Lo cierto es que un gobierno popular dispara oposiciones de un lado y de otro. ¿Si la derecha se opone porque sufre las acciones del gobierno, por qué también se opone la izquierda por las mismas acciones? Un desafío a la lógica política argentina.
¿Acaso las madres y abuelas de Plaza de Mayo apoyan al gobierno de Cristina Fernández porque es igual al de los años noventa? ¿Acaso los ideólogos de la represión y de la presión por la amnistía, son enemigos del gobierno porque los está favoreciendo? En este sentido la derecha argentina tiene la ventaja de que ante un gobierno popular nunca va a estar sola en la vereda opuesta: va a contar con aliados de la izquierda que le dicen a la sociedad que el gobierno es un fraude. Y si el acecho bilateral da resultado y el gobierno popular cede o pierde, la derecha le birla a la izquierda el vértice del podio y se autoproclama dueña del triunfo. Y la izquierda, apartada del festejo, pasa otra vez a ser la damnificada. Y vuelta a empezar a acechar al gobierno de derecha desde la izquierda. Hasta que gane otra vez un gobierno popular y la izquierda vuelva a coincidir con la derecha. En Chile la derecha está feliz: sea Piñera menos o más de derecha. La pureza no les importa: les importa el derechazo. La izquierda en Chile fue mezquina. Apoyó con desgano al candidato progresista de la concertación y favoreció la derrota. Moraleja: siempre hay tiempo para volver a la tierra. Porque cuando la izquierda quiere ser demasiado pura, ayuda a ganar a la derecha.