La inseguridad irrumpe en el Masvernat

La violencia y la inseguridad es lo que más preocupa a los trabajadores. Y los conflictos externos a veces entran por la guardia y el hospital se transforma en otro escenario donde se manifiestan. Una trifulca entre bandas termina con heridos de ambos bandos en la guardia y los familiares en la sala de espera. Un cóctel explosivo. Y los trabajadores hospitalarios en el medio de la contienda recibiendo amenazas.

Una de las participantes del encuentro indicó que la mayoría de los hechos suceden en el primer piso del nosocomio donde la gente “va y viene”. Sin  ir más lejos, sostuvo que ayer domingo a las siete de la mañana, iba cruzando por una de las salas de espera donde había gente “tapada o encapuchada” que les chistaban para que dejasen de hablar. Evidentemente estaban durmiendo y les molestaba cualquier ruido. “Están toda la noche durmiendo tipo campamento”, dijo la mujer.

El principal problema es el acceso. Aunque si bien sólo se puede entrar por la guardia, hay otras dos puertas más que suelen aprovechar mediante algún descuido. Por un lado, cruzan la barrera para entrar por la parte trasera de la guardia, que a veces queda abierta en verano cuando hace calor, o por la puerta de los proveedores. Incluso, de noche hay quienes se trepan y saltan las rejas perimetrales. Algunos para visitar familiares; otros para cometer ilícitos como el robo de celulares. Además hay escaleras con puertas de emergencias que, en ocasiones, quedan abiertas en verano, por la temperatura interior. Esos descuidos a veces son aprovechados por ladrones que van a robar “a las madres en pediatría”, dijo una delegada.

Otra de las enfermeras relató que en ocasiones se ha encontrado con 50 personas en el espacio ubicado a la salida de los ascensores, frente a la sala donde descansan los médicos de guardia. “Parece un shopping, gente caminando, nenes corriendo por los pasillos”, señaló.

El relato de una mujer perteneciente al sector no profesional fue uno de los más explícitos. En ese sentido, recordó que el día en que se produjo la desaparición de la bebé, el miércoles de la semana pasada, familiares de la madre le “desarmaron el servicio”. “Las trompadas contra la pared sonaban a un centímetro de mi cara”. Optó por llamar a la Comisaría 4º debido a la situación de indefensión en la que estaba. “¡¿Quién vela por mi seguridad?!”, reclamó a las autoridades hospitalarias. “Se tiene que morir alguien?”, preguntó en voz alta. “Ya murió”, respondió alguien desde el fondo. El recuerdo de la enfermera baleada por su ex pareja, un ambulanciero quien luego se suicidó, de inmediato se apoderó de los presentes.

Incluso, recordó que una de las mucamas se tuvo que retirar con dos policías de custodia ya que era acusada de lo sucedido. Y otra participante señaló que hay mucamas de neonatología que han recibido golpes en algunas ocasiones.

Siguiendo con la asamblea, otra mujer indicó que el martes de la semana pasada, dos policías vinieron para retirar un grupo de ocho personas debido a que estaban haciendo mucho tumulto. Pero a pesar de que intentaron llevarlos a la rastra incluso, no pudieron. Una de los familiares cuestionaba su actitud diciéndoles que vayan a cuidar los robos en los barrios porque a ella se estaba muriendo la madre. “La gente viene muy pesada”, argumentó. Otra enfermera recordó un episodio sucedido tiempo atrás en que dos banditas intentaron dirimir sus diferencias en los pasillos del hospital.

Los relatos seguían ante la mirada atenta pero silenciosa de Quarroz, Cáceres y Cayón. Otra mujer dijo que una noche un “pendejo” de 18 años, le voló los vidrios de la puerta de entrada. A un compañero le sacaron los anteojos de un manotazo. “Un día nos van a sacar un arma y nos van a matar”, atestiguó.

El rol de la policía que presta servicios como custodia fue cuestionado en varias oportunidades por los asambleístas. Uno de los empleados mencionó que se los ve “tomando mate” o con el “teléfono en las manos”. Una de las quejas es que hay gente que aprovecha la entada de las ambulancias para entrar al hospital. Justamente, un hombre indicó que una tarde entró al estacionamiento del nosocomio. Al ingresar esperaba que el efectivo de guardia le solicitase una identificación. Eso no sucedió dado que el policía estaba sentado en la casilla mirando hacia abajo, seguramente utilizando el celular. A la salida observó que no se había movido de esa posición.

Cáceres fue el encargado de transmitir las novedades al personal. En primer lugar, señaló que no son ajenos a todo lo que se mencionó en la reunión sino que saben lo que sucede. Además, dijo que no hay recursos en el hospital como para contratar seguridad privada. En el nosocomio hay personal de vigilancia pero están limitados en sus funciones y muchas veces son blancos de agresiones.

Por otro lado, ante las numerosas comparaciones con el orden que reina en los sanatorios privados, donde el régimen de visitas es más estricto, explicó que no se puede comparar dado que en los centros privados hay 60 camas de internación y en el Masvernat 260.

Cáceres dijo que la dirección mantuvo reuniones con la Policía para lograr un mejor control del ingreso de personas. Para ello, dijo que todos los días, a las 13, se enviará al responsable de la seguridad interna del nosocomio un listado de los pacientes internados. A las 15, dos personas de seguridad y dos policías se instalarán en la puerta de la guardia y dejarán pasar sólo a dos familiares por paciente. En ese momento, la opinión de los asistentes  se dividió.

Por un lado, hubo quienes pidieron que sea un solo familiar pero la respuesta acertada de otros empleados fue que se trata de un hospital público y, por lo tanto, no puede cerrar sus puertas. Por otro, hubo quienes pidieron que los familiares lleven algún tipo de identificación personal que acredite su identidad y el parentesco con la persona internada.

Al mismo tiempo, Cáceres dijo que hay otras medidas en carpeta. Una de ellas es el cierre del primer piso. Y el otro es la apertura de un ingreso independiente para el sector de pediatría. Pero por ahora no hay recursos como para llevar adelante esas medidas.

Ricardo Echevarría, integrante del cuerpo de delegados del hospital, dijo que es necesario cerrar en algunos lugares para poder empezar a organizar la seguridad interna. “No se puede trabajar así. El personal tiene que andar cuidándose que no les peguen de atrás, que no los lastimen. De noche salís y es tierra de nadie. Entran a cualquier hora  salen por donde quieren”, indicó.

“Hay médicos que encontraron que se estaban robando el matafuegos. En algunos sectores no hay un matafuego. Se robaron todos”, acotó el delegado.

Más adelante, señaló que hay un problema de raíz cultural. “A veces llega la gente, llevan los chicos y agarran como parque el hospital, es un paseo”, indicó Echavarría.

Los delegados no están en contra de las visitas de los familiares. Pero respetando las reglas: el horario de visitas es de 14 a 16 y luego de esa hora sólo se permite una persona cuidando a un paciente. A las enfermeras se les dificulta el trabajo cuando hay más de un familiar por habitación.

En favor de los familiares, los trabajadores son conscientes de que los informes que deben ser suministrados por los médicos tardan demasiado. En consecuencia, los familiares se ponen nerviosos. A veces una intervención quirúrgica se realiza de tarde y los familiares del paciente deben esperar a la mañana siguiente para saber como salió. O una mujer comienza el proceso de dar a luz, se la llevan a una sala pero pasan las horas, el parto se retrasa, y no hay ninguna información de parte de los médicos a quienes están esperando. Eso provoca angustia, tensión, enojo y agresiones en el peor de los casos.

Por otra parte, Echavarría indicó que el Masvernat es hospital de referencia de parte de la costa del Uruguay, norte de Entre Ríos y hasta el sur de Corrientes. Si a eso se suma fallas en la atención primaria por parte de los centros de salud que deberían atender los casos menos urgentes y lo hacen en forma deficiente, el nosocomio termina abarrotado de pacientes.

Las reuniones con los diferentes sectores del hospital proseguirán en los próximos días a la búsqueda de mejorar la seguridad. Más allá de las medidas adicionales que se lleven adelante, la cuestión de fondo no se puede resolver allí. Son problemas culturales que atraviesa un sector de la sociedad y su cura no depende de ninguna medicina o tratamiento que se pueda realizar en el hospital.

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