La Navidad fue menos silenciosa que años anteriores y muchas familias revivieron viejos dramas

Desde 2016 está prohibida la pirotecnia en Concordia. 

Froy explicó que hicieron una denuncia a Inspección General y al Juzgado de Faltas contra la empresa Cienfuegos ya que una persona que pertenece a Conciencia Animal se hizo pasar por un cliente y le dijeron que vendían pirotecnia. Incluso «le dieron una lista de precios». El listado fue llevado al Juzgado de Faltas para que tomen cartas en el asunto. Froy desconoce si se hizo algo al respecto. No obstante, dijo que se siguió vendiendo «como si tal cosa».

A las 9 de esta mañana, Froy sostuvo que iban a concurrir a la municipalidad para dialogar «con alguien importante: del intendente para abajo». «Tengo una nota preparada para que firmen todos los que vayan; van a ir dos padres de los chicos autistas que son los que más sufren», dijo. «Hay personas con problemas neurológicos que lo sufren y mucho. Tenía una hermana que tenía Alzheimer que falleció en octubre y te aseguro que hasta el TV en una medida normal de audio le molestaba», añadió.

«Si la municipalidad no tiene medios para hacer la investigación como corresponde, que pida auxilio a la Policía. En su función de cuidar la salud de la población puede requerir ayuda para multarlo y clausurarlo definitivamente por infringir una ordenanza», sostuvo Froy. De hecho, remarcó que suelen contestarles, cuando acuden: «fuimos  a ver y nadie vendía». «Por supuesto que si va (Marcelo) Tessani que es el director de Inspección General le van a decir que no venden. Si voy yo van a decir ‘¿cómo le vamos a vender? nosotros respetamos la ordenanza’. Que hagan una investigación en serio», indicó Froy.

Más luces, menos ruidos

Paola Chuquel, integrante de TEA Padres Concordia, una organización que se fundó en 2013 que nuclea a padres y madres de chicos que padecen autismo, recordó que estuvieron luchando mucho tempo para que se sancione la ordenanza. “Da angustia ver que no están haciendo cumplir la ordenanza por la que tanto luchamos por las mascotas, por nosotros, por un montón de gente”, indicó

La mujer dijo que todo el mundo sabe donde se vende. Asimismo, recalcó que estuvo hablando con una persona de Concepción del Uruguay que tiene la misma prohibición. “Allá se escuchó muchísimos menos ruido pero detectaron cuales son los barrios donde se escuchó muchos ruido. Entonces hacen prevención en esos barrios”, indicó.

Chuquel  citó el caso de Gonzalo Nehuén Sánchez, un joven de 19 años con síndrome de Asperger de la ciudad de Mendoza, murió atropellado por un auto durante los festejos de Navidad. Los medios locales habían informado que el adolescente había sufrido una crisis nerviosa, producto de los fuegos artificiales, sin embargo sus familiares descartaron esa versión y aseguraron que se trató de un incidente vial, según Pagina 12.  Pese a que la familia de Gonzalo apuntó a la imprudencia del conductor, distintas organizaciones pusieron el foco en la necesidad  de una mayor concientización sobre los daños que los ruidos fuertes generan en las personas con Trastorno del Espectro Autista.

“Ellos son hipersensibles al sonido. No lo pueden prever. Es como que están en el medio de un bombardeo”, indicó. La mujer sostuvo que desde Tea Concordia apuntan a un cambio de educación, de cultura, a la hora de las fiestas de fin de año. “Apuntamos a las luces, no a los sonidos”, dijo Chuquel.

“Nosotros no estamos de acuerdo con que no festejen: nosotros estamos de acuerdo en festejar un nuevo año o una Navidad. Estamos de acuerdo con la alegría que eso trae; la poca alegría que podemos tener los argentinos. Pero festejemos distinto para que todos festejemos”, reflexionó la mujer.

En ese sentido, indicó que se pueden encender fuegos artificiales sin sonidos o los globos aerostáticos.  “Nosotros apuntamos a esa clase de diversión para que todos nos podamos divertir. No algunos pocos”, indicó. Para la mujer, son más las  contras que los pro  a la hora de usar pirotecnia sonora.

En ese sentido, explicó que también son sensibles a las luces fuertes pero, en esos casos, “se meten en el casa” o  “pueden cerrar los ojos y no pasa nada”. Pero el sonido es imprevisible. “Imaginate a que uno le tiran un chaski-boom y se te cae una cosa porque te asustaste. Imaginate a ellos esa sensibilidad por 100”, señaló.

Chuquel sostuvo que el autismo afecta a cada vez más chicos en Concordia pero se habla poco y nada del tema. “Te puedo asegurar que se triplicaron los casos y te puedo asegurar que el 70 % no tienen cobertura social porque son terapias carísimas. Y los chicos necesitan las terapias porque son chichos chicos”. Y quienes tienen una obra social, muchas veces deben lidiar con la negativa a cubrir los costos del tratamiento de parte de los responsables de las mismas.  

“Te aseguro que, saliendo de los boulevares, es increíble la cantidad de casos. No estoy hablando del centro de Concordia donde se miran el ombligo. Estamos hablando de fuera de los boulevares; estamos hablando de chicos que no tienen obra social; no tiene la contención económica para resolver esos problemas? ¿Qué hacemos ahí?”, se preguntó.

“No estamos pidiendo que no se diviertan; estamos pidiendo que cambien la manera de divertirse”, dijo. De hecho, se ha  topado con personas que argumentan que se la pasaron encerrados en la pandemia y ahora “¿no vamos a poder tirar un cohete?’”, le dijeron. La respuesta es simple y se requiere de empatía para entenderla. “Ellos (los chicos que padecen autismo) también estuvieron encerrados. A muchos les cortaron de golpe la terapia. Esos cambios de rutina nos trajo muchos problemas de berrinches. La pasan mal”, dijo.

O cuando les dicen que los cohetes “son solo un ratito”. “Ese ratito es una eternidad para un padre que tienen que estar conteniendo a los chicos que están llorando en el baño, a los gritos, se autoagreden en algunos casos”, sostuvo. Más adelante, diferenció los casos de chicos de tres o cuatro años (hacen berrinches, se pegan en la cabeza contra la pared o el piso, muerden) pero, al menos abrazándolos los pueden contener, de adolescentes de 19 o 20 que “literalmente te rompen la casa”.

Chuquel tiene un hijo de 22 años que padece autismo pero tuvo terapia desde los dos años. Eso lo ayudó mucho (calcula que en un 50 % las crisis fuertes) pero no eliminó la hipersensibilidad al sonido. De hecho, hasta el día de hoy se tapa los oídos cuando le cantan feliz cumpleaños. Mide 1,90 de altura. “Decime como hago yo para contener a un chico de 1,90 metros en una crisis cuando él siente literalmente que le caen bombas al lado”, se preguntó. Además, se preocupa por su familia porque cree que pueden sufrir algún tipo de daño y lo lleva al hermano menor y a la madre a refugio. “Terminamos todos re-divertidos adentro del baño. Tiene miedo por él y por los demás. ¿Qué te parece? ¿Esto es felicidad? ¿Esto es diversión?”, señaló.

Pero el peor argumento que pueden llegar a escuchar es que la culpa de que los hijos tengan autismo es de los padres. “Los invitaría a que se capaciten, que pregunten, que hagan un cursito de autoayuda  o que no hablen directamente”, remarcó. Chuquel dijo que su hijo no eligió padecer ese trastorno ni ella quería tener un hijo con ese padecimiento. “Hoy pienso que es lo mejor que me paso en la vida”, indicó. Los chicos autistas no saben mentir, son transparentes y enseñan a ver la ciudad desde otro punto de vista. Pero siempre lo más fáciles es echarle la culpa a un tercero. “Quien tiene la culpa. ¿Yo? ¿Mi hijo? ¿Los ancianos que no pueden tolerar los sonidos? ¿Los animales? ¿El medio ambiente?”, se preguntó.

¿Qué opciones tienen las familias cuando algún integrante tiene un  trastorno que lo hace sensibles a los sonidos? Las que pueden alquilan una casaquinta lejos de la zona céntrica o son invitadas por algún pariente a pasar las fiestas en esos lugares alejados. Otras pueden comprarles un auricular que no deja pasar los ruidos del exterior. O pueden pagar una terapia que los ayuda a volver un poco más tolerables a los sonidos. Pero son las menos las que tienen esa posibilidad: muchos deben encerrarse en el baño (la mayoría de las veces están en el medio de la vivienda y por eso los sonidos exteriores llegan bastante amortiguados).

“Lo único que puedo hacer es hablar con ustedes. De la municipalidad no me llamó nadie para explicarme porque no se está respetando la ordenanza que ellos mismos sancionaron”, indicó. Por ello, Chuquel aboga por un cambio cultural de fondo. “Que no cambien de festejo por un decreto; que sea porque ellos realmente creen que no es necesario comprar un cohete”, se esperanzó.

 

Informe: Guillermo Coduri

 

Entradas relacionadas