Concordia, 16 de octubre de 2004
Sr. Director:
Para recordar la fecha del secuestro de mi hermano Alberto Noailles pedí a una amiga que llevara un texto que deseaba publicar a El Diario de Paraná y al Semanario Análisis. Con Análisis no hubo ningún inconveniente: el aviso salió tal como yo lo solicité e incluso no me cobraron, siguiendo la línea de algunos medios -como Página/12, entre otros- que publican gratuitamente este tipo de recordatorios.
En El Diario, el trámite fue totalmente diferente. Titubeando ante el texto en cuestión, el empleado de la receptoría de avisos tuvo que consultar con dos superiores -entre ellos al director- a fin de lograr la aprobación para la publicación del recordatorio de un secuestro de un entrerriano durante la dictadura militar. Presumo que también el apellido de una de las firmantes (yo), alertó al empleado. Sucede que mi apellido de casada figuraba en el texto en cuestión y estoy casada con Oscar Rovira, ex titular de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA).
Luego de obtener la autorización y de abonar los 78 pesos que costaba el espacio, al día siguiente me encuentro con una sorpresa más que desagradable, irrespetuosa e incluso de mal gusto: el recordatorio de mi hermano salió con un título destacado en negrita que decía “SOLICITADA”, pese a que esa palabra no figuraba en la conformidad de la publicación firmada y que obra en mi poder.
Ya el año pasado, al querer publicar un recordatorio de similares características, hubo problemas con El Diario. También pagué la tarifa correspondiente y el aviso salió publicado el día acordado, pero con una cantidad de errores tipográficos que lo tornaban completamente ilegible. Adujeron “inconvenientes técnicos”, aunque la edición completa de El Diario de ese día había salido perfectamente impresa. Los “inconvenientes técnicos” sólo afectaron al recordatorio de mi hermano Alberto. Ante numerosas quejas mías y de otros familiares, el texto salió correctamente al día siguiente.
Da asco ver la conducta de estos señores que se pavonean en ADEPA y, a la vez, van cambiando de ideas de acuerdo al gobierno de turno. Hoy están los “pseudo-progres” que le tienen miedo a quienes investigan y tratan de divulgar ante cada micrófono que tengan delante el relato falaz de “cuando me desaparecieron”.
Causan verdadera indignación a quienes conocen sus verdaderas historias y descomponen sus relatos mentirosos de situaciones que no fueron tal como las cuentan. No entiendo por qué quienes realmente sufrieron cárcel y torturas durante la dictadura militar no levantan la voz ante estos personajes que usan, desfigurado, un fragmento de su historia personal para ponerse a la par de quienes verdaderamente lucharon. Son genocidas del pueblo de Entre Ríos. Ellos, sus laderos y sus punteros nadan en la abundancia, traicionando los ideales por los que murió mi hermano y 29.999 personas más, que ya hace más de treinta años sabían hasta donde llegaría la corrupción: la destrucción de un pueblo en una proporción cercana a la hitleriana, donde también la mayoría de las víctimas son niños.
El Diario de Paraná tergiversó la publicación del recordatorio que quise dedicarle a mi hermano y a sus compañeros de lucha y se vendió por infames 78 pesos, sólo por no tener lo que es necesario para enfrentar a las mafias: coraje.
Saluda atentamente,
Pitina Noailles de Rovira
DNI 4.385.545