, explicaron en la denuncia, que “por las dudas se perdiese el nuevo informe del médico policial, llevamos a nuestros respectivos hijos al Centro Médico San Lucas, …, para que los revisara un médico, siendo atendidos por un médico de guardia, …, quien efectivamente constató las lesiones en ambos menores y extendió los pertinentes certificados”. La denuncia efectuada en fiscalía fue acompañada por los certificados donde constan las lesiones, firmados por el profesional médico.
Ambos menores presentaban lesiones en sus muñecas, aparentemente ocasionadas por las esposas demasiado ajustadas. Uno de ellos tenía lesiones en su abdómen, coincidentes con las marcas de rotura en el buzo que llevaba puesto y que se deberían a las dentelladas del perro, en tanto el otro menor presentaba lesiones marcadamente visibles en su espalda.
Ayer por la mañana, los menores fueron citados a declarar y lo hicieron acompañados por un abogado.
La Policía, según confió una alta fuente de la institución, no ha sido notificada por esta grave denuncia, pero varios habrían puesto “las barbas en remojo”.
La gravedad de la denuncia implica que se llegue realmente hasta las últimas consecuencias.