Silvia Cristina es pasajera del tren que parte hacia Basavilbaso. Sentada en el piso del andén, espera pacientemente la llegada del tren agobiada por el calor. “No hay agua y se necesita agua porque los pasajeros están muchas horas. La verdad es que es incómodo con esta (sic) calor”, señaló. Junto a su marido, aguarda desde las 10 de la mañana. La llegada del tren está prevista para la 1 de la tarde. Es la tercera vez que viaja y siempre se encuentra con el mismo panorama. “Ya sabíamos que está en ese estado”, dijo. Resignada, admite: “tenemos que aguantar, son cuatro horas” de viaje.
Claudia es oriunda de San Miguel, provincia de Buenos Aires. “Vinimos de allá y nos vamos de vuelta”, señaló. Al igual que la mayoría de los pasajeros, espera sentada sobre el cemento del andén. “Llegamos a las 8:30, 8:45”, precisó. Al llegar averiguaron por teléfono que el tren no había salido aún de Misiones. “No sé cuantas horas tardará”, señaló. En la estación calculaban que llegaría cerca de las 16.
Junto a sus hijos y otros familiares, se acomodaron en el suelo sobre manteles o sobre los bolsos. “Estamos como acampando” dice riéndose. “Es una lástima porque yo he viajado toda la vida a Concordia. Como a veces que hemos venidos dos veces hasta por año. Hoy se agrandó la familia y venir en micro no se puede”, explicó Claudia. Se trata de un grupo compuesto por 21 familiares. No obstante, la incomodidad no termina cuando se suben al tren. A veces tienen que viajar sin asiento. “Son doce horas. La verdad es que es una barbaridad”, explicó.
Uno de los pocos banquitos está ubicado cerca del ingreso al andén central, y allí se sientan Ángel y su esposa, quienes vinieron a Concordia a visitar familiares. A las 10 llegaron a la estación pensando que a las 12 iba a estar el tren. No obstante, la espera se alargaría cuatro horas más. En tanto, deben compartir un sólo cuerpo de sanitarios todos los pasajeros. “Hay un mismo baño para todos, mujeres, varones. Es el de varones pero es el único que está abierto”, indicó.
En realidad, no sólo no hay agua. Los sanitarios carecen de canillas y los retretes de mochilas. Un empleados municipal aseguró que las carencias se deben, lógicamente, a los robos que se han producido en diferentes ocasiones.
Respecto del viaje, “es un desastre ida y vuelta es lo mismo”, dijo Ángel. A la ida, el horario de salida era 10.55 y salieron 12:55. Llegaron a la 1:35 cuando debían haber llegado a las 12. El retorno no promete ser mejor. “No sabemos a que hora vamos a estar en nuestra casa. Para colmo el riesgo que corremos de que nos asalten o que pase algo en la calle porque no hay colectivos, no hay subte, a la hora que llegamos”, a Federico Lacroze.
Además, aseguró que a veces venden “dos o tres veces” el mismo asiento y después “se arman los problemas arriba del tren”. “Te atiende mal el guarda, no se puede viajar, es un servicio malísimo”, añadió. Incluso, a veces deben quedarse “tirado en los pasillos, en las puertas; corrés el riesgo de que te puedan empujar, te puedas caer”, expresó Ángel.
María, junto a sus dos hijos, está sentada en el cemento del andén. Estuvo paseando por la región durante 20 días, su marido volvió el sábado y ella y sus hijos emprendieron hoy el regreso a Grand Bourg, una ciudad ubicada en el Gran Buenos Aires. Llegaron a las 8:30 y debían esperar hasta media tarde para subir. “Los baños no se si no los limpian hoy pero están resucios”, indicó.
“El pobre como quien dice…por eso viajamos en tren, porque no tenemos para pagar un pasaje”, reflexionó María. El costo de un solo pasaje de colectivo equivale a tres del Gran Capitán. “Si no es mucho en pasajes”, indicó. El costo del pasaje es de $ 46, clase turista, mientras que un micro a Buenos Aires cuesta 130 (semicama) y $ 150 (cochecama).
En uno de los extremos del corredor se encuentra Daniel, un hombre de 45 años junto a su familia. “Soy porteño pero tengo mucha ligazón con Concordia”, dijo teniendo en cuenta que su padre falleció aquí. “Vengo todos los años, en invierno, en verano, con amigos, en licencia de trabajo. Soy un habitué”, señaló. Dado que viajaron con una familia amiga con muchos chicos “se les hacía bastante incómodo con respecto al dinero para viajar en ómnibus. Un matrimonio con un hijo es llevadero pero cuando tenés cuatro o cinco criaturas es bastante engorroso”, dijo.
Ayer averiguaron que el tren iba a estar a las siete de la mañana. Al llegar, se desayunaron que se había atrasado hasta las 10 pero a esa altura de la mañana ya sabían que recién a las 15 o 16 iba a arribar. “Ya perdiste medio día. Yo mañana a la mañana tenía previsto empezar a trabajar y por lo que veo recién voy a llegar a la mañana a Buenos Aires y pierdo un día de trabajo”, señaló Daniel.
Por lo tanto, deben pasar varias horas en la estación. “No hay nadie en los alrededores, ni negocios para comprar. Tenés que salir e ir para el lado del (club) Libertad para comprar aunque sea pan porque no hay kioscos”, señaló. Además indicó que para las mujeres es “engorroso” ir al baño dada la falta de higiene. “Y sin agua es muy complicado”, señaló. En cuanto al pasto largo en medio de los andenes, dijo: “ahí te das cuenta el tema del ferrocarril. Es como si tenes un terreno y nos vas nunca: en un momento el pasto te tapa la entrada”.
Por otra parte, explicó que, a su criterio, si las vías estuviesen en buen estado, el viaje no tardaría más de ocho horas pero, dada las condiciones en que se encuentra el ramal, se alarga a 12. “Hay gente que viaja sin pasaje, sin asiento, tenés que acomodarte en los baños, los pasillos, tirarte. A medida que pasan las horas se empieza a ensuciar porque comen”, dijo. Aunque dos empleados limpian los baños, remarcó que es una limpieza “muy superficial”. “Van dos o tres y de vuelta toda la mugre”, explicó.
Solidaridad con los pasajeros
Daniel Benítez, presidente de FERROTUR Mesopotámico, explicó que la red de agua que abastece a la estación está dentro de la concesión de ALL (América Latina Logística). Aunque la estación es de propiedad municipal, las cañerías pasan por los terrenos de la empresa, donde se encuentran los galpones de máquinas. “Los baños están sin agua porque han cerrado una válvula. Ellos (ALL) por cuestiones operativas manipulan una llave que cierran y queda esta zona sin agua”, señaló.
Incluso, explicó que se trata de agua que no está potabilizada y, por lo tanto, no es apta para consumo. Sirve para lavar los andenes o para limpiar. Incluso, algunos pasajeros, por el calor, llegan a bañarse en los grifos ubicados en el andén Nº 2.
El personal de la cooperativa, por iniciativa propia, “manguerea” los baños y el hall de la estación diariamente. Aunque no es obligación, Benítez explicó que: “lo hacemos por una cuestión de limpieza y de ser solidarios con los pasajeros”, explicó.
Además, aclaró que la cooperativa no tiene vinculación alguna con TEA (Trenes Especiales Argentinos), la empresa a cargo del Gran Capitán. “Llegan, levantan pasajeros, venden los pasajes arriba del tren. Acá no hay oficina; no hay nada”, explicó. En cambio, la única boletería abierta pertenece a la Cooperativa y la utilizan para vender pasajes del tren que viene lunes y viernes de Basavilbaso. “Es un tren provincial que desde 2004 está. Llega a las 12:20 y se va a la una”, explicó.
Al mismo tiempo, aclaró que, aunque tuviesen los medios, no pueden ingresar a las vías a cortar el pasto a la altura de los andenes. “El tema de vías es jurisdicción de ALL únicamente. No se mete nadie”, señaló. Además. Las herramientas de trabajo están afectadas a la recuperación de ramales en el interior de la provincia. Diferente es la situación de la plazoleta ubicada frente a la estación. La responsabilidad de que el pastizal se eleve a una altura más propia de un baldío que el de un espacio verde es del municipio. “Ahí se nota muchísimo el abandono y queda bastante feo”, indicó.
“Esto es una carta de presentación para la gente que viene: así sea el artesano que viene, el pasajero común que viene a pasear o lo que se ve mucho es la gente que anda por todo el mundo que toma el tren porque quiere viajar en tren. Van a Misiones o a Posadas, vienen y ven que está bastante abandonado”, admitió el titular de Ferrotur.
A pesar del esfuerzo que hacen para atender a los pasajeros o baldear la entrada, desde la cooperativa admiten que no pueden incidir en mejorar la situación de la estación. “Podemos sugerir pero no ejecutar. No podemos invadir jurisdicciones que no nos pertenecen. Estamos acá porque nuestra oficina está acá, esto fue otorgado a la cooperativa. Hemos tratado siempre de mantener y de limpiar el sector”, dijo Benítez.
Licencia por falta de agua
El ex concejal Heriberto Pezarini es el actual director de Archivo Municipal, aseguró que las dificultades en el abastecimiento de agua es una cuestión de larga data. “Es un problema bastante viejo que se fue agravando a medida que pasó el tiempo. Ya hace dos años a esa parte se ha ido permanentemente llamando al Ente Descentralizado que hagan los arreglos pertinentes”, expresó Pezarini. En la esquina de Robinson y Rivadavia “permanentemente reventaba el caño, había pérdida y lógicamente el agua no llegaba a la Estación de la Cultura, menos llegaba a la parte alta”.
Con el correr de los meses, la carencia del líquido se fue agravando. El ex concejal destacó que el personal de Obras Sanitarias concurrió varias veces pero realizaban “arreglos muy livianitos, no a fondo”. Pero en el último trimestre las carencias protagonizaron “un avance final” y las canillas quedaron en silencio.
“Los baños están acá dentro y, al no tener limpieza, por más que se acarreaba agua de abajo, era imposible mantener todo”, indicó. “Hay un baño acá adentro que no se usa mucho, así que está cerrado y los olores no trascienden pero ya en el otro baño que es más público, más del personal, ya es distinto”, señaló. Además, en una semana comienzan las clases y en la parte alta funciona una biblioteca cuyos sanitarios son frecuentados por los alumnos.
“Lógicamente que se buscó preservar la salud del personal y logramos que por unos días no vengan a trabajar”, explicó. En consecuencia, sólo Pezarini sigue trabajando a la espera de una solución. “Solamente hay una persona abajo, que es el señor Aguiar que dijo que se quedaba, pero el trabajo de él es abajo”, indicó.
A criterio del director de Archivo, el problema se encuentra en la esquina de Robinson y Rivadavia. “Cuando revienta ahí, no llega agua. Cuando ahí esta seco, acá llega agua. No hay que agregarle ninguna pata más al puchero”, indicó.