Destruyó la industria nacional, la cultura, la creatividad, las instituciones republicanas y democráticas.
Arruinó generaciones de argentinos.
Avergonzó a nuestra querida Patria.
Llenó de luto, llanto y miedo a toda nuestra sociedad.
Murió solo, en la cárcel común después de haber abusado del poder.
Tan cobarde que no se hizo cargo de las tumbas de sus asesinatos, porque las violó, porque las negó, con su mente criminal, enferma, sucia y cobarde.
Genocida, maldito, tan dañino y perverso que sus crímenes se extienden a
ocultar los cuerpos, impedir los duelos, mezquinar el derecho de los deudos
de sepultar sus muertos.
Y sembrar cómplices de esta barbaridad inhumana.
¡Que Dios condene su perversa alma! Sepulte sus odios.
Que la memoria, la verdad y la justicia sean su condena perpetua.
Y nunca más nazcan y se desarrollen estos monstruos en esta hermosa y bendita República Argentina.
No puedo decir que en paz descanse, no puedo decir que me alegra su muerte.
Solo me llena de indignación, repudio, asco y vergüenza: murió el mayor delincuente que nos dolía tanto.
En el infierno no se lavaran sus culpas. Tampoco habrá fiesta. En el infierno hoy habrá temor y asco.
El 17 de mayo de 2013 ingresará a la historia de la biografía de un criminal. Pero nuestra patria esta llena de hombres y mujeres buenas, de héroes reconocidos y anónimos. Que no se manche esa fecha.