La baja de los precios de la cotización de los cereales en los mercados internacionales es un hecho que lleva a Beswick a decir que “el gobierno no lee la realidad mundial”. En ese sentido, indicó que los precios de la soja “no son los que eran antes”. Es que en pleno conflicto, la tonelada del grano superaba ampliamente los U$S 600. “Hoy estamos hablando de una soja de menos de U$S 400”, dijo.
También pidió tener en cuanta la inflación que ha habido en dólares de los insumos. El glifosato valía U$S 2 y ahora 7,20. El gasoil valía $ 1,50 y ahora para comprar un gran volumen para sembrar ahora “hay que pagar $ 2,68”.
Al adverso contexto internacional, le sumaron la “difícil y prolongada sequía”, “falta de clima favorable para la inversión”, la “incertidumbre” y las “represalias” que se ejercen a los productores a través de la ONCAA. “Lo que estamos reclamando en el fondo es la política agropecuaria que no tenemos”, expresó Beswick.
“Se prorrogan los vencimientos del impuesto inmobiliario, nada más. No se suspende no nada de eso. Digamos que para el año que viene se junta y va a haber que pagar dos años juntos”.
Respecto de las reuniones que mantuvieron con el secretario de Producción, Roberto Schunk, Beswick dijo que: “el primer impacto que tuvimos fue que se aumentó considerablemente el Impuesto Inmobiliario en una proporción del 100 % en la Provincia”.
El titular de la Rural cuestionó el principal argumento del gobierno para justificar el incremento. “Creo que hablaban de $ 1 u 0,80 por hectárea. Si uno lo toma así aisladamente, a lo mejor suena ínfimo pero en realidad la provincia es otro impuesto más de todos los que paga el campo”, indicó. Por ello, puso en la balanza las retenciones y el impuesto a las ganancias.
Además, Beswick aseguró que el contexto actual es diferente al que se vivía hace pocos meses. “Olvídense un poco del país en que vivíamos hasta el paro. Ese país al que la gente le iba muy bien y que le sobraba plata si se quiere. Hoy en día con la caída de los precios la gente no está ganando nada”.
El dirigente agrario pintó un panorama más bien paupérrimo. “Con estas perspectivas y con los precios que tenemos para la soja o los precios para la ganadería que la gente ni siquiera puede vender la producción, el impacto del aumento de un 100 % en Feliciano es gravoso. Esos campos por más que el gobierno crea que valen U$S 3500 (la ha.) no vale. Y aunque lo valiera ese productor no vende el campo para pagar el impuesto”, explicó.
“Siguen con la misma presión: nos van a estrellar a nosotros primero y después el resto de la gente va a ir cayendo”, precisó.