La Justicia tuerta

Las mujeres, víctimas de violencia, son sometidas a espacios que se limitan, privacidades que se avasallan, a prohibiciones de amistades y familias alejadas. En situación de clausura, la indefensión y la vulnerabilidad de las víctimas aumenta. Todo es intimidación que se irradia con proscripciones crecientes y sigue un proceso de agresiones que desencadenan en violencia física, con arrepentimientos del agresor y perdones sucesivos. El ciclo se acrecienta y se repite. El hombre controlador, manifiesta un poder progresivo ante la sumisión. La crianza, propia de la modernidad, con mujeres educadas en la subordinación, introdujo la creencia de que es imprescindible la presencia de un hombre, aunque violento, en la vida. Cuando se pide auxilio, como si fuera poco, tienen que soportar, además, la revictimización provocada por el machismo obstinado de la justicia.

No solo es violencia sufrida en contextos domésticos, también lo es el trato a las que se someten las víctimas en busca de auxilio, de quienes, supone, ejecutan justicia.

La crisis económica y las dificultades que impone la cuarentena suman problemas, que acentúan – en épocas normales era ya difícil- en un peregrinar agónico devastador, ante miradas incrédulas y presencias acartonadas de servidores públicos que, además, son bien pagos. Si la peregrina es pobre y sin buen porte, el desdén profundiza el desgano de quienes tienen la obligación de atender a todos y todas, ciudadanos y ciudadanas.

Lamentable pero real, hay denuncias y denuncias y, cuando muchas mujeres toman la decisión de rebelarse ante el sufrimiento, cargando con miedo e inseguridad, se estancan, se les resta importancia, se excluyen, se archivan.

Las noticias que contabilizan los casos extremos – femicidios – enuncian porcentajes mayores a igual período del año pasado[1]. Así dicho, con tanta frialdad, parece un dato más en medio de estadísticas. Esas estadísticas, además dicen y destacan que los femicidios fueron cometidos por las parejas o ex parejas de las víctimas. Mujeres sometidas no solo a violencia, sino también a la discriminación, la de la justicia patriarcal, cuando se supone la igualdad de trato para todas, cuando la realidad estalla frente a decisiones, acciones u omisiones de personas supuestamente probas, hipotéticamente preparadas, teóricamente objetivas, para ejercer cargos cuasi endiosados. Personas que deciden sobre la vida de otros y otras, que son también víctimas de una sociedad patriarcal de la occidentalidad creadora.

Las mentalidades, adaptadas y asentadas en la cultura patriarcal, responden consecuentemente. El proceso de violencia entre victimarios y víctimas, corren apresuradamente y la justicia es lenta y una justicia lenta, es injusticia o es tuerta.

Hace unas semanas entró en debate, si es que se puede poner una palabra a la forma en que se trató y trata en el Congreso de la Nación Argentina la tan combatida reforma judicial, con falta de argumentos convincentes por parte de senadores y senadoras, diputados y diputadas -y otra vez invade la vergüenza ajena- acentuada por algunos y algunas llamados/as periodistas “stars off”.  que vapulean sin proponer nada, que desvarían con argumentos que solo entran en cabezas de delirantes. 

Desde una mirada educadora, es posible vislumbrar alguna esperanza de celeridad para atender las urgencias relacionadas a denuncias de causas restadas de importancia y convertidas en impunidad. La reforma judicial -hay que leer el proyecto para comprender algunas intenciones- y la Ley Micaela, son dos esperanzas. La primera, intenta ser ley; la segunda, educa para la deconstrucción de comportamientos preestablecidos cargados de violencias representadas en sus múltiples formas en las organizaciones que deben garantizar la atención y el accionar rápido en consecuencia.

Quizás la pregunta que surge en este momento es que una reforma judicial que, entre otras intenciones, pretende descomprimir un Poder Judicial que gestione con transparencia los procesos legales, que proyecta agentes judiciales preparados, con jueces que pasen por todos los exámenes que la responsabilidad requiere ¿no será una oportunidad para reivindicar un Poder del Estado tan degradado?

Finalmente se recomienda leer y, si no se entiende, buscar ayuda, para luego reflexionar y opinar conscientemente de las ventajas que dicha reforma interpela a la, hasta ahora, una justicia tan repudiada por ciudadanos y ciudadanas comunes.

 

Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación.

 

[1] https://www.nodal.am/2020/08/argentina-en-2020-ya-hubo-168-femicidios-un-15-mas-que-el-ano-pasado/

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