La gran oleada de inmigrantes de 1870 implicó un quiebre en la formación de la identidad entrerriana. Transfusión sanguínea de por medio, alemanes del Volga, italianos, españoles, árabes y demás, cambiaron el perfil de Entre Ríos.
En un sentido, acaso esta inyección poblacional opacó todo lo que ocurría antes. Se diría que dejó en la sombra a los primitivos habitantes de la provincia, quienes finalmente levantaron ciudades, y dieron su impronta inconfundible a la entrerrianía.
Un rastreo a ese pasado lejano encuentra una firme presencia uruguaya, como base de la construcción social de los pueblos entrerrianos. De hecho, al analizar la inmigración en Gualeguaychú, hasta la primera mitad del siglo XIX, la historiadora local Nati Sarrot, habla de un “movimiento natural” de pobladores que viven a ambos lados del río Uruguay.
“Motivos de trabajo, de disensión política, de enlace familiar, etc., provocaron ese pasaje constante y por cierto considerable entre las dos provincias de un mismo país, primero, y luego de la independencia del Uruguay, de naciones distintas”, refiere. Últimamente, en interesantes trabajos aparecidos en Diario Uno, de Paraná, el periodista Tirso Fiorotto viene refrescando la memoria en este punto, el de los lazos sanguíneos y culturales con los orientales, como un aporte a la comprensión mutua, en un momento en que la relación uruguayo-argentina atraviesa su peor momento.
“En algunas zonas de la costa del río Uruguay -relata el periodista larroquense- se llamó (y se llama) ‘canarios’ a las personas pobres que deambulaban por la campiña o construían sus ranchos en los márgenes de las ciudades. ¿Por qué canarios? Los mismos pobladores desconocen el origen, pero en verdad no es más que otra muestra de la ligazón histórica de ambas márgenes del río Uruguay”.
Los canarios son los abuelos orientales, en tierras entrerrianas. Su origen es bien remoto: fueron los primeros pobladores montevideanos, unas 43 familias que llegaron en barco desde las Islas Canarias entre 1726 y 1729. Después llegaron por miles al Uruguay, al punto de constituir la mayoría de los españoles en ese suelo.
El caso es que estos orientales “buscaban conchabo en Entre Ríos, y los gringos y criollos afincados aquí vieron llegar a los canarios, como gente de humilde condición”, relata Fiorotto.
También se daba el proceso poblacional contrario: no pocos entrerrianos cruzaban a su vez para el otro lado. “Iban para las zafras, para las esquilas, y terminaron aquerenciados en el Uruguay. Luego se dividieron los países, y el río se convirtió en algo así como un muro”.
Fuente: El Día de Gualeguaychú