La economicidad de la vida

Por Fosforito

Con el diario del lunes es fácil opinar. Pero había que estar al principio de todo para tomar una decisión, cuando el virus se esparcía como regadero de pólvora, los muertos ya se contaban por miles y cada vez más cerca de la línea de occidente. Cuando la peste avanzaba cubriendo el mundo como un manto de sombras de este a oeste.

El hombre tuvo que tomar decisiones cuando todavía se sabía muy poco y todo era incertidumbre. Y sí, cómo no coincidir, con que los pobres necesitan de la economía para vivir, pero no seamos injustos con él…

Las personas se mueren de hambre como moscas, pero los números tienen que cerrar de todas maneras. Los bancos se quedan con las casas de las gentes, pero primero deben salvar al sistema financiero. Los niños desfallecen y mueren desnutridos, pero debemos honrar las deudas contraídas y dar seguridad jurídica a los buitres que vendrán por ellos. La tierra se ahoga con las heces de nuestra sociedad de consumo, pero las fábricas no paran de emanar gases, explotar los recursos naturales y generar montañas y ríos de basura…

Y sí: Es vida y economía… Había que sostenerlo cuando la crisis económica ya estaba de nuevo instalada. Cuando el país venía en “default técnico”; aunque los cancheritos que antes presidian -tan buenos para las metáforas, los eufemismos y la “despalabra”- hablaban de “reperfilamiento” (un término que el corrector de Word me marca con rojo de incorrecto o inexistente).

Hay que ser careta para salir a indignarse ahora cuando el país venía con dos años de contracción económica (del 2,5% en 2018 y del 2,2% en el 2019) y una inflación acumulada del 53,8% en el 2019, una de las más altas en el mundo. Con el 35,5% de la población bajo la línea de pobreza -creciendo parejo desde el 2017- y la desocupación fue de 8,9% en el último trimestre del año pasado.

El coronavirus llegó a un país sin ahorros y sin acceso a los mercados, en medio de una compleja renegociación de una deuda impagable.

Hay que ser cínico para decir que economía y salud son indisolubles cuando se viene de un gobierno que desfinanció la ciencia, los hospitales y degradó la Salud de ministerio a secretaria. Cuando armó una estructura de deuda para que le reventara en la cara, al toque nomás, al gobierno siguiente: 

200095 millones de dólares de vencimiento de deudas dejó el gobierno de “cacerolos por la democracia”  sólo para pagar entre 2020 y 2023. De los cuales 301347 corresponden -para ser totalmente justos- a deuda tomada por el gobierno antecesor, el Frente para la Victoria.

Había que ser frío de corazón para no inmutarse y seguir como si nada cuando la crisis económica ya estaba; mientras en el horizonte se avizoraba otra peor para el sistema sanitario. Una amenaza inminente y letal para el único bien que una vez perdido no se recupera: la vida.

Con un margen de maniobra limitado, el hombre optó por enfrentar la pandemia escuchando a quienes nunca son escuchados por estos pagos: los científicos.

Los efectos de esta postura, por ahora, le dan números positivos en las encuestas y también – lo que más importa- en la salud de la población.

Las vidas estaban a tiempo, pero la economía era insalvable. La economía estaba destinada,  pero siempre puede resurgir de sus cenizas como el Ave Fénix. Ya lo demostró después de atentados, terremotos, tsunamis, guerras, y también después de otras pestes y crisis económicas pasadas. En cambio, nadie vuelve a la vida después de muerto.

Y si no fuera por la determinación de este hombre – al que seguramente, los de siempre, tarde o temprano, le harán pagar su capricho por la vida- más de uno estaría llorando por alguno de sus padres, o sus tíos o abuelos. Más de uno estaría lamentando que no se haya frenado un poco la calesita a tiempo para que ese virus no lo agarrara bajo de defensas al amigo que la venía peleando bien con la quimio, a la hermana que andaba mejor de su asma desde que se mudó a una zona más templada y menos húmeda,  o al vecino que justito le habían dado el alta después de dos By Pass…

A los que salen a decir ahora que economía y vida son los mismo, y no lo dijeron 50 días atrás, y no lo dijeron, incluso antes, cuando repartían palos para todas y todos que protestaban por los ajustes del gobierno de corazón economicista…

¡Que la sigan twitteando!

Se los digo de corazón y con doscientos pesos en el bolsillo.

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