La dictadura consideraba que muchos de los problemas que afectaban a la sociedad se había generado en el sistema educativo. La represión actuó duramente sobre él.
¿Cómo funcionó ese aparato represivo?
Si bien la represión no la inaugura la dictadura de 1976, pues la historia de la educación relata otros hechos opresores, como por ejemplo La noche de los bastones largos, durante el gobierno de Onganía, el modelo de la última dictadura se desata a niveles escandalosos, con una previa visión persecutoria. El proyecto represivo va a ser aplicable a toda la sociedad y se movió con la siguiente lógica: todo hecho social es un hecho político, todo hecho político es un hecho subversivo, todo hecho subversivo debe ser reprimido. Siguiendo este razonamiento, todo hecho es social y como lo educativo es social, esta cadena se activó inmediatamente. Es decir que las personas tenían que estar todo el tiempo demostrando que lo que hacían no era un hecho subversivo y que, por lo tanto, no iba a ser reprimido.
En el sistema educativo hubo todo tipo de manifestaciones, desde las formas más atroces con la desaparición forzada de personas: estudiantes, docentes, trabajadores de escuelas y también presos políticos, exilios, cesantías, expulsiones y traslados, hasta importantes disciplinamientos cotidianos: censuras de libros, materiales científicos, temas a ser tratados. Por ejemplo, la lectura de Paulo Freire, pedagogo brasileño. Llegó a las escuelas la prohibición de sus obras en la formación docente. No solo se prohibió su lectura, también sus ideas. Las autoridades de las escuelas debieron sacar de las bibliotecas los libros del pedagogo. Mientras desaparecía ese autor, desaparecían los maestros que lo usaban y lo leían. Junto con ello, se aplicó un método de disciplinamiento cotidiano en las prácticas escolares. Una enorme cantidad de reglamentaciones vinculadas a la vestimenta, con obligaciones que iban desde la apariencia hasta las formas de comportarse en el espacio escolar. A partir de 1976 se establece muy duramente el disciplinamiento del cuerpo como represión. Represión que se sentía cotidianamente.
Los Decretos llegaban a las escuelas para prohibir, en algunos casos con mecanismos más sutiles. Más allá de los libros censurados, una práctica de control de la bibliografía no era mandar la lista de libros prohibidos sino una lista de libros permitidos.
Guillermo O’Donnell[2] analiza la dictadura desde los conceptos represión macro y micro y plantea que en la Argentina, desde 1976, mediante una brutalidad que no sólo había incentivado el miedo sino también el distanciamiento entre los sujetos, corporaciones y organizaciones de la sociedad civil, las cuales estaban más interesadas en sí mismas que en el colectivo social, el régimen autoritario moldeó una sociedad sometida, individualista, clandestina, pero también autoritaria, pues entre los actores y organizaciones civiles se extendió el despotismo imperante. El autor lo presenta así en Democracia en Argentina. Micro y macro: “No es fácil ni simpático hacer este planteo, pero me parece que la cuestión de la democracia ―en la Argentina, como en todo caso en el que se han cometido atrocidades semejantes― también pasa por el doloroso momento de reconocer que no hubo sólo un gobierno brutalmente despótico, sino también una sociedad que durante esos años fue mucho más autoritaria y represiva que nunca ―y que no fueron pocos los que determinaron que así sucediera―”.[3]
Siguiendo esta línea de análisis, en el contexto escolar, terminada la dictadura, tampoco las cosas desaparecen de golpe, si bien hay medidas claras, el gobierno de Alfonsín no logró desarmar prácticas educativas de disciplinamiento dictatorial, pero sí fue capaz de desarticular otras experiencias represivas: permiso para los Centros de Estudiantes -cuestión debatida y cuestionada- permitir que los hijos de exiliados ingresaran a las escuelas sin solicitar equivalencias, la reincorporación de docentes cesanteados, la eliminación de exámenes de ingreso, el fin de la censura. Sin embargo, esto no hizo que definitivamente las cosas cambiaran porque, en muchas ocasiones, las autoridades de las escuelas seguían siendo afines a la dictadura, sobre todo en las instituciones de Nivel Medio. En los primeros años de democracia, se generaron variados conflictos. La lucha se daba por la eliminación de medidas autoritarias y la censura desplegada. Las marcas de la dictadura llegarán hasta la década posterior y van a empezar a declinar más rápidamente cuando las autoridades escolares se retiran de las instituciones y comienzan a plantearse ideas que permiten otro nivel de diálogo y apertura.
Esto es solo una parte de la historia a 47 años de los momentos más terribles y fatídicos del país. Nunca más.
Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación Ltda.
[1] Boletín de Comunicaciones nº 61, Resolución nº 1635 del 3 de noviembre de 1978, p. 2.
[2] Guillermo O’Donnell ha sido un teórico de la democracia. Su investigación se ha vuelto indispensable a la hora del estudio de la democracia en América Latina. Demostró las particularidades de las democracias de la región y las limitaciones que las definiciones tradicionales tenían para ello.
[3] O’Donnell, Guillermo, “Democracia en la Argentina. Micro y macro”, en Guillermo O’Donnell, Contrapuntos. Ensayos sobre autoritarismo y democratización, Buenos Aires, Legislatura Porteña de la Ciudad de Buenos Aires, 2014, p. 117. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-21472018000200009#fn11
Fuente: Pineau, Pablo (2014) Reprimir y discriminar. La educación en la última dictadura cívico militar en Educar en Revista. Nº 51