El paso del tiempo ha sido feroz con la fuerza política que supo engendrar dirigentes de la talla de Leandro Alem, Hipólito Irigoyen, Moisés Lebensohn, Rafael Marino, Hipólito Solari Irigoyen, Arturo Humberto Illia, Oscar Alende, Arturo Frondizi, Raúl Alfonsín, y tantos otros que mi pandemizada memoria se niega a recordar.
A los partidos políticos les pasa como a las personas, algunos envejecen bien, con sabiduría y serena dignidad, y otros se transforman en una penosa caricatura de lo que fueron. Como cantaba el mudo: terminan flacos, fané y descangallados.
De los cinco postulantes a las legislativas, con que amenaza la alianza que preside el amnésico Rogelio F. y que aparentemente se impondrá en la interna, solo uno ofrece carnet de pertenencia al centenario partido, un dirigente de larga y anodina trayectoria política, más ligada a la resolución de sus problemas empresarios personales, que a la vocación de servicio a la comunidad, que por otra parte jamás plasmó en iniciativas que se le conozcan, de alguna trascendencia para los entrerrianos. El resto es un rejuntado penoso que no se priva de nada: desde depredadores seriales, como Frigerio, a quien hemos atendido y lo seguiremos haciendo, porque nos parece la mayor amenaza que jamás se asomó en el horizonte político provincial, una peligrosa hiena cubierta con piel de cordero y cara de ‘yo no fui’. Y su acólito vecinalista, un recién aparecido a la política, finalmente más conocido por los escándalos de narco y lavado, que han puesto su pequeño municipio en el escenario mediático nacional; y también por su manifiesta complicidad con especuladores inmobiliarios que han destruido un humedal que amenaza la ciudad de Gualeguaychú. Y para coronar esta ‘brigada brancaleone’ de la política, una representante local del cholulismo político porteño, un enrulado mediático, más conocido por sus faranduleros avatares amorosos que por sus proyectos para el país.
En esta reseña necrológica no puedo dejar de mencionar la desopilante declaración del Comité de Municipio de Gualeguaychú de la UCR en referencia a las protestas de algunos sectores de la población cubana, agobiados por las penurias económicas de la isla, por las consecuencias del criminal bloqueo económico conque la somete EEUU, país que no se resigna, a pesar de las décadas transcurridas, a que Cuba haya dejado de ser el casino prostibulario de sus mafiosos.
Y aclaro que por pertenencia geográfica he tenido en esta ciudad, muchos queridos y respetados amigos radicales, Valga un recuerdo para el recientemente desaparecido Roberto Bermúdez, un entrañable abogado que transitó su vida pública como dirigente de la Federación Agraria, su vida profesional como abogado de entidades y cooperativas del sector, prestigiando con su honestidad la UCR local, sin jamás reclamar ninguna prebenda política, que legítimamente le hubiera correspondido por capacidad y consecuencia militante. Y tantos otros que por razones obvias no menciono.
Resulta que despertando de un largo letargo, que pasó por alto el golpe que volteó el gobierno democrático de Bolivia, del que, ahora sabemos, fue co-responsable la alianza que integran. Las luchas del pueblo chileno que acaban de arrancar, luego de una sanguinaria gesta, la posibilidad de una nueva constitución que reemplace la legada por Pinochet. O del pueblo colombiano que se lanzó a las calles a enfrentar la presente versión de los narco-gobiernos que han asolado en las últimas décadas a su país. Se exaltaron redactando una declaración pública del comité del municipio que hubiera hecho sonrojar de vergüenza ajena al mismísimo Luis Almagro.
¿Qué les pasó muchachos? ¿Se despertaron de la siesta con ganas de algo dulce y se dieron cuenta que se les habían acabado las bananas?
De cualquier manera, la historia está por escribirse, y el radicalismo entrerriano merece por trayectoria y porque la provincia lo necesita, otra dirigencia. La provincia reclama una oposición honesta y capaz, y no un rejuntado de pícaros y advenedizos como el que armó Frigerio para proyectar su malsano apetito político personal a la nación.
