Abordar la sexualidad desde el ámbito educativo provincial, trae aparejado desde hace años, obcecaciones, miedos, mezcla con la fe y aprietes de la Iglesia. Este comportamiento mojigato del Estado ignora la realidad que viven miles chicos y chicas necesitados de respuestas por parte de la educación. Los chicos tienen derecho a aprender (el Estado a proporcionárselo) cuidar su cuerpo, tener información comprensible, fehaciente y concisa para adoptar conductas sexuales no riesgosas, responsables y placenteras.
Un programa básico para la Educación Sexual Escolar debe tener contenidos centrales obligatorios como: aparato reproductivo, procreación responsable, salud reproductiva, el ejercicio responsable del placer, el derecho a la preservación de la integridad psicofísica del adolescente. Es fundamental también que se promueva el respeto a la diversidad sexual (homosexualidad, bisexualidad, heterosexualidad, transexualidad). Educación sexual basada en la verdad y no en los prejuicios, que revele todo, que las acciones sean lo suficientemente profundas para ayudar a aprender a cambiar actitudes, valores y comportamientos. Abarcar todo esto nada tiene que ver, como lo aseguran algunos, con indicar que los chicos deben hacerlo.
Cuando indagamos periodísticamente las causas de embarazos adolescentes no deseados en nuestra ciudad (el 30% de los nacimientos están en esta franja), tropezamos con entornos socialmente pobres, deserción escolar, hija de madre adolescente, falta de información sobre métodos anticonceptivos, falta de espacios para hablar de contracepción con sus padres y maestros, relaciones sexuales espontáneas, entre otras. Sin información es imposible cambiar estas conductas, la implementación de educación sexual en las escuelas, colaborara en la educación integral, contribuirá en la formación de personas más responsables, más conscientes de su propio cuerpo y de las posibilidades de goce y placer que esto le brinda. Si bien es un problema social significativo que el sistema educativo no puede solucionar solo, contribuirá a realizar estrategias que generen preguntas, participación activa, reconocimientos de conflictos y búsquedas de soluciones dentro de ese ámbito.
Se debe capacitar a los docentes de todos los niveles y modalidades, para que no sólo encaren la cuestión desde la salud reproductiva, sino también desde el rol del sexo en cuanto al desarrollo emocional y a las relaciones con el otro. Y que se incluyan temas como «diversidad sexual» y «género». Dejando un espacio para que cada escuela, en diálogo con padres y docentes, elija la manera en que serán planteados.