Les niñes necesitan estar con otres niñes: andar en bicicleta, bailar, cantar, gritar, realizar actividades al aire libre; las relaciones sociales y el aprendizaje mediante el juego son claves para el neurodesarrollo. El jardín de infantes, para aquellos que están en esta etapa, así como la escolaridad tanto primaria como secundaria permiten, además del aprendizaje académico y la apropiación de saberes básicos, el desarrollo de muchas aptitudes sociales que luego le permitirán forjar su autoestima y autoconcepto, es decir la forma en que se perciben ante el mundo exterior.
Hoy, pasan en sus hogares todo el día, con más o menos posibilidades de llevar adelante las obligaciones escolares, con diferentes formas y en diversos ritmos de acuerdo a la edad y a las pautas establecidas en cada hogar.
El confinamiento obligatorio de por sí no es el mejor ambiente para aprender, genera angustia, frustración, desgano, irritabilidad…si a eso le sumamos tareas con fechas de entrega, imposición de actividades, (que quizás no son del todo comprendidas) agrava más la situación; sabemos que no todos les niñes viven la misma realidad, no todes cuentan con los recursos tecnológicos o humanos para sobrellevar las circunstancias que hoy inquieta a la humanidad
Creemos que es momento de repensar el papel de la escuela en tiempos adversos, para que la niñez a largo plazo, pueda manejar el estrés y la angustia alimentada por el contexto, este o cualquier otro.
Quizás, lo mejor debería ser contener y sostener, cuando decimos sostener nos referimos a tratar de abordar desde la virtualidad la singularidad de cada niño, quizás a veces menos es más. No olvidemos que la escuela fue pionera en amparar y proteger ante las problemáticas del desamparo, vulnerabilidad e indefensión. Vivimos momentos en que es más necesario que nunca, aún a la distancia y mediados por lo que la virtualidad ofrece, animar, incentivar, alentar, sugerir. Que se sienta que hay otro. Un otro que acompaña, que está presente y retroalimenta.
Sabemos que les docentes, en estos tiempos están poniendo todo de sí para poder llevar adelante la tarea de educar. Ellos también están abrumados con los cientos de tareas y actividades que deben revisar y corregir a diario. Hoy, más que nunca se necesita que el docente escuche, acompañe, comprenda y sobretodo adapte su propuesta educativa a la realidad. Quizás sean momentos de flexibilizar, de tomar un respiro para luego poder retomar con más ganas, con más aliento.
Los más pequeños pueden tener dificultades pues no entienden lo que está sucediendo, tal vez hasta tener miedo al no comprender por qué no deben salir de sus casas, ver a sus amigos, abuelos y demás familiares. La incertidumbre es compleja en la vida adulta, de por sí incomprensible y enigmática… cuanto más será para la niñez, que apenas están conociendo el mundo.
En este sentido es importante resaltar que el modo en que los adultos llevemos este tiempo puede ser un factor crucial para les niñes. Las condiciones de los padres, cómo manejan estos la cuarentena, es importante para no generar más ansiedad, miedo o preocupación a los más pequeños. Las familias deben tener en cuenta y abordar los miedos o preocupaciones de los menores, haciendo explícito lo que ocurre, escucharlos, estar atentos e incluso permitir que en ocasiones descarguen lo que les pasa, esto puede ser el mejor remedio para paliar esta situación.
Como adultos a veces colapsamos ante los problemas y más en estos tiempos, sin embargo, es fundamental contener a los más pequeños, quienes aún no tienen las herramientas emocionales para poder sobrellevar el cambio drástico de vida por el que están atravesando. Pareciera que los problemas son de los adultos y que les chicos y chicas no los tienen, pues se les garantiza comida y abrigo, pues no es así, para ellos y ellas es tan o más complicado que para nosotros, pues perciben los problemas y el malestar, además no pueden explicar que les está pasando a ellos mismos y menos pueden producir algo para hacer sentir bien a los seres que más quieren, esos mayores convivientes. Extrañan a sus abuelos, y toda la familia ampliada
¿Qué hacer? tratar de poner en juego toda la empatía y el amor posible para que nuestros hijos no enfermen. Que puedan expresar lo que les pasa, es una de las mejores herramientas de contención, no minimizar lo que dicen y desarrollar la escucha atenta, es fundamental. Los más pequeños si no pueden poner en palabras lo que sienten, pero pueden realizar dibujos, ya que este es un dispositivo importante en la infancia, para expresar lo que les sucede; el dibujo también puede ser una herramienta donde se puede canalizar los miedos e incertidumbres.
Los niños observan todo, si ven al adulto fuerte, sobrellevando este momento de la mejor manera podrá sentirse tranquilo y a salvo. Si en cambio ven que se desbordan, se angustian y no saben cómo sobrellevar la situación, se sentirán con mucho miedo y tristeza lo que a largo plazo puede provocar en ellos enfermedades como estrés y depresión.
Como adultos dependemos del devenir histórico, a eso no lo manejamos, pero de nosotros depende contribuir a que la niñez construya las mejores herramientas para desarrollarse sanamente en un futuro incierto
Psicopedagoga Liliana Cafere
Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación