“La Polaca” Un Campo de exterminio correntino que integró el Plan Condor

Es que, se sospecha que en ese campo puede haber una imprecisa cantidad de cadáveres enterrados. Uno de los responsables del llamado operativo “murciélago” (detección de militantes en la frontera) era el reconocido torturador Julio Simón o “Turco Julián”, perteneciente al Destacamento de Inteligencia Nº 123 con asiento en Paso de los Libres a cargo del Coronel (RE) Javier Francisco Molina.

Este Coronel es el mismo que, en la indagatoria y a través de su abogado (defensor de varios torturadores) Florencio Varela, asegura que su destacamento no era operativo y que “quienes no podían desconocer los supuestos hechos por los que se lo investiga eran el Coronel Alfredo Daniaiux ; el Tte. Coronel Arrillaga y el Tte. Coronel Martín Balza”. El 26 de junio de 1980 desaparece en ese paso fronterizo Lorenzo Ismael Viñas (hijo del escritor David Viñas), según la denuncia penal efectuada por su hija María Paula quien pide la imputación de varios jefes militares, entre ellos, Balza.

De la importancia estratégica que Paso de los Libres tenía para la dictadura argentina y para las dictaduras del cono sur, dan cuenta la cantidad de fuerzas de seguridad apostadas allí. Muchos de sus pobladores la sindican como una ciudad montada en “buchones”. A pesar de los escasos 25.000 habitantes Paso de los Libres, en materia de fuerzas de seguridad contaba en aquella época con : Aeronáutica, Ejercito (con el Batallón y el Regimiento de Infantería) ; Gendarmería ; Prefectura ; Policía Federal ; Policía de la Provincia y Destacamento de Inteligencia 123. Sin contar que, cada uno tenía sus respectivos grupos de inteligencia.

El lugar conocido como Estancia “La Polaca” es, en realidad, un campo de unas 40 has. ubicado a la vera del río Uruguay y a pocos km. de la ciudad correntina de Paso de los Libres. Rodeada por una frondosa arboleda y un imponente cañaveral, aparece una amplia casa (con sótano incluido), sobre la que se cuentan las más espeluznantes historias ocurridas en tiempos de la dictadura militar.

Aunque los pobladores de ese lugar no se ponen de acuerdo, fueron varios los que sostuvieron a ANALISIS y DIARIOJUNIO que, el cañaveral fue plantado para simular una fosa común. Ese convencimiento popular adquirió tanta relevancia en esta investigación judicial que se lo incluyó como una de las preguntas en las testimoniales.

Sobre esa estancia y desde hace años circula en Paso de los Libres el rumor sobre la existencia del “Informe Werns”, en rigor, un manuscrito adjudicado al ex agente de Inteligencia del mismo nombre detenido por esta causa y actualmente con la custodia de Prefectura, pues en el juzgado temen por su vida. Ese informe, que Werns niega, pero que “reconoce la letra como muy parecida a la suya” forma parte del expediente judicial en el que se sustancia esta causa caratulada “Investigación Preliminar Delitos de Lesa Humanidad”.

Mucho de lo escrito en ese informe fue repetido por Werns en un programa televisivo (aunque al mejor estilo de Adolfo Scilingo lo negó en sede judicial), conducido por Ignacio Villanueva, uno de los periodistas de Libres que investiga el caso “La Polaca”.

Werns, describió la práctica de la tortura, asegura que se trataba de “largas sesiones” ; menciona los tipos (descargas eléctricas, cigarrillos, etc) y hasta cuenta una ejecución que la relata así “estando el Capitán interrogando a uno, otro logró escapar corriendo hacia el eucalital (en referencia a una plantación de eucaliptos). Alertado por los gritos de la guardia, corrió tras él y le efectuó varios disparos matándolo”.

Esa casa, a la que otros diarios brasileros denominaron “estância do pavor” es de Arturo Bonpland, el propietario que se la alquiló al Ejercito que, a su vez, la puso a disposición del Destacamento de Inteligencia Nº 123 a cargo, entre otros del Coronel Molina, el mismo que fue procesado en la causa conocida como “contraofensiva montonera” por el juez federal Claudio Bonadío. Molina tenía estrecha vinculación con el terrorífico batallón 601 de Inteligencia (responsable de la planificación de los grandes movimientos llevados a cabo en el marco del Plan Cóndor) ya que, mientras este se encargaba de los traslados de los detenidos–desaparecidos, el 123, era responsable de la movilidad y custodia, según la denuncia penal efectuada por María Paula Viñas con el patrocinio de los abogados libreños Jorge Olivera y Ramón Leguizamón ante el juzgado federal de Oliva. Además, no es casual que justo durante esos años haya sido Molina y no otro quien estuviera en ese estratégico lugar.

El dato no es menor pues debe relacionarse con lo que ya se conocía que ocurrió entre los años 1979/80 con la llamada “contraofensiva popular” diseñada por la organización Montoneros en el exilio. En el mes de julio de 2002, el periodista Miguel Bonasso cuenta que “Claudia Allegrini, compañera de Lorenzo Viñas menciona declaraciones del general Balza en el que este se refiere públicamente a la denuncia de un sargento de apellido González, que declara saber dónde estaba enterrado el cuerpo del hijo de Marcos Zucker. Y también dice haber visto bajar de un micro de la empresa brasileña Pluna a una persona de sexo masculino, de entre 25 y 30 años de edad, peladito. Esa descripción responde a Lorenzo en el momento en que desapareció».

Decía Bonasso en aquel momento “El dato cobrará particular importancia cuando llegue a establecerse que Lorenzo Viñas fue detenido en Uruguayana, ciudad brasileña fronteriza a Paso de los Libres, que está del otro lado del río. Después fue trasladado junto con el padre Adur a la quinta de Campo de Mayo, donde Silvia Tolchinsky los vio antes de que se los llevaran a uno de los vuelos de la muerte”.

De acuerdo a la documentación a la que accedió ANALISIS y DIARIOJUNIO, Jorge Oscar Adur era un sacerdote católico tercermundista nacido en la localidad entrerriana de Nogoyá y está probado que desapareció el mismo día (26/06/80) y en el mismo lugar (Paso de Frontera Uruguayana-Paso de los Libres) que Lorenzo Viñas.
Para más datos, Adur viajaba a la localidad de Porto Alegre (Brasil) en la empresa General Urquiza bajo el nombre de Pedro Ramón Altamirano DNI 4.066.191.

En tanto, Viñas desaparece ese mismo día y en ese mismo lugar, mientras se dirigía a Río de Janeiro en la empresa de transporte Pluna en el autobús 7825, boleto 93034 en el asiento Nº 11. La contundente información fue aportada por la querella criminal presentada por los abogados Jorge Horacio Olivera y Ramón Leguizamón de la ciudad de Paso de los Libres.

DEL PASO DE FRONTERA A “LA POLACA” Y DE ALLÍ A LA MUERTE
El informe, que Werns niega, pero que “reconoce la letra como muy parecida a la suya” forma parte del expediente judicial en el que se sustancia esta causa caratulada “Investigación Preliminar Delitos de Lesa Humanidad”.

Allí, Werns luego de desglosar los distintos niveles de responsabilidad en la cadena de mandos del ejercito y de mencionar el “convenio” existente entre esa fuerza y Gendarmería Nacional, cuenta que se habilitó en la Aduana o paso de frontera que comunica a ambos países, una oficina de Migraciones especialmente destinada a los “marcadores”.

Textualmente dice “cuando se detectaba a un guerrillero (sic) el marcador avisaba a su custodia, este salía y con el mayor disimulo avisaba a Gendarmería y volvía a la oficina. Estos, lo derivaban al edificio de guardia donde lo detenían”. Werns menciona en ese escrito al “turco” en obvia referencia al despiadado “Turco Julián o Simón” de quien dice, “estaba a cargo de los marcadores locales puesto allí por el Batallón 601, contratado como empleado civil”.

Y agrega… “como los detenidos superaban la capacidad de la chacra (La Polaca), eran buscados en altas horas de la noche por personal militar, con rumbo desconocido”. Aquí, Werns despliega hipótesis y dice “según los militares, eran llevados a la Brigada de Curuzú Cuatiá y de allí destinados a campos de Bs. As.” . Probablemente, esto les haya sucedido a Viñas y Adur de quienes Silvia Tolchinsky cuenta que los vio en una quinta (otro centro clandestino) de Campo de Mayo, antes de ser llevados a uno de los “vuelos de la muerte”.

Continuando con las hipótesis Werns dice “existía también la firme certeza que algunos de los prisioneros eran eliminados en algún lugar no tan lejano por el tiempo que tardaban en volver”. En el expediente judicial se transcriben los dichos de una maestra que cuenta cuando uno de sus alumnos mencionó el hallazgo de un hueso fémur en ese campo.

Además, existe frente a Libres una isla conocida como “Isla Pacú” que fuera inspeccionada por la justicia, debido a que se sospecha que también allí podrían existir cuerpos enterrados. En el expediente se cita al diario “Sepa” de Corrientes que da cuenta que “viejos ribereños señalaron que en tiempos de la dictadura militar grandes lanchones que pertenecían a la Prefectura Naval cruzaban en horas de la madrugada una o dos veces por semana y se dirigían a ese pequeño islote a metros de la costa”. La mencionada isla está frente a “La Polaca”.

En la declaración testimonial, Julio Heim, agricultor e hijo de Carlos Enrique, declara que trabajó con su padre en el campo “La Polaca” que ahí arrendaban para que pastara la hacienda y que la casa (de la Polaca) estaba aislada, rodeada de alambres y ocupada por militares. Dijo que “nunca se acercaron a la vivienda, que los militares se lo impedían que incluso cuando ingresaban al campo los vigilaban con prismáticos desde la casa y que observaban un gran movimiento de autos, civiles y militares, camionetas y camiones”.

El dato no es menor pues a Werns se lo intenta descalificar como “loquito” y “borracho” y uno de los principales implicados, el Coronel Molina, pretendió desconocer los hechos cuando declaró “sin perjuicio de desconocer la existencia del lugar denominado La Polaca…”

Es más, la justicia pudo probar que las descripciones que Werns hizo en el mencionado informe y en la nota televisiva acerca de las características edilicias de esa casa se correspondían con la realidad.

En el informe Werns se especifican los grados de supuesta peligrosidad de los ciudadanos. Así, dice, “a las personas (con respecto a su ideología izquierdista, antecedentes y relación con la guerrilla se las calificaba numéricamente del 1 al 5…, al 5 se lo identificaba como BP (Blanco Permanente) sobre los cuales se centraban los requerimientos (docentes, políticos, gremiales, profesionales, etc)”.

Asimismo, señala que “esta información a la que se iba agregando, se la vinculaba con las letras A y B, la “A” era de buena fuente y comprobada, la “B” dudosa. A la letra entonces “se le adosaba un número que reflejaba la confiabilidad de la fuente de información, siendo entonces A1 la más auténtica, en tanto, la B3 la más dudosa”. Como se observa, demasiada precisión para tratarse de un “loquito borracho”.

Una vez más, queda en evidencia que la supuesta guerra, más que a guerrilleros estaba dirigida contra la sociedad civil o, como lo dice Werns a docentes, políticos, gremialistas, profesionales, etc.

BALZA TAMBIÉN DEBERÁ EXPLICAR
Antes de dar a conocer una seguidilla macabra de reglamentos militares hasta ahora secretos, el Coronel vinculado al terrorífico Batallón de Inteligencia 601 y responsable del 123 de Paso de los Libres, se encarga, junto a su abogado patrocinante Florencia Varela, de empantanar lo más posible al actual Embajador en Colombia y ex jefe del Ejercito, Martín Balza.

No sería de extrañar que el encono con el que dice : “la responsabilidad por la toma de prisioneros, lugares de alojamiento y custodia estaba a cargo de las unidades de combate que eran infantería y artillería (Balza)” esté enmarcado en el odio que produjeron entre militares implicados en delitos de lesa humanidad las reveladoras declaraciones de Balza mientras se desempeñaba como jefe del Ejercito.

La ultraderecha, los sectores vinculados a lo peor del oscurantismo y la violencia política diseñada con los recursos del Estado tienen contra Balza una especial inquina, lo acusan de lo peor. Un libelo editado por sectores pertenecientes a ese grupo lo califican de la peor manera, dicen “el Teniente General (RE) Martín Antonio Balza, es el máximo exponente de la cobardía, la traición y la falta de honor”.

Despejando esta duda y dejando en claro que para la inmensa mayoría de la población, desde 1983 a la fecha, nadie, de los altos mandos orgánicos como Balza, ha tenido la valentía de categorizar el horror, actitud que merece ser calificada como lealtad a la patria, es decir lo contrario de lo que de él dicen los afiebrados y necesitados de sangre.
Sin embargo, nada de esto, que se le reconoce, es óbice como para que la justicia lo cite a declarar a los efectos de decir lo que sabe, para que responda por los hechos aberrantes cometidos mientras él ejercía la jefatura de la unidad de artillería en aquella localidad.

No se puede desconocer que, mientras él ejercía la jefatura de la unidad de Artillería del ejército (desde Octubre de 1979 hasta la guerra de Malvinas) desapareció el conscripto Argentino Vicente González mientras prestaba servicios como CO (corre) LIM (limpia) y BA (baila) en el Regimiento de Infantería Nº 5 a cargo del Teniente Coronel Raúl Danniaux, en rigor, superior inmediato de Balza.

Tanto este hecho como los horrores de La Polaca no solo están lejos de exculpar a Balza sino que, con rigor, nos señalan las profundas diferencias con otros militares que, sí, hicieron honor al espíritu sanmartiniano y que enaltecen la personalidad de militares como el Coronel Jaime Cesio, el Capitán José Luís D`Andrea Mohr, o como los integrantes del CEMIDA (organismo que núcleo a militares que denunciaron la orgía de sangre y la entrega económica del país encarnado en la figura de Martínez de Hoz).

La segunda parte de esta nota aparecerá mañana.

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