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La economía cayó 4,2 por ciento en el segundo trimestre

El segundo trimestre marca el comienzo de una recesión económica cuyo final nadie todavía se anima a arriesgar. De hecho, la estimación oficial es de una caída del 0,5 por ciento “punta a punta” para fines del año que viene. Si ese cálculo se cumple, la gestión de Mauricio Macri habrá promovido un achicamiento de la economía del 1,9 por ciento en sus cuatro años de gestión.

Hay factores coyunturales que motivaron la marcha atrás de la economía en el segundo trimestre, como por ejemplo la fuerte sequía que recortó la cosecha de soja, principal motor de la generación de divisas, con impacto sobre el sector metalúrgico y químico. También la suba de tasas de interés de los Estados Unidos y las disputas comerciales globales complicaron el escenario internacional. Sin embargo, estos factores se montaron sobre una serie de debilidades generadas o amplificadas por la gestión de Cambiemos, como por ejemplo la libertad total para la fuga de capitales, el sobreendeudamiento, la apertura comercial y la eliminación de restricciones a la liquidación de divisas. Además, la crisis cambiaria fue mal gestionada por el Banco Central y con el rescate que se solicitó al FMI, el escenario quedó completo con una severa restricción fiscal impuesta en ese acuerdo.

En la comparación interanual, el segundo trimestre arrojó una caída del 7,5 por ciento en las exportaciones, que se explica por el impacto de la sequía, que provocó una caída del 31,6 por ciento en el nivel de actividad del sector agrícola-ganadero. En tanto, el consumo público muestra una merma del 2,1 por ciento por el repliegue general del Estado a partir del achicamiento del gasto. El consumo privado se mantuvo levemente por arriba en el interanual, con 0,3 por ciento, aunque en relación al primer trimestre registró una caída del 1,1 por ciento. Es decir, la foto del consumo privado en el segundo trimestre fue apenas positiva, pero la película es negativa.

Una dinámica similar a la del consumo muestra la inversión privada. En el segundo trimestre mostró un crecimiento interanual del 3,1 por ciento a partir de la mejora del sector de la construcción y la compra de bienes de capital importados, mientras que cayó la adquisición de equipos de componente nacional. Sin embargo, si se la compara con el primer trimestre la inversión privada acusó recibo de la crisis, con una merma del 6,9.

Se espera que para el tercer trimestre la marcha de la actividad económica en general profundice su baja, a partir del mal desempeño del consumo privado y público y de la inversión privada. Una primera medida de esa proyección es la caída del 6,7 por ciento del estimador mensual de la actividad (EMAE) en el interanual de junio. El mayor deterioro económico se explica por el recorte de poder adquisitivo a partir de la aceleración inflacionaria, con impacto en las ventas en el mercado interno y, por consiguiente, en el empleo. Además, el compromiso de ajuste fiscal que reforzó el Gobierno ante el FMI comienza a tener impacto negativo sobre la obra pública, el componente que impulsó la recuperación en 2017.

El desagregado sectorial del segundo trimestre muestra una caída de la industria manufacturera del 1,8 por ciento en la comparación anual. Según el informe industrial del Indec, en junio la merma manufacturera fue del 8,1 y en julio, del 5,7 por ciento. Los sectores de peor desempeño en lo que va del año son el textil, sustancias y productos químicos, neumáticos y plásticos y la metalmecánica. En el segundo trimestre también bajó la actividad del comercio en un 1,6 por ciento. En el segmento de consumo masivo, la consultora Scentia calculó una baja del 2,3 por ciento en agosto y una caída acumulada del 0,4 por ciento en los ocho primeros meses. En cambio, el Indec midió una mejora del 8,7 por ciento en el sector de la intermediación financiera, que es uno de los grandes favorecidos, junto a las empresas de servicios públicos, por la política económica oficial.

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